
La vinculación del nuevo presidente de la Cámara de Barcelona (la Cambra), Joan Canadell, con el independentismo no es solo una cuestión de ideología, sino también de marketing empresarial.
Su variada adhesión al procés (que abarca desde apropiarse de los colores de la estelada a la promoción de boicots a empresas del resto de España) contribuyó a que los ingresos de sus ocho gasolineras pasaran, en solo tres años, de 3,8 millones a más de 9 millones. Nada sería más perjudicial que, esgrimiendo estos supuestos méritos, Canadell se sintiera legitimado para transferir esa línea de actuación a la Cambra. Este organismo no es su negocio, sino una institución más que centenaria e integrada por miles de empresas, lo que exige que se respete su pluralidad.