Opinión

México y la tormenta arancelaria

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. Imagen: EFE

La relación comercial entre EEUU y México es intensa. Diariamente, miles de camiones cargados de los más diversos productos atraviesan la línea fronteriza en una u otra dirección. Hoy México está próximo a convertirse en el primer socio comercial de su vecino del norte: más del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas van a EEUU, quien vende a México más que a China, Japón y Alemania juntos.

Sobre esta compleja y fructífera realidad, un tweet de Donald Trump anunció un aumento de los aranceles del 5 por ciento a todas las importaciones mexicanas en represalia por los escasos e infructuosos esfuerzos del Ggobierno de López Obrador por frenar la inmigración ilegal centroamericana. La medida comenzará a aplicarse a partir del 10 de junio y cada primero de mes se aumentará un 5 por ciento adicional, hasta alcanzar el 25 por ciento el 1 de octubre.

De repente se materializaron todos los temores y fantasmas que amenazan a la economía mexicana. En muy pocas horas, durante la tarde del jueves el peso se devaluó un 2 por ciento frente al dólar. El viernes, las bolsas europeas, entre ellas la española, sintieron el golpe, siendo las acciones de las empresas manufactureras instaladas en México, especialmente las productoras de automóviles y autopartes, las más afectadas, junto a los bancos allí presentes. Los inversores nuevamente cambiaron la renta variable por el mejor refugio de la renta fija, que en los casos de la deuda alemana y española tocó mínimos.

Materializado el temor de una nueva y profunda crisis mexicana, algunos recordaron lo ocurrido en 2009. Con este precedente, consideraron un mero "apaciguamiento" la reacción de López Obrador. Las razones de sus críticos hay que buscarlas tanto en la forma como en el fondo de la respuesta.

López Obrador señala que México no es partidario de la política del "ojo por ojo". De ahí la repetida pregunta sobre si este es el mejor método para enfrentar la chulería de Trump

Desde el punto de vista formal, López Obrador respondió a Trump con una larga carta, aunque de escaso contenido. Nuevamente el género epistolar en acción, como la misiva con la que exigió al rey Felipe VI que pidiese perdón España por las tropelías cometidas durante la conquista. Jorge Castañeda, muy duro con su mandatario, dijo que más que una carta se requerían medidas contundentes en respuesta a la amenaza de Trump.

El fondo conduce a cuestiones más relevantes. López Obrador señala que no es con impuestos como se solucionan los problemas sociales y que México no es partidario de la política del "ojo por ojo". De ahí la repetida pregunta sobre si este es el mejor método para enfrentar la chulería de Trump, o por el contrario habría que seguir el ejemplo de Felipe Calderón en 2009, quien aumentó los aranceles a 90 productos agrarios e industriales de EEUU ante la violación del ya muerto TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte o Nafta en sus siglas en inglés) por el cierre del paso fronterizo a los ca-miones mexicanos. Incluso durante la negociación del nuevo T-MEC, Peña Nieto amagó con aumentar los impuestos de importación a productos sensibles, como los bienes agrícolas, comenzando por el maíz, exportados por algunos Estados decisivos para el resultado electoral.

Una vez más, el actual inquilino de la Casa Blanca deja en evidencia su profundo desprecio, hasta casi rayar en el racismo, por sus vecinos

Esto nos lleva a las verdaderas razones de Trump para impulsar su medida. Después de los contactos de Jared Kushner con los gobiernos de México y Canadá, sus parlamentos estaban prestos a ratificar el T-MEC, mientras los demócratas de la Cámara de Representantes eran partidarios de reabrir la negociación. Sin embargo, hay otras cuestiones más importantes, como las elecciones presidenciales de noviembre de 2020 y las aspiraciones reeleccionistas de Trump. Este sabe los esfuerzos que México ha hecho y sigue haciendo para frenar la inmigración centroamericana, pero ante la "caída de su muro" vuelve nuevamente a la carga con un tema muy sensible para el núcleo duro de sus seguidores.

Cualquiera que sea el resultado de este proceso -y más allá del éxito o fracaso del secretario mexicano de Relaciones Exteriores, que viajó el viernes de urgencia a Washington para encontrar una solución al conflicto- con su iniciativa Trump ya ha obtenido un importante rédito político. Una vez más, el actual inquilino de la Casa Blanca deja en evidencia su profundo desprecio, hasta casi rayar en el racismo, por sus vecinos.

Finalmente, cabe preguntarse el impacto de esta nueva guerra comercial en Europa en general y en España en particular. Si bien sus efectos no son comparables al conflicto que enfrenta a EEUU con China, no hay que olvidar que en México están presentes más de 6.000 empresas españolas, de todos los tamaños y de todos los sectores, lo que no es poca cosa, y que España es el segundo inversor detrás de Estdos Unidos.

De proseguir la actual coyuntura es obvio que los cimbronazos de una crisis nos afectarían de lleno. Sin embargo, y pese a la gravedad de la amenaza, unas dosis de cautela y sangre fría son necesarias en momentos como el actual.

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