Opinión

Cómo dañará a Estados unidos el conflicto con Huawei

Es un arma al alcance del Estado chino. Podría usar su control de la tecnología móvil para espiar. Puede convertirse en una amenaza para la seguridad occidental y potencialmente en un instrumento de guerra. Para ser justos, hay muchos motivos para que los gobiernos occidentales se sientan preocupados por el aumento de la potencia en las telecomunicaciones, como en el caso de Huawei -y es comprensible que la Administración Trump haya decidido que tiene que poner algunas restricciones al respecto.

Sin embargo, existe un problema y pronto podría convertirse en un problema serio para los mercados y para los inversores. Desde Google a Intel y potencialmente a muchos otros, los gigantes corporativos de Estados Unidos están siendo reclutados como soldados de infantería en esta batalla. Esa podría ser una decisión correcta o incorrecta desde el punto de vista político y estratégico. Pero es casi seguro que será malo desde el punto de vista financiero, aunque solo sea porque China es un mercado muy grande. Si Donald Trump decide convertir al sector empresarial de su país (que podríamos llamar USA Inc) en un arma más, y parece que lo planea, son los accionistas los que en última instancia pagarán el precio por ello, y tarde o temprano eso se reflejará en los mercados de valores.

Esta semana, el conflicto ha alcanzado un nivel completamente nuevo con la decisión de Google de restringir el acceso de Huawei a una serie de sus aplicaciones. Finalmente, habrá una tregua de tres meses antes de tomar decisiones, pero Huawei aún se arriesga a no tener acceso a las actualizaciones del sistema operativo Android y es posible que las versiones más recientes de sus teléfonos no tengan aplicaciones como Gmail, GoogleMaps o YouTube. En el próximo futuro, otras grandes empresas estadounidenses de tecnología, como Intel y Qualcomm, podrían hacer lo mismo. En efecto, Huawei quedaría fuera del ecosistema tecnológico americano.

No hay duda de que esto perjudicará a la empresa china. Ya es el tercer mayor proveedor de terminales de Europa, con el 17 por ciento del mercado, y en algunos aspectos es ahora el segundo mayor del mundo, superando a Apple y solo por de-trás de Samsung. Perder el acceso a las últimas aplicaciones de Google, sin embargo, será un golpe importante. ¿Alguien realmente quiere un teléfono inteligente sin YouTube y Maps, incluso si viene con una gran cámara y unos auriculares realmente elegantes? Es cuestionable. Una cosa es cierta. Esto ralentizará el avance de Huawei (y deben haberse inetrcambiado algunos emojis sonrientes en las oficinas de Samsung y Apple cuando se supo la noticia).

El problema, sin embargo, es éste. Aunque ciertamente dañará a Huawei, también dañará a Google y a su matriz Alphabet. ¿Por qué? Hay dos razones. Primero, Huawei es una muy buena compañía. Fabrica teléfonos sofisticados a precios muy competitivos, y mientras que algunas personas pueden decidir comprar un modelo diferente, por lo menos unos pocos todavía se decantarán por un Huawei aunque usen un servicio online diferente de correo o mapas. Por su parte, Google tendrá que sacrificar cuota de mercado, quizás lo más importante de todo, y perderá terreno en el crucial mercado chino. Y lo que es más grave, Huawei ya ha dicho que está trabajando en su propio sistema operativo. Si eso tiene éxito o no está por verse (aunque no querrá apostar en contra). Google verá nacer un nuevo y poderoso competidor. Las guerras nunca son predecibles, y las que se desarrollan en el ámbito comercial no difieren de la versión militar a ese respecto, y puede que la ruptura con Huawei marque el comienzo del fin del dominio de Google sobre las aplicaciones de búsqueda y móviles. De cualquier manera, la compañía sufrirá como resultado de la decisión.

Esto no se detiene ahí. Si la Casa Blanca está decidida a servirse de USA Inc en su lucha contra el creciente poder económico de China, toda una serie de empresas e industrias se verán atrapadas en el conflicto. Intel y Qualcomm ya parecen estar listas para romper al menos algunos vínculos con Huawei y otras empresas tecnológicas chinas, que podrían ser las siguientes en la lista. Otras compañías de tecnología pueden verse obligadas a hacer cola. Facebook probablemente pueda olvidarse de expandirse en China y Netflix también, mientras que Amazon ya parece estar retirándose de sus modestas operaciones en ese país. Más allá de eso, el sector aeroespacial es un punto de conflicto obvio, ya que los chinos empiezan a desarrollar su propia capacidad para fabricar aviones comerciales (el avión ARJ21 de 90 plazas, construido en China, ya está en servicio, con un avión más grande que se lanzará en 2021). La industria farmacéutica podría ser la siguiente, con restricciones en las ventas de equipos médicos en todo el Pacífico. Podemos añadir los medios de comunicación y la banca a la lista, así como la agricultura y los automóviles.

En todas y cada una de esas industrias, el acceso al mercado chino y las colaboraciones con empresas chinas pueden verse restringidas, en interés de la política exterior de Estados Unidos.

Se puede discutir si esa es una decisión correcta o incorrecta, políticamente. Tal vez el poder chino necesita ser frenado y tal vez no. Para los accionistas, sin embargo, esto solo puede ser una mala noticia. Inevitablemente significará menores ventas, menores beneficios y, probablemente, más competencia. Si una empresa no tiene acceso libre a uno de los mercados más grandes del mundo, y uno de los de más rápido crecimiento, entonces va a tener mucho menos éxito del que tendría de otro modo. Eso aún no se refleja en los precios de las acciones de las principales corporaciones estadounidenses. Pero pronto lo hará, muy pronto. Y una vez que lo haga, esas empresas tendrán que bajar drásticamente sus precios.

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