
Aunque hay avances, como la ley que obliga a las empresas a publicar los sueldos diferenciadas por sexo, la lucha contra la brecha salarial sigue siendo necesaria, ya que carece de toda justificación económica o social.
Además, se trata de una asignatura pendiente que abarca a todas las compañías, independientemente de su tamaño. Así lo evidencia que casi el 80 por ciento del Ibex admita pagar más de media a los hombres que a las mujeres. Las mayores diferencias se dan en puestos directivos, donde hay ejemplos como ACS y Mediaset, que pagan un 35 por ciento más a los varones. Es cierto que la incorporación tardía de la mujer al mercado laboral explica en parte esta discriminación, que carece de justificación alguna si se produce por otras causas, como la maternidad. Con todo, apresurarse a imponer sanciones, como el Gobierno pretendía recientemente, sin dar tiempo a las empresas para adaptarse, sería un error. Pero una cosa es reconocer esta realidad y otra muy diferente es no actuar ante brechas tan sangrantes como las de ACS o Mediaset. Florentino Pérez no puede escudarse en que dirija una empresa de construcción, sector donde predominan los hombres, para discriminar salarialmente a las mujeres. Peor es incluso el caso de Paolo Vasile, ya que Mediaset es un grupo de medios, ámbito propio tanto de varones como de féminas. Ambos son personajes públicos y deben dar ejemplo luchando contra la brecha salarial. Primero, porque no tiene cabida en un entorno de Buen Gobierno y en firmas con códigos deontológicos. Y segundo, porque la brecha es una asignatura pendiente que perjudica a las empresas, que desaprovechan talento, además de mandar un negativo mensaje a inversores y clientes que, desde hace tiempo, lo tienen en cuenta.