Como hace un par de siglos decía el ensayista inglés Samuel Johnson, "el pa-triotismo es el último refugio de los canallas". Esta máxima se le podría aplicar a los independentistas catalanes, pero con igual acierto se diría a los populistas españoles Casado, Rivera o Abascal. A ninguno de ellos parece importarle ni España ni el bien común de los españoles.
Todos ellos van a lo suyo. Especialmente cínico es el caudillo de Ciudadanos, que acaba de decir que no está dispuesto a llegar a ningún tipo de acuerdo con el PSOE para dar estabilidad al país, pero que está "abierto" a acuerdos de Estado.
¿Qué más pacto de Estado que evitar que el Gobierno socialista se vea forzado a aceptar el chantaje de los populistas de izquierda y de los independentistas? PSOE y Ciudadanos suman 180 diputados. Esto significa que se podría formar un Gobierno de centro izquierda que garantizaría una legislatura estable y moderada para afrontar las grandes reformas que tiene pendientes el país. España no tiene convocatorias electorales en los próximos cuatro años; los grandes juicios políticos, como el del procés, estarán vistos para sentencia en los próximos meses; y los casos de corrupción ya están amortizados.
El principal partido de la oposición, el PP, podría aprovechar la calma para hacer su travesía del desierto y replantear su futuro. España tiene una gran oportunidad para reducir su déficit y su deuda pública. En tales condiciones podríamos hacer frente a la desaceleración económica que se otea, convirtiéndonos en el principal país receptor de inversión extranjera.
Esto nos facilitaría hacer frente al impacto tecnológico de la Cuarta Revolución Industrial y afrontar la transición energética. Es el momento de ha-cer una reforma integral de la Administración Pública, de afrontar un nuevo pacto social entre empresarios y sindicatos, un nuevo Estatuto de los Trabajadores, una reforma del Pacto de Toledo o de la fiscalidad. El impulso reformista facilitaría las soluciones a la financiación territorial. Se darían las condiciones para dar una salida al conflicto catalán y reformar la Constitución. Como en la película francesa Los Patriotas, a Rivera nada le perturba el sueño. Su objetivo es convertirse en el jefe de la oposición para ganar las próximas elecciones, cueste lo que cueste.
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