
El Ibex rompió ayer una tradición de décadas y cerró al alza pese a ser el primer día que la bolsa abría tras unas elecciones generales.
Los inversores pudieron mostrarse tranquilos después de unos comicios cuyos números calcaron las encuestas y alejan la posibilidad de una repetición de las votaciones. Además, los resultados del PSOE y, sobre todo, la caída de Podemos, hacen que una alianza en la que el partido morado imponga sin discusión sus condiciones sea ahora inviable. De hecho, los socialistas aseguran que intentarán gobernar en solitario. En caso de que no lo logre, la posibilidad de que se produzca un mucho más deseable pacto entre el PSOE y Ciudadanos contribuye también a disipar incertidumbres. Con todo, está en manos del presidente Sánchez no dilapidar este primer voto de confianza que los mercados le brindan. Todo apunta a que hoy se conocerá su primera decisión económica, consistente en elevar el objetivo de déficit de este año al 2 por ciento en el Plan de Estabilidad que enviará a Bruselas. En sí mismo, este cambio no debería representar una gran perturbación, dado que la UE aceptará una meta aún inferior al límite del 3 por ciento. Además, los socialistas tienen mayoría absoluta en el Senado y pueden aprobar el nuevo tope sin artimañas inaceptables para sortear el veto de la Cámara Alta, como las que intentaron en esta legislatura. Ahora bien, los peligros empiezan cuando, como ocurrió hasta ahora, el cumplimiento de los objetivos de estabilidad se fían completamente al alza de los impuestos, y se prescinde de plan de ajuste del gasto público. Esa inercia, además de amenazar con elevar la deuda y lastrar un PIB ya en desaceleración, podría volver a despertar la desconfianza hacia España de los inversores.