
De modo muy adecuado, un economista importante, el profesor Serrano Sanz, ha desarrollado en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas el tema de La economía y la defensa nacional. Impresiona la cantidad de alusiones críticas a algo que parecía lo normal: considerar que reducir el gasto público en defensa era uno de los aspectos necesarios, incluso en el caso actual español, de poner orden en el déficit del sector público. ¿Es esto lo adecuado?
Además de señalar, de la mano del profesor Serrano Sanz, ventajas evidentes para nuestra economía derivadas de la defensa nacional, conviene agregar también algunos otros datos que señalan que el despliegue en ese sentido, a causa, por ejemplo, de las novedades tecnológicas, tiene unas consecuencias muy importantes en la Revolución Industrial. Recordemos que en dicha Revolución se basa el desarrollo económico dentro del que vive el mundo desde el siglo XVIII hasta ahora mismo. Por ejemplo, J. Abbate, en Inventing the internet (MIT Press, 1999) nos ha mostrado cómo un proyecto del Departamento de Defensa de EEUU, denominado Arpanet, está en el origen de internet. Nos señala esto también Mariana Mazzucato en El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado (RBA, 2016) cuando indica de qué modo todo este aspecto vinculado con el nacimiento del nuevo capítulo de la revolución industrial se debió precisamente a un conjunto de decisiones que investigó la Defensa de los EEUU, para vincular el mecanismo defensivo.
Y en otro aspecto de la revolución industrial, en España no podemos olvidar que el desarrollo de la química, que en esa época pasa a ser esencial dentro de la vida económica, tiene su raíz en el momento en que Louis Proust, al que se le debe la química actual, pasó a residir en Segovia en las instalaciones vinculadas con la artillería. Eso explica que cuando Napoléon invadió España se desvió a Segovia, lo que no se entiende desde el punto de vista de una maniobra militar. Era sencillamente para que Proust volviese a Francia. Las enseñanzas de Proust en Segovia se dieron también en relación con este avance de la química en una conferencia que pronunció en la Sociedad Económica Segoviana de Amigos del País. Un aspecto de la revolución industrial está ligado, como vemos, a las cuestiones de la defensa.
El profesor Serrano Sanz nos destaca muy bien esto en su reciente aportación, pero de sus explicaciones se deriva otra cosa. Si planteamos la cuestión del gasto público en el conjunto de la defensa de España, nos encontramos con que los datos indican que el porcentaje respecto al PIB es muy significativo. Una reciente tesis doctoral leída en la Universidad de Barcelona ha reconstruido la significación del gasto en defensa de España y la de los países vecinos, miembros también de la OTAN. En la serie que exhibe, desde 1876 hasta los años 80 del siglo XX, los gastos de defensa de España en porcentaje del PIB están en torno al 2%, con tres excepciones: la guerra de Marruecos, en la que crece con claridad; la Guerra Civil, para la que no hay datos fiables, y la posguerra inmediata sobre la que cabe señalar que surge un planteamiento radicalmente diferente. Se trata de la decisión de romper la neutralidad española, tradicional frente a los conflictos europeos. A partir del estallido de la Guerra Fría, en 1953, España decide participar en ella en alianza directa con los EEUU. La consecuencia fue triple: por un lado, la llegada de ayuda norteamericana; además, la integración de España en organismos multilaterales, como el FMI, esenciales para un desarrollo económico que se inicia con fuerza a partir de 1959. Finalmente, el ingreso en la Organización Europea para la Cooperación Económica, precisamente el preludio organizativo de donde nacerá con fuerza el mundo comunitario en el que hoy nos encontramos. Las bases del crecimiento fortísimo que ha tenido la economía española a partir de 1959 se encuentran vinculadas a ese dato de ingreso de España, a través de la alianza de EEUU, en el conjunto de la Guerra Fría.
No terminan aquí las consecuencias de enlaces entre la economía española y la defensa nacional. Siempre se señalará que la industria siderometalúrgica se inicia cuando el general Elorza pasa a dirigir la Fábrica de Armas de Trubia, que fue donde se inicia la siderurgia actual. Pero existe actualmente otra cuestión muy importante. Se trata de la conexión de los mercados internacionales que acaba generando ventajas de localización extraordinarias. Una de esas localizaciones es la que ha creado la fuerza de California en el Pacífico. Otra es la del Atlántico Norte hacia EEUU y hacia Europa. La tercera, como nos señaló en una conferencia en Madrid Romano Prodi, es la que une el mercado creciente de Oriente con el del Atlántico Norte europeo a través de la ruta Mar Rojo-Suez-Mediterráneo-Gibraltar-Atlántico. Literalmente, como señalaba el citado Prodi, rodea a España, pero eso exige, para que nuestra nación mantenga una renta de situación muy elevada, que esa ruta sea pacífica. En la actualidad esto explica, por ejemplo, que unidades de la marina española se encuentren protegiendo la navegación mercante contra ataques de piratas en el Mar Rojo, y también explica la vigilancia a lo que sucede en todo el conjunto del Norte de África. También, previamente, se halla la participación militar española en las medidas de pacificación del Mediterráneo septentrional.
Debido a desconexiones entre los problemas de la defensa, el modelo económico general relacionado con el que se señaló como derivado de la economía castiza genera descubrimientos relacionados con la defensa que mueren nada más nacer. Basta pensar en lo sucedido con el submarino de Isaac Peral. Ha pasado a ser un curiosidad vinculada con la defensa, pero que no ha tenido trascendencia especial. Pero ahora nos encontramos dentro del ámbito del tráfico económico mundial. Pensemos que la suma de las exportaciones e importaciones españolas en porcentaje del PIB es uno de los más altos del mundo por encima, por ejemplo, de Reino Unido o de Francia. Y, con eso, las ventajas del tipo señalado por Mariana Mazzucato sí tienen una influencia muy fuerte en nuestro futuro. La defensa no es un elemento de freno, sino que, como intentó ya plantearlo el citado general Elorza, uno de desarrollo.