Opinión

El plan B

Foto: Efe.

Rivera, como Jennifer López en la pelicula de Alan Poul, tiene El plan B, por si el Plan A le falla. El problema con el que se puede encontrar el amado líder es que le fallen los dos y que se quede compuesto y sin novio.

En las encuestas, Ciudadanos aparece como el cuarto partido del arco parlamentario, por detrás de Vox. Pero como se descuide se convierte en farolillo rojo, ya que Iglesias lucha contra viento y marea para sacar a Unidas Podemos de tan infausta posición.

Rivera, como dirían los catalanes, está manejando "la puta y la Ramoneta" o lo que es lo mismo, está jugando al seny y a la rauxa. A tirar la piedra y esconder la mano... Como el electorado le vea el truco, le mandan a hacer puñetas. Este joven líder ha demostrado sentido de la oportunidad, pero no analiza bien los datos para elaborar su estrategia.

Ciudadanos se ha convertido en un partido inútil para buena parte del electorado: ni sirve para dar coherencia al centro derecha, ni para moderar a la izquierda. Todo parece indicar que votar al partido naranja solo va a servir para echar al PSOE en brazos de Podemos o para repetir las elecciones. Al negarse a ser un partido bisagra, ha renunciado a dar la estabilidad que España necesita.

Su objetivo no es tanto ser útil a su país como convertirse en presidente. Para ello pretende dar el sorpasso al PP y lograr que el centro derecha obtenga mayoría suficiente, siguiendo el modelo andaluz. Sin embargo, todo parece indicar que ni Cs va a sacar más escaños que el PP, ni la suma de las tres derechas va a conseguir una mayoría absoluta para gobernar.

Ante la posibilidad de que Sánchez no tenga otra salida que pactar con Iglesias, las presiones de los poderes fácticos para que el dirigente socialista pacte con Rivera son muy fuertes. Aquel pacto no pudo salir adelante, porque no tenía apoyo parlamentario suficiente y porque Podemos se negó a apoyarlo. Sin embargo, las encuestas indican a día de hoy que el número de escaños que sumarían PSOE y Cs estaría en una horquilla superior a los 180 diputados. Es decir, una mayoría absoluta amplia y suficiente para estabilizar el país y recuperar el pacto constitucional con el PP, lo que sumaría más del 75% de la soberanía nacional representada en el Congreso. Una situación que forzaría a los independentistas catalanes a negociar para poner fin al Procés.

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