Opinión

28-A: ¿Y si España se levantase de Derechas?

  • Los secesionistas dejarían el pulso con el Estado por la cercanía del 155
Casado, Rivera y Abascal en una manifestación en Madrid. Foto: EP.

Las encuestas predicen el mantenimiento de Pedro Sánchez como líder del partido más votado y también como jefe de Gobierno de una coalición compleja. Por eso, en un ejercicio de futurología imaginativa se puede preguntar: ¿Y si el 28-A España se acostase de izquierdas y se levantase de centroderecha? Las consecuencias serían distintas a las que ahora se prevén. Por eso es sano hacer este ejercicio.

En primer lugar, la izquierda amanecería en shock. Lo mismo que en Andalucía. Al principio no se lo creerían y armarían manifestaciones en contra de un posible Gobierno apoyado de alguna manera por, según ellos, la extrema derecha. Pero luego, como en Andalucía, las aguas volverían a su cauce; a sus "movidas" de toda la vida.

Los independentistas catalanes tendrían que elegir si mantener el pulso con el Estado o no, teniendo en cuenta que estaría más cerca la aplicación del artículo 155 con mayor permanencia. ERC volvería al tactismo, adecuando su discurso independentista a la realidad, es decir, dejando su aplicación a calendas griegas. Puigdemont se desfondaría y el refugio de Bruselas se difuminaría. Todo menos perder posiciones en la Generalitat, que es fuente inagotable de recursos financieros, puestos pagados e imagen.

El juicio al Procés sería contundente y el Gobierno no dulcificaría la situación de los presos. Éstos, preocupados y en un sálvese quien pueda, adoptarían una posición menos prepotente, se dividirían y, como pasó con su adorado "Casanova" de 1914, acabarían viviendo aburguesados en la España Constitucional; algunos se reconciliarían con el catalanismo inclusivo de Tarradellas. El nacionalismo vasco y el foralismo navarro, vistas la orejas al lobo, actuarían como en los últimos años: pactando con el poder.

Los sindicatos verían imposible su pretensión de anular la Reforma Laboral, que ha ayudado a crear puestos de trabajo. Aunque la subida del SMI a 900 euros de Pedro Sánchez dificulta la entrada al trabajo de nuevas generaciones, el optimismo empresarial empujaría la inversión. Esto, más el aumento del consumo en el verano por el turismo exterior e interior, daría sensación de crecimiento con un Gobierno reformista y bajadas de impuestos para 2019 y 2020. El aplazamiento de las subidas de los tipos de interés por parte del BCE permitiría cuadrar las cuentas públicas con déficits moderados, porque el servicio de la deuda pública se mantendría a pesar del alto endeudamiento. Al bajar impuestos, aumentaría el consumo interno en un círculo virtuoso, similar al del primer Gobierno de Aznar, con creación de trabajo. Eso aliviaría las cuentas de las pensiones; la gran espada de Damocles de los jubilados presentes y futuros que votan.

Las decisiones sobre el permiso de paternidad, el aumento del SMI, ligar las pensiones al IPC, etc. no tienen vuelta atrás, como no lo tuvieron antes medidas similares. Las manifestaciones "progres" serán más folclóricas que con efectos reales, como el Día del Orgullo Gay. Lo mismo las que se refieren a la brecha salarial o la igualdad entre hombres y mujeres; se mejoraría la legislación al respecto, porque la calle es la calle y ya ha dado su veredicto. La inmigración seguiría su curso. España es un país acogedor, no hay tensiones, ni casi guetos. Además, los subsaharianos quieren ir al centro de Europa. La península es solo de paso, salvo para muchos latinoamericanos, que por identidad de cultura y lengua en una generación son asimilados.

El pacto educativo seguiría estancado, como otras veces. Ningún Gobierno puede imponer su opinión en este tema a la otra casi media España. El de Toledo, despejados los retos electorales, avanzaría. Si acaso el Gobierno debería preocuparse por las manifestaciones como la de la defensa de la vida o la España patriótica, que en unos meses podrían tachar al Ejecutivo de blando. Como siempre pasa, "a tierra que vienen los nuestros", el problema será el fuego amigo.

Y si todo esto es así, ¿por qué los españoles no optan por esta política? Dicen que el político alemán Otto von Bismark, cuando le preguntaron cuál era la nación más fuerte de Europa, afirmó: "España; los españoles llevan dos siglos intentando destruirla y no lo consiguen" ¿Será por eso?

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