
Por estos días se está retomando la idea de que la aerolínea Emirates, de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), con sede en Dubai, inicie vuelos entre Barcelona y la Ciudad de México, una idea que si bien le parece genial a muchos viajeros, le causa escozor a empresas como Aeroméxico, aerolínea que había iniciado el servicio entre ambas ciudades pero que tuvo que retirarse por falta de suficientes pasajeros.
En principio el dilema parece simple: Emirates pone su avión, presumiblemente uno de cabina ancha con tres o más clases, cómodo y bien atendido y con una tarifa atractiva que hace aún más apetitosa la oferta.
Pero el asunto no es tan simple. En medio de esta posibilidad se encuentra un litigio que lleva años, tiene muchísimas aristas y está lejos de resolverse en forma simple. Veamos.
Desde hace años las aerolíneas del Golfo Pérsico, en particular Emirates, Etihad y Qatar, sostienen una agresiva campaña de expansión que incluye la conquista de nuevos mercados, la adquisición de flotas grandes y modernas, la compra de posiciones accionarias en aerolíneas de otros países (varias europeas) e incluso la construcción o ampliación de sus aeropuertos, con miras a hacerlos resorts de paso para quienes viajan entre Europa y Asia.
Estos esfuerzos han logrado que dichas empresas se hayan convertido en jugadores de primera línea, merced a sus convenios bilaterales de aviación que les permiten abrir mercados donde antes no existían, aprovechar las libertades que negocian y conectar puntos que nadie más sirve e incluso, ojo, empezar a invertir en productos que contienden directamente con sus ventajas competitivas. Un ejemplo es la investigación y desarrollo en biocombustibles de aviación que no tienen base en el petróleo, su insumo más abundante.
Pero la pregunta está en el cómo financian esta expansión. Hasta el momento, el esquema con el que los diversos países se rigen es a través de la negociación bilateral que realizan con sus homólogos por pares de ciudades y aerolíneas propias que designa cada una de las partes.
Pero también existe el llamado derecho de quinta libertad, es decir, el derecho que uno de estos dos países le da a la aerolínea de un tercer país (en este caso Emiratos) para explotar una ruta que en principio sería para las aerolíneas mexicanas y españolas.
Para operar una "quinta" el país destinatario debe aceptar esta concesión y así fue negociado en un memorándum entre EAU y México, donde el país árabe aprovechaba la "quinta libertad" que España le otorgaba para extender el segmento Dubai-Barcelona hasta Ciudad de México con la oportunidad de transportar pasajeros y carga que subieran en la ciudad catalana.
El memorándum incluía asesoría en materia petrolera, cultural y turística para México. Sin embargo, ese permiso venció en diciembre del 2018 y no fue aprovechado porque hubo una fuerte oposición a que Emirates operara la ruta.
La razón tiene que ver con las acusaciones de dumping (vender por debajo del costo de producción) que las aerolíneas estadounidenses lanzaron contra las árabes en el 2015, pues los costos de las ME3 (Middle East Three, o sea Qatar, Etihad y Emirates) eran sensiblemente menores a los del US3 (American, Delta y United) al punto que el mercado estaba dominado por la tercia árabe gracias a los subsidios en combustible y otros apoyos que les otorgan sus respectivos gobiernos y que los norteamericanos calcularon en 42.000 millones de dólares en ese año.
Como sea, el otro problema es que, de acuerdo a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) -el organismo que rige estos acuerdos establecidos en el Convenio de Chicago-, el principio de los bilaterales es la "real y efectiva reciprocidad", un concepto que ha sido ignorado en múltiples ocasiones, pero que en resumen le permite a los países que firman estos acuerdo obtener algo a cambio de las facilidades que dan.
Para muchos analistas ni México ni España tendrían mucho que ganar en caso de que se renegociara y concretara el permiso para que Emirates utilizara la quinta libertad que España le otorga para volar la ruta Barcelona-Ciudad de México.
Sin embargo, es muy posible que la cuenta se mida por el total de los beneficios y lo que sí es plausible ganar son contratos para los sectores energético y turístico en México que representarían millones de dólares.
Veremos si esta iniciativa prospera y en ese caso, estaremos reportando la experiencia de los pasajeros en la ruta Barcelona-Ciudad de México a bordo de los grandes airbuses 380 o los modernos 350 que Emirates acaba de adquirir. Y, lo más seguro, a precios muy atractivos.