
Tras casi 3 años ya, desde aquel lejano 23 de junio de 2016 en el que se llevó a cabo el referéndum del Brexit, y en el que por una muy escasa diferencia (51,9 por ciento frente 48,1 por ciento) se decantaron por la salida de Gran Bretaña de la UE, esta semana hemos asistido a toda una clase de diferentes votaciones que nos devuelven a la casilla de salida.
Primero se tumbaba el último acuerdo de la primera ministra Theresa May con la UE para la salida ordenada de Gran Bretaña a partir del 29 de marzo de 2019. Posteriormente se volvía a votar en contra de una propuesta de nuevo referéndum y ya, finalmente, en esta fase en la que ha entrado la política británica, se votaba, ahora sí, a favor, de pedir una prórroga a la UE. Una prórroga que, fieles al devenir de todo este proceso, no se sabe bien de qué y para qué; pues técnicamente se enmarca desde Westminster en una extensión del art. 50 por tres meses -hasta el 30 de junio- y previa aceptación del plan de Theresa May por el Parlamento británico antes del 20 de marzo. Pero créanme, en la práctica, no me atrevería a afirmar tajantemente si será así finalmente o es solo un intento más de ganar tiempo para internamente seguir negociando, y ver si de una vez por todas se aclaran entre los eurófilos y eurófobos o, quizás, a lo que aspiran realmente es a volver a renegociar con la UE otro posible acuerdo diferente al ya pactado. Extremo este último que, salvo sorpresas, la UE ha descartado.
Si entramos en los detalles de los resultados de las votaciones que sobre el particular se están llevando a cabo en el Parlamento británico, no podemos más que colegir que son un vivo reflejo del resultado que ofreció un referéndum tan mal gestionado. Dos bloques, más o menos compactos, entre los partidarios de salir y quedarse, y dentro de ellos posiciones también firmes entre salida dura o blanda (pactada). Más que unas claras diferencias ideológicas entre el partido laborista y conservador británico, lo que se observa es que incluso en el interior de ellos existen divisiones. De ahí que este análisis nos muestre a los dos bloques citados, uno a favor y otro en contra y, además, dentro de cada una de las formaciones se replica la misma situación, lo que hace que todo ello sea difícil de gestionar.
Se mire desde el ángulo que se mire, el Brexit en su gestación, referéndum y desarrollo, ha sido una muy mala idea política y una muy mala idea económica
No podía faltar, claro está, la aparición esta semana de una tercera vía, formada por aquellos descontentos de ambas formaciones que, formando un grupo independiente, parece que defienden la opción de un nuevo referéndum y volver a repensarlo todo. Dentro de este marco de actuación dos datos como muestra de lo fiable e imprevisible que pueden ser las posiciones anunciadas. El líder del partido laborista anunció en la fase previa de esta semana que estaría a favor de un nuevo referéndum, en el momento de la votación del día 14 de este mes la mayoría de su formación se abstiene. La primera ministra británica no sólo tiene que contabilizar un gran número de votos en contra de sus propuestas desde sus propias filas, sino que incluso algunos de ellos son muy significativos, varios ministros de su gabinete votan en contra. Parece que se apoya una cosa y la contraria.
Estarán de acuerdo conmigo en que, se mire desde el ángulo que se mire, el Brexit en su gestación, referéndum posterior y desarrollo post referéndum, ha sido una muy mala idea política y una muy mala idea económica, de ahí que haya titulado esta columna como "0.0". Una muy mala idea política, ejemplos hay muchos. Por ejemplo, el principal líder que promovió el referéndum, y algunos de sus aliados, ya no están, la líder actual pierde votación tras votación, no se logran posiciones comunes, ni dentro de las propias formaciones que se supone comparten ideología, y aquellos que hablaban de un nuevo referéndum sabían de antemano que no tendría el apoyo requerido (al menos a nivel político) y, por último, podríamos también preguntarnos ¿dónde están ahora todos aquellos, al menos los de mayor capacidad de influencia global, que decían que fuera de la UE se viviría mucho mejor?
En clave económica, otra muy mala idea. La economía británica podría caer hasta un 10 por ciento en varios años en caso de producirse una salida abrupta, el Banco de Inglaterra rebaja para 2019 las perspectivas de crecimiento del 1,7 por ciento al 1,2 por ciento, y gracias. La libra se ha depreciado más de un 10 por ciento en todo este tiempo, importantes instituciones y empresas tienen planes de salida de Reino Unido o ya la han consumado, la confianza del consumidor sigue cayendo, y existe una lógica inquietud sobre la situación en la que quedarían los residentes extranjeros en Reino Unido, y entre los ciudadanos británicos que residen en territorio de la actual UE. Pero estos efectos también son negativos para el conjunto de la UE, países como Alemania, Holanda, Bélgica, Francia, Italia, España y otros, cifran en miles de millones de euros el impacto de la factura del Brexit en sus negocios con Londres. Según un estudio de Oliver Wyman, el país más afectado sería Alemania, seguido por los enumerados anteriormente y en ese orden.
En España el impacto del Brexit en sectores como el automóvil, agrícola, textil, químico y otros, en ese orden de importancia, nos arroja unas cifras superiores a los 2.500/3.000 millones de euros por año. Por no cuantificar el efecto en el turismo, vía visitas o residencial. En 2018 los ciudadanos británicos compraron más de 10.000 viviendas en España, un 15 por ciento del total de operaciones realizadas.
Parecería lógico que un acuerdo al que tanto costó llegar, consecuencia de sus propias decisiones, sólo debería modificarse o aplazarse si hubiera razones de peso muy contundentes
Por tanto, como decía, volvemos a la casilla de salida con una incertidumbre adicional que es si, finalmente la UE les va a conceder o no, en su reunión del Consejo Europeo los próximos 21-22 de marzo, esa prórroga que solicitan. Si nos atenemos a la posición que marcó vía Twitter Donald Tusk antes de la votación, parecería que va a ser así, si todos sus miembros están de acuerdo, ya que debe ser por unanimidad. Pero ese posible "sí" tiene muchas implicaciones. ¿Cómo será esa prórroga? Larga, como él mismo anuncia, o corta, como parece ser que solicitan desde Westminster. Si es larga, ¿habrá elecciones al Parlamento europeo en Reino Unido? ¿Entrarán a negociar en 2019 y 2020 las vacantes de comisarios y otras? Si teníamos pocos ingredientes sobre el tablero: Brexit duro frente a Brexit blando, unión aduanera, cláusula de salvaguarda o backstop -principal escollo de todo el acuerdo- temporal o indefinida en relación a la frontera entre las dos Irlandas, importe de la factura de salida, nuevos aranceles... Ahora hemos añadido todos estos.
¿Qué debería hacer la UE? En mi opinión "guante de seda en mano de hierro", tienen ya nuestro acuerdo, digan claro si lo aceptan o no, y en caso de que no lo acepten, qué proponen ¿nuevas elecciones? ¿otro referéndum? Parecería lógico que un acuerdo al que tanto costó llegar, consecuencia de sus propias decisiones, sólo debería modificarse o aplazarse si hubiera razones de peso muy contundentes y claras propuestas que así lo aconsejaran. De momento, que se sepa, sólo hay una nueva -una más- declaración de intenciones.
¿Y qué debería hacer España? Por un lado, a nivel interno, apoyar decididamente a todos sus ciudadanos, empresas e instituciones; adicionalmente planificar toda una contundente y práctica inteligencia económica sobre el particular -tenemos unos profesionales altamente cualificados para ello- y a nivel político, aprovechar para reforzar nuestra posición de liderazgo en el contexto europeo, ser reactivos en nuestras demandas históricas, negociadores en aras del bien común, por supuesto, pero también "halcones" en aquellas posiciones en las que debamos serlo.
No obstante, aún quedan días para el 29 de marzo, y pese a los tres años que ya casi han pasado, ¿quién nos dice que el 28 de marzo se vuelve a presentar a votación ante el Parlamento británico algo diferente, lo mismo, u otras variantes, o no? Carpe Diem.