
Esta semana hemos tenido un cúmulo de noticias negativas sobre las perspectivas económicas a nivel mundial. Desde diferentes foros e instituciones se ha mostrado la preocupación existente sobre el crecimiento económico de las principales economías, incluida China, el gran dragón asiático, donde por cierto la crisis también drena crecimiento.
Puede sorprender a alguno que las bolsas no hayan recogido estos escenarios negativos y de pesadumbre ante una ralentización que podría llevar a grandes economías a la recesión. También que las naciones que ya lo están prolonguen aún más la contracción. Los agentes que operan en los mercados financieros son los primeros en valorar las noticias que van llegando, lo hacen inmediatamente y lo manifiestan en los precios y las tendencias bursátiles.
Los inversores se muestran dubitativos a la hora de dar órdenes de venta, mantienen niveles de inversión, exceptuando los bancos
La conferencia de Mario Draghi, una vez más inmaculado el italiano, puso las cosas en su sitio. Nuestro gobernador, ya había mostrado la preocupación del Banco Central Europeo (BCE) por el crecimiento. En la oratoria propia de los bancos centrales nos vino a decir que la economía europea se desacelera y lo hace muy rápido. El BCE nuevamente está dispuesto a tirar de medidas: congelar los tipos de interés al nivel en el que están, retrasar las previsiones de subidas de los mismos y diseñar líneas de liquidez para los bancos. Intenta que no se encarezca la financiación para la entidades financieras, para que éstas a su vez no frenen los créditos y no se disparen los tipos de interés de los mismos.
Sus palabras causaron un escalofrío fuerte en los ámbitos financieros. El Ibex perdió en un momento más de cien puntos y los bancos sufrieron un desplome muy acusado en su cotización. Aun así, como decía anteriormente, los inversores se muestran dubitativos a la hora de dar órdenes de venta, mantienen niveles de inversión, exceptuando los bancos. Con todo, y como decía anteriormente, sorprende la persistencia de los inversores en mantener cartera y no vender. Todos parecen tener confianza en la llegada de alguna noticia que no solo sostenga las cotizaciones de las acciones, sino incluso que las impulse más arriba. La razón principal de esta espera es, con mucha probabilidad, la noticia de que Estados Unidos y China lleguen a un acuerdo para retirar las barreras comerciales implantadas desde hace un año.
China, el gran exportador del mundo, ve cómo su economía se desacelera peligrosamente y tiene que buscar medidas para impulsar su demanda interna
Podemos preguntarnos si tan importante es esta noticia como para que los nerviosos inversores, a lo que habría que responder que sin lugar a dudas lo es. El comercio mundial no es que se haya enfriado es que se ha contraído alarmantemente. China el gran exportador del mundo ve cómo su economía se desacelera peligrosamente y tiene que buscar medidas para impulsar su demanda interna, las medidas arancelarias no permiten buscar más exportaciones. Un país como Alemania está prácticamente estancado y con nubarrones de recesión, la caída de las exportaciones es el principal causante de esta alarmante situación.
Cada vez más el comercio exterior influye más y más en la actividad de los países, especialmente relevante en el caso de los emergentes. Recordemos, como ejemplo, que la llegada de Donald Trump a la Presidencia de EEUU, supuso una fuerte depreciación del peso mexicano, así como de su principal índice bursátil. No está exenta China de esa amenaza, su economía no cuenta con una demanda interna que sostenga la caída de las exportaciones o al menos frene sustancialmente las consecuencias de las caídas de las ventas de bienes y servicios a otros países.
China sigue siendo una economía emergente, aun cuando sus números y expectativas sobre el país dejen entrever otra realidad. Por supuesto, el Gobierno del país trabaja a buen ritmo y sin descanso para impulsar su demanda interna. Ese anhelo confesado por las autoridades chinas de que la mayor parte de su población sea clase media, despegándose del umbral de pobreza, donde la gran mayoría sea encuentra en la actualidad. Necesita tiempo, seguro que lo consigue, pero hoy aún no está entre los países que pueden sostener, en mayor o menor medida, con la demanda interna su propio crecimiento económico.
Pero ya que estamos hablando de esperanza o de confianza en que llegue esa noticia, no podemos sustraernos de Europa y el Brexit. Coloquialmente hablando, nos queda un telediario para que la fecha de salida del país, presidido por Theresa May, aparezca en el calendario. No voy a detallar aquí las consecuencias que tendría una salida brusca y sin acuerdo de Reino Unido, no solo para Europa sino para todo el mundo.
Populismo político es lo único que hemos visto esparcir por doquier, quizá salvaría a China de este enorme caos de decisiones políticas
Por cierto España sería uno de los países peor parados en este contexto, la salida brusca, la del portazo. Pues bien, la situación está completamente bloqueada, no hay ninguna solución, no se avanza en un acuerdo. Hoy por hoy no hay más que una situación encajonada, donde el acuerdo diseñado entre la Unión Europea y Londres ha sido rechazado por el Parlamento británico y lo único que parece ahora mismo viable sería pedir dos años más de continuidad provisional para renegociar el tratado. Sin embargo el precipicio de la ruptura desordenada está ahí, a un telediario.
Los políticos y sus, para mí, esperpénticas decisiones han llevado a dañar el crecimiento económico. Desde que estalló la crisis no han querido llevar a cabo ajustes, reformas e implantar medidas, tal y como Draghi ha pedido a los países. Populismo político es lo único que hemos visto esparcir por doquier, quizá salvaría a China de este enorme caos de decisiones políticas. Ahora bien el tiempo siempre corre en contra, la situación comienza a tener tintes bastante negros. Ahora mismo la llegada de una recesión a bastante países no es un escenario descabellado y desde luego, los países no cuentan que el BCE tiene el arsenal de posibilidades esquilmado.
En este momento confiamos en la esperanza de que cuestiones claves, dada la gravedad de las mismas se soluciones. Sin embargo, como en la novela de Samuel Beckett, día a día esperamos, pero Godot no llega.