Opinión

Guerra comercial: fin aún incierto

Imagen: Dreamstime.

Todas las principales áreas económicas han arrojado esta semana señales capaces de inquietar a los inversores. Así, la desaceleración de China abocó a Pekín a aprobar nuevos estímulos en forma de reducciones fiscales y más flexibilidad en el endeudamiento de la Administración local.

En la eurozona, la rebaja de las previsiones de crecimiento llevó al BCE a, de modo inusualmente claro, retrasar sine die las alzas de tipos. Por último, ni siquiera EEUU se salvó y su dato de creación de empleo de febrero defraudó. Pese a todo, estaría sin duda fuera de lugar hablar de signos de una inminente recesión en estas economías. Es más, pasos como los que ha dado el BCE deben interpretarse como medidas preventivas para evitar ese escenario.

No obstante, la acumulación de tales datos ya ha tenido un efecto en bolsa, como es truncar el rebote del que el mercado se beneficiaba desde comienzos de este año. En este escenario tan difícil, solo hay un factor que podría reanimar las alzas: un pacto de EEUU y China para acabar con la guerra comercial. No es un imposible; de hecho, existen indicios muy positivos, como la buena disposición con la que tanto Was-hington como Pekín afrontan la cumbre de sus jefes de Estado del día 27.

Además, Estados Unidos suspendió la entrada en vigor de nuevos aranceles, por valor de 200.000 millones, prevista para el pasado día 1 de marzo. Con todo, la experiencia demuestra el gran riesgo que supone dar por hecho un acuerdo tan complejo como éste. Debe considerarse que, para que el pacto sea posible, ya no basta con el desarme arancelario. Además, será necesario que Pekín avance en un ámbito tan delicado como reconocer más libertad a los inversores extranjeros en sus empresas.

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