Opinión

La brecha comercial de Reino Unido respecto a la UE ya es una realidad

Estaremos aislados de nuestro mayor mercado. Se levantarán barreras comerciales. Las cadenas de suministro se derrumbarán y nos quedaremos fuera del mercado único. En los dos últimos años hemos oído hablar mucho de que la Unión Europea es nuestro mayor mercado de exportación y de que eso se pondrá en peligro cuando nos vayamos. Casi vale la pena pagar cualquier precio para mantener el flujo comercial.

Pero, esperen, más allá de las apariencias, el porcentaje de nuestras exportaciones vendidas al resto de Europa sigue disminuyendo sin cesar. Resulta que 2018 no fue una excepción. En realidad, la importancia de la UE como destino de las exportaciones está disminuyendo, y seguirá haciéndolo. ¿Por qué? Gran parte de Europa está estancada, el resto del mundo crece más rápidamente y nuestro comercio es cada vez más digital y basado en los servicios. El Brexit podría acelerar la tendencia, pero dicha tendencia es visible desde hace años, y no da señales de que vaya a cambiar en ningún sentido.

Las estadísticas comerciales completas para nuestra exportación de mercancías en 2018 ya han sido publicadas por la Oficina de Estadísticas Nacionales Británica. Ayudadas por el bajo nivel de la libra esterlina, nuestras empresas tuvieron un año bastante bueno para vender sus productos a nivel global. Nuestras exportaciones totales al resto de la UE -¡a pesar de Brexit!- han aumentado en 4,3 puntos porcentuales con respecto al mismo periodo del año anterior, lo que supone un total de 170.000 millones de libras esterlinas.

El Brexit hará a los europeos menos propensos a comprar artículos británicos

Pero las ventas al resto del mundo aumentaron de forma aún más impresionante, al crecer un 7,3%, hasta alcanzar los 192.000 millones de libras esterlinas. Del total de las exportaciones de bienes de 362.000 millones de libras esterlinas, la UE representa actualmente el 47%, frente al 48% de 2018. Esa caída de un punto porcentual puede no sonar especialmente dramática, pero continúa una tendencia implacable, que ha visto un descenso de casi diez puntos porcentuales en los últimos quince años. A este ritmo, venderemos nuestra última mercancía a Europa -probablemente una caja de whisky a una discoteca a las afueras de Málaga- en algún momento de la década de 2060.

Las exportaciones de servicios presentan un panorama ligeramente más heterogéneo. En 2017, el último año para el que se dispone de datos completos, nuestras exportaciones totales de servicios al resto de la UE ascendieron a 80.000 millones de libras esterlinas, de un total mundial de 162.000 millones, pero el porcentaje correspondiente a Europa fue casi el mismo, del 49%. Pero incluso allí, la tendencia es a la baja. En 2013, por ejemplo, la UE representaba 50,5 puntos porcentuales de nuestras exportaciones de servicios, pero la cuota se había reducido en casi dos puntos porcentuales desde entonces. Las estadísticas comerciales, al igual que la demografía, se mueven a un ritmo glacial. Las relaciones comerciales entre importadores y exportadores se establecen a lo largo de décadas y no son fáciles de cambiar. Aun así, la tendencia es indiscutible. La economía del Reino Unido se está alejando del resto de Europa, lo ha hecho durante años y es probable que continúe así. ¿Por qué? Hay cinco razones.

En primer lugar, el resto del mundo crece mucho más rápido. Eche un vistazo a los mercados de más rápido crecimiento para nuestros exportadores en 2018. Las ventas a China aumentaron un 25%, y con las tendencias actuales superarán a Francia como mercado muy pronto -tal vez en 2020 o 2021-. Suiza crece muy fuerte. En conjunto, la tasa de avance de las exportaciones al resto del mundo es casi el doble de intensa que la de las exportaciones a la UE. No es de extrañar que resulte mucho más fácil vender mercancías en los mercados que se expanden más rápidamente y en los que los ingresos aumentan con fuerza que en los mercados en los que los salarios no crecen.

Además, la otra cara de la moneda es que la UE ha estado estancada durante años. El breve impulso de crecimiento en 2017, ayudado por dos billones de euros recién impresos del BCE, ya se ha agotado. Italia está de nuevo en recesión, el crecimiento alemán se ha reducido a cero y Francia no se queda atrás. Desde que se adoptó el euro, la mayor parte del continente ha sido incapaz de una expansión sostenida. El panorama a largo plazo es igual de malo. Aunque el euro funcione correctamente, las principales economías europeas se encuentran en un fuerte declive demográfico. La población de Alemania se reducirá de 80 millones en la actualidad a 67 millones en 2060 y la de Italia a 53 millones. No hace falta ser John Maynard Keynes para darse cuenta de que los países con menos población compran menos cosas.

Desde que se adoptó el euro, el continente ha sido incapaz de crecer de forma sostenida

En tercer lugar, el comercio digital cambia la naturaleza de nuestras exportaciones. ¿Es una canción producida en Argentina o Malasia un bien, un servicio o algo completamente distinto? Y si pasa por Spotify, con sede en Estocolmo, ¿se exporta a la UE o no? Puede que a los estadísticos les haga ilusión pasar una tarde lluviosa de miércoles discutiendo so-bre eso. Pero realmente no hay mucha diferencia. En realidad, nuestras exportaciones se medirán cada vez más en bytes en lugar de toneladas, y en Internet los costes de transporte y los plazos de entrega siempre son cero. A medida que cambia la geografía, también cambia el comercio, y es tan probable que vendamos a Asia o a las Américas como a nuestros vecinos más cercanos. A medida que la economía de las aplicaciones crezca -como sin duda lo hará-, Europa será cada vez menos importante.

En cuarto lugar, los servicios son cada vez más importantes. Las exportaciones de servicios se sitúan ligeramente por debajo de la mitad del total de las transacciones. Pero crecen mucho más rápido. Se han duplicado con creces desde 2008 (de 75.000 millones de libras esterlinas a 162.000 millones). A ese ritmo, superarán nuestras exportaciones totales de bienes para 2030, que no está tan lejos. Cada vez más, nuestra verdadera ventaja competitiva como país radica en los servicios profesionales de alta calidad como el derecho, la educación, la ingeniería, el diseño y la consultoría. Es probable que Europa siga siendo un mercado relativamente débil para estos servicios, entre otras cosas porque todos los países principales ya son bastante buenos con ellos mismos.

Por último, no olvidemos el propio Brexit. Es posible que la tendencia se haya experimentado durante años, pero dejar la UE la acelerará inevitablemente. Queda por ver si nos quedamos sin un acuerdo y, de no ser así, qué tipo de acuerdo comercial podemos concertar con Bruselas en los próximos dos años. Es posible que tengamos acceso completo al mercado único, que lo limitemos a los bienes y no a los servicios, o que tengamos que recurrir a las normas de la Organización Mundial del Comercio. Sea lo que sea, como a los partidarios de la permanencia en la UE les encanta señalar sin cesar, no será tan bueno como lo que tenemos ahora mismo. Además, al mismo tiempo, el Brexit provocará que los europeos sean un poco menos propensos a comprar artículos de Reino Unido.

No cabe duda de que los expertos discutirán durante años sobre nuestra decisión de abandonar la UE el mes que viene. Pero las estadísticas comerciales dejan perfectamente claro un punto. Nuestra economía se ha ido desacoplando del resto de Europa durante años, y esa tendencia no muestra signos de ralentización. La política se está poniendo al día por fin con esa realidad.

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