
El pasado domingo fui con unos amigos a comer a San Lorenzo de El Escorial y, al llegar a la entrada del lugar donde está la basílica de Cuelgamuros, nos topamos con una larga fila de coches que estaban esperando para entrar y ver la tumba de Francisco Franco. Los más jóvenes de entre ellos quizá habrían oído hablar de la existencia de Franco y poco más. ¿Qué hacían entonces allí? Satisfacer una curiosidad, la de ver aquella tumba que el Gobierno de Pedro Sánchez ha vuelto a poner de moda. En efecto, como ha escrito Juan Francisco Fuentes, catedrático de Historia de la Complutense, "la figura de Franco ha cobrado en los últimos tiempos una actualidad sorprendente en alguien que lleva muerto casi medio siglo. Este inusitado revival del dictador y su régimen como tema de conversación y argumento político puede deberse en parte a un efecto tardío de la llamada memoria histórica que puso Zapatero en el centro de la agenda política nacional".
Si tomamos, por ejemplo, el buscador del diario El Mundo, nos encontramos con que el nombre de Francisco Franco aparece tres veces en todo el año 2000, 58 en 2008 y 161 en 2018. La misma consulta en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional, sobre un conjunto documental mucho mayor, muestra una evolución parecida: 1.858 resultados en 2000, 2.529 en 2008 y 11.897 en 2018.
Sinceramente, creo que la ley de Memoria Histórica no ha traído más que malos recuerdos y venganzas virtuales, negando, además, que en una guerra fratricida como la española de 1936-1939 se cometieron -más en las retaguardias que en el frente- todo tipo de tropelías y muchos miles de asesinatos. Mas, sea como sea, cabe preguntarse si esa vuelta atrás ha servido para conocer mejor quién era aquel general bajito de voz atiplada.
Desde luego, se conoce algo mejor su régimen que a la persona que el 1 de octubre de 1936 fue exaltada a la Jefatura del Estado, caudillo y generalísimo de los Ejércitos. Por eso es recomendable leer el libro que acaba de publicar Enrique Moradiellos Franco. Anatomía de un dictador (Turner).
Este libro, publicado inicialmente en inglés, ha sido adaptado ahora a las inquietudes del público español, y dedica dos de los tres bloques que lo componen al hombre y al dictador, y solo uno, el último, a estudiar la naturaleza del sistema político que encarnó. No se trata ni de una biografía al estilo tradicional ni de una síntesis del franquismo, sino de un buen tríptico histórico sobre ese "incómodo espectro del pasado", en el decir de Moradiellos. Aunque, sea como sea, el carácter controvertido de la figura de Franco no ha impedido un cierto consenso sobre algunos aspectos clave de su vida: por ejemplo, la importancia decisiva que tuvo en su carácter y en su querencia caudillista y mesiánica la guerra de África.
Para muchos de los biógrafos de Franco, incluido el autor de este libro, su condición de militar africanista prevalece por encima de cualquier otra influencia, una personalidad que se formó en aquella guerra de Marruecos, y gracias a esa guerra el futuro dictador dejó de ser el "Franquito" de sus años de teniente.