
En economía hay que diferenciar entre microeconomía, rama que estudia el comportamiento de un consumidor individual, empresa o familia, y la macroeconomía, que se ocupa de las grandes magnitudes del Estado, como el nivel de PIB (Producto Interno Bruto), política monetaria o política fiscal. Con un ejemplo de micro y macro intentaré explicar qué puede ocurrir tras el rechazo de los Presupuestos Generales del Estado, que acaban de provocar la convocatoria de Elecciones Generales para el próximo 28 de abril.
Como ejemplo de microeconomía, pensemos en la situación actual de muchas familias españolas, con todos sus miembros en el paro, y que mira de reojo la cuenta bancaria para ver si llegan o no a final de mes. Tienen unos gastos fijos, como la luz, comunidad, colegios, pago de la hipoteca de la vivienda, y lo que les queda lo necesitan para comer. Ante esta situación, han tenido que echar mano de los únicos ingresos fijos mensuales, la pensión del abuelo, que colabora gustosamente. A esta familia le asalta ahora el remordimiento por no haber sido más previsores y haber gastado todos los ahorros de su vida en comprar un apartamento en la playa, que al final se lo ha quedado el banco ante el impago de la hipoteca. Por último, la familia se ha visto ampliada, porque la hija casada se ha venido a vivir al hogar, con marido e hijo, por haberse quedado en paro.
Una gran parte de los ingresos y los gastos son fijos y no dependen de las Cuentas de cada año
Para examinar la situación macroeconómica de España, vamos a analizar en primer lugar los ingresos. Como todos sabemos, los impuestos no se aprueban cada año, y, aunque no se hayan aprobado los Presupuestos, los ciudadanos van a seguir pagando los impuestos, y las empresas van a seguir pagando el IVA -ingresos fijos equivalentes a la pensión del abuelo-. Lo que refleja el Gobierno en la Ley de Presupuestos es la previsión anual de los ingresos, tomando como referencia el importe recaudado en el año anterior, que se modifica como consecuencia de las subidas o bajadas de algunos impuestos, la creación de nuevos o la supresión de otros, pero que son de cuantía incierta -equivalente a los trabajos temporales que consigue el padre de familia-. Así, en los Presupuestos de 2019 rechazados por el Congreso se preveía un incremento del 10 por ciento de los ingresos, 20.000 millones de euros, cuyos cálculos cuestionaban algunos, respecto de lo recaudado en el año anterior, que fueron más de 200.000. Dicho de otra forma, si no variaran las circunstancias económicas, el Estado recaudaría en 2019 el mismo im- porte que en 2018 -la pensión del abuelo-, y las variaciones dependen de factores ajenos, como la evolución de la economía nacional y mundial -los trabajos temporales del padre de familia-.
Si nos referimos a los gastos, sucede lo mismo que con los ingresos, ya que una parte muy importante se pueden considerar fijos -luz, hipoteca y comida de la familia-, y no dependen de los presupuestos de cada año. Así, en el Presupuesto de 2018, el importe mayor se destinó al pago de las pensiones, suponiendo más del 40 por ciento de los gastos. La segunda partida más importante es la transferencia a otras administraciones públicas (Comunidades Autónomas y Ayuntamientos), que supone un 14 por ciento del gasto; y el tercer lugar lo ocupa el pago de los intereses de la deuda pública, que supone el 9 por ciento. Si a esos gastos fijos se le suman otros comprometidos, como in-versiones, el Gobierno tiene poco margen de ma-niobra - la familia tampoco, porque dedica todo a gastos fijos-.
Que el Gobierno haya tenido que convocar elecciones no significa que el país se paralice
Un factor muy importante a tener en cuenta es que cada año se gasta más de lo que se ingresa, surgiendo el famoso déficit que incrementa las deudas y que Europa nos obliga a reducir -la familia ha pedido algunos créditos al consumo, porque gasta más de lo que ingresa-. Según datos del Banco de España, la Deuda Pública a final de 2018 es del 97 por ciento del PIB, alcanzando un record histórico, y ese porcentaje supone que debemos el equivalente a toda la riqueza que se genera en un año.
Desde el año 2007, en el que solo debíamos el 36,3 por ciento, el importe de la deuda casi se ha triplicado -la familia ha ido pidiendo créditos para poder ir viviendo-. En ambos casos, la bola se ha ido haciendo cada vez más grande, y al final el pago de intereses y la devolución del importe prestado, más los gastos fijos, se come la mayor parte de los ingresos del año. Otro dato importante es que el Estado se ha gastado ya todo el importe que había en la hucha de las pensiones, 64.000 millones de euros en 2011 -la familia se ha quedado sin sus ahorros invertidos en el apartamento-.
Aunque no se aprueben los Presupuestos, la mayor parte de los ingresos y de los gastos del Estado son reales y se van a producir
Ante esta situación, la solución justa y lógica sería incrementar los ingresos, persiguiendo el enorme fraude fiscal existente, para que paguen los que no lo hacen -en la familia el marido de la hija hace trabajos en negro, que no lo sabe nadie, y no dice nada para no tener que colaborar en los gastos de la familia-. Pero, hasta ahora, ningún Gobierno ha adoptado medidas realmente eficaces para cambiar la situación -el padre de familia se ha enterado y no hace nada para evitar conflictos familiares-.
Los Presupuestos Generales del Estado son simplemente el reflejo para un año concreto de los ingresos que se esperan recaudar, y de los gastos previstos, la mayoría de ellos fijos. Pero lo cierto es que, aunque no se aprueben los Presupuestos, la mayor parte de los ingresos y de los gastos del Estado son reales y se van a producir -como la pensión del abuelo y los gastos de luz e hipoteca-.
Por tanto, el hecho de que el Gobierno haya tenido que convocar elecciones generales, como consecuencia de haber rechazado el Congreso los Presupuestos Generales del Estado, no significa que se vaya a paralizar la vida del país, y prueba de ello es que han existido ocasiones anteriores en las que se han prorrogado los del año anterior, o se han aprobado en el segundo semestre del año, como sucedió con los de 2018, y no ha pasado nada. Así que a votar, y a no preocuparse de la falta de presupuestos, que la vida sigue.