
El fomento del ahorro privado para la jubilación, cuyo medio más conocido lo constituyen los planes de pensiones, es una asignatura pendiente en España desde hace décadas. Contribuyen a ello multitud de factores, desde la escasa cultura financiera de gran parte de la población hasta la ausencia, ya muy prolongada, de incentivos tributarios reales para estos vehículos.
Junto a estos lastres, deben también situarse en lugar preferente las altas comisiones, en relación con su rendimiento e incluso con la inflación, que los gestores aplican a los planes, tal y como la OCDE destaca. No es una cuestión menor: un gravamen fijo del 0,75% supone reducir la pensión del partícipe en un 17%. Esta mengua se dispara hasta el 30% cuando la comisión llega al 1,50%%. Corregir esta situación no constituye ninguna aventura.
Muy al contrario, la OCDE recuerda que existe un modelo ya muy desarrollado en el ámbito de los fondos de inversión que consiste en vincular los pagos que se demandan al partícipe al rendimiento obtenido. En el caso de los planes de pensiones, puede además propiciarse una ventaja añadida, ya que las llamadas comisiones de éxito tienen potencial para servir de incentivo a una gestión más activa, que permita resolver el problema del muy escaso rendimiento que estos vehículos presentan.
Y aún podrían darse más pasos para elevar el atractivo de los planes de pensiones. Así, el fomento de una mayor competencia, en un sector en el que las entidades financieras siguen acaparando la mayor presencia, constituye otro avance que debe estudiarse. Todo ello contribuiría a impulsar el ahorro privado complementario, tan necesario ante la crítica situación de la Seguridad Social.