Opinión

Los resultados bancarios no convencen

Los resultados de la banca en 2018 no han traído alegría al sector, que ha sido castigado en bolsa, sobre todo para algunas entidades, cuando en la práctica su desempeño ha mejorado frente a años precedentes, aunque quizás, en general, menos de lo esperado por el mercado.

En particular, CaixaBank, pese a haber crecido en su beneficio más de un 17 por ciento, ha sido fuertemente penalizado. Banco Sabadell sí ha dado motivos para su desplome, ya que su beneficio cae un 54 por ciento, superando las peores expectativas. BBVA, entre los grandes, consigue el récord de incremento del beneficio del 51 por ciento y Bankia se anota un 39,2 por ciento, presumiendo de la rentabilidad de su fusión con BMN, aunque ello no le haya servido para librarse del castigo por entero. Banco Santander consigue un 18 por ciento, con cifras espectaculares en términos absolutos, y Bankinter, con un discreto aumento de un 6,3 por ciento, consigue, sin embargo, un récord histórico en volumen.

En general las cifras de la banca han mejorado, pero quizás hacía falta más en el difícil entorno en el que se está desenvolviendo el sector y dadas las incertidumbres que presenta el negocio a largo plazo. Es por lo que Sabadell, CaixaBank, Bankia y Santander lideran las caídas del Ibex, sufriendo los dos primeros un verdadero varapalo. Solo se salva de la quema BBVA, que se mantiene plano, a pesar de su espectacular aumento de beneficios, en parte producto de atípicos, pero, sobre todo, de un último trimestre magnífico.

La actual situación económica en Europa, cargada de incertidumbres, acentuadas tras la entrada en recesión de Italia, y el menor crecimiento de España en 2018 frente al esperado, sitúan a la banca en el ojo del huracán, porque puede que tenga que afrontar un nuevo período de enfriamiento económico sin haber podido absorber aún la gran crisis completamente. Así, el mercado entiende que los beneficios no podrán crecer en un entorno de máximas exigencias regulatorias, cambios de legislación que penalizan los resultados y bajos tipos de interés que pueden perdurar si los indicadores no mejoran.

El sector está sumido en una suerte de reestructuración sin fin, con anuncios de reducciones de plantilla y cierre de sucursales constantes

Con una política monetaria desarmada y ante un enfriamiento económico, con las economías periféricas muy endeudadas aún, los augurios sobre la posibilidad de afrontar nuevos problemas son sombríos. Al ser la banca un negocio que acompaña el ciclo y lo padece, los actuales resultados no han sido lo suficientemente buenos como para ver el futuro con optimismo. En realidad, banca y optimismo son conceptos, hoy por hoy, contrapuestos. Por otra parte, el Brexit tampoco contribuye a la estabilidad financiera en la zona del euro y algunas entidades españolas, con intereses en Reino Unido, también pueden padecer especialmente los costes de una salida abrupta de la Unión Europea.

El sector está sumido en una suerte de reestructuración sin fin, con anuncios de reducciones de plantilla y cierre de sucursales constantes, en un esfuerzo por adaptar los costes a la nueva forma de hacer banca que siempre está por llegar, pero que aún no termina de llegar, a caballo entre lo viejo y lo nuevo y sin un modelo a seguir. La nueva banca nadie sabe en qué consiste, aunque es obvio que todo el mundo piensa que no podrá ser como se hace actualmente. Entre tanto, nuevos competidores surgen y pueden surgir.

Como a perro flaco todo son pulgas, si para cualquier empresa obtener un incremento en su resultado hasta de dos dígitos es algo que hay que celebrar, para la banca puede suponer, como hemos visto con cierta sorpresa con CaixaBank, un castigo bursátil severo. Los bancos se miran con lupa, y si no gusta el último trimestre, como ha sucedido con esta entidad, no hay quien les libre del castigo.

Si los inversores están vendiendo valores bancarios, es porque creen que mejor ahora que mañana y que poco bueno se puede esperar, al menos a corto plazo

Tras un mes de enero de verdadera satisfacción para el mercado de valores, la banca ha empezado por disgustar a los inversores provocando el retroceso en el Ibex, porque la banca tiene mucho peso en el selectivo y cuando lo hace mal, toda la bolsa se resiente.

A juicio de los inversores, no podemos esperar nada brillante para el sector de este 2019. Demasiadas dudas macroeconómicas, unos tipos que no se van a recuperar a la velocidad requerida y una demanda crediticia que puede estancarse, con segmentos tradicionales problemáticos, como puede ser el crédito al consumo, en el que hay una guerra sin cuartel, y las hipotecas, que deben afrontar cambios regulatorios y sobrecostes para las entidades, a lo que cabe añadir un mercado inmobiliario que seguramente será algo menos dinámico. Si los inversores, nada más conocer los resultados, están vendiendo valores bancarios, es porque creen que mejor ahora que mañana y que poco bueno se puede esperar, al menos a corto plazo.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky