
Las empresas tienen la responsabilidad y la oportunidad de fomentar el cambio positivo hacia una economía y un desarrollo sostenible. Pero para ello es imprescindible que la ética en las compañías no solo sea una teoría o una declaración de intenciones, sino una realidad que aplique a todos los departamentos y a todos los países donde esté presente.
Los propios consumidores o clientes exigen empresas responsables, que actúen en su día a día con ejemplaridad. De hecho, como revela el estudio Marcas con Valores, el 80% de los españoles compra en función a otros valores, más allá de una buena calidad o precio, y un 58% manifestó que estaría dispuesto a pagar más por una marca con un comportamiento ético y que mantenga un compromiso claro y sincero con las personas y el medio ambiente. Por lo tanto, no basta con palabras, hay que ir más allá y que la responsabilidad forme parte del ADN de las empresas que quieran tener un lugar en la mente de los consumidores.
Y esto se traduce en que hay que cambiar la visión en las compañías para que lo importante no sea solo generar beneficios, sino generarlos de forma ética y responsable con la sociedad en la que opera, con terceros -ya sean proveedores, clientes…- y con sus propios empleados. Por esto, el objetivo como compañía debe pasar por tener un balance entre lo económico, lo ecológico y lo social, integrando la sostenibilidad en el modelo de negocio. En este sentido, es fundamental contar con la implicación del equipo humano que trabaja en una empresa para conseguir resultados efectivos en el ámbito de la responsabilidad y la ética.
Y este compromiso empresarial servirá de gran ayuda para conseguir el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con la vista puesta en 2030. Tenemos mucho que avanzar y la empresa tiene mucho por decir en aspectos tan concretos como la igualdad de género, el saneamiento y agua limpia, el trabajo decente y crecimiento económico o la producción y consumo responsable, por mencionar sólo algunos de ellos.
El papel que juegan en este campo las grandes empresas es claro: por un lado, generan gran parte de la actividad mundial y, por lo tanto, deben ser protagonistas del cambio hacia un modelo sostenible. Por otro lado, tienen también un papel ejemplarizante frente a empresas más pequeñas que, como en el caso de España, representan gran parte del PIB y de la generación de empleo y actividad.
El beneficio o el incremento de las ventas no está reñido con la responsabilidad
Sin duda, un argumento clave para que más empresas se unan al esfuerzo global para el desarrollo sostenible es que el beneficio o el incremento de las ventas no está reñido con la responsabilidad. En el caso de Henkel, seguimos aumentando las ventas reduciendo cada vez más la huella medioambiental.
Pero para hacerlo y conseguirlo con éxito, es imprescindible contar con el compromiso de los puestos de alta dirección y, por supuesto, contar con una estrategia a medio y largo plazo que sea ambiciosa a la par que realista. En el caso de Henkel, la sostenibilidad es uno de los cinco valores corporativos y forma parte del ADN de la compañía y se traduce en una estrategia alineada con la necesidad de innovador para hacer frente a los retos de aumento de población y, por lo tanto, de la demanda de productos y la generación de residuos. Esa estrategia se resume en "conseguir más con menos". Esto significa crear más valor para los clientes y consumidores, para las comunidades donde opera y la compañía, reduciendo la huella medioambiental.
En definitiva, las multinacionales tienen el papel y el reto de ser referentes en sostenibilidad y la innovación debe formar parte indispensable de ella, porque sin propuestas innovadoras conseguir generar eficiencias en toda la cadena de valor sería imposible.