
La irrupción de Vox en el Parlamento de Andalucía ha motivado una sensación de alarma, fundamentalmente entre lo que se conoce como la izquierda . ¿Hay motivo para ello? Lo primero que debemos considerar es el error que han supuesto las manifestaciones contra la irrupción de la extrema derecha en la más alta institución de Andalucía.
No sólo le han hecho un flaco servicio a la democracia sino que, además, le han regalado la ocasión para que blasonen de palma de martirio. Creo que también es un error poner el exclusivo punto de mira en la extrema derecha.
Ésta, en España, no es otra cosa que la punta de lanza, la infantería de bloque ideológico-programático que representan los "constitucionales" PP y Ciudadanos. Sobre todo cuando éstos, y bajo la hegemonía de la fundación FAES y el propio José María Aznar, están construyendo una nueva CEDA (Confederación Española de Derechas Autónoma) como la que durante la II República gobernó entre primeros de 1934 y febrero de 1936. En esa nueva CEDA estaría Vox sin lugar a dudas. Aquí sí está la alarma fundada.
La extrema derecha española no puede ser homologada, en absoluto, con la que existe en los países de la vieja y clásica Europa. Aquella vive en naciones que a lo largo de su existencia tuvieron como marco de referencia el protestantismo, la ilustración, la kulturkampf, el liberalismo, el marxismo o el modernismo. Aquí, en esta piel de toro la referencia monocolor ha tenido como jalones el autismo cultural y religioso de la Contrarreforma, la sempiterna alianza entre el Trono y el Altar, el miedo a pensar y el consiguiente castigo por ello de Fernando VII, la visión cuartelera de Franco y sus crímenes, los equívocos de Primo de Rivera y los estertores de Blas Piñar.
Por otra parte, la racista y xenófoba extrema derecha de la Europa anteriormente citada contempla en sus discursos y programas medidas de carácter social. La extrema derecha española es partidaria del neoliberalismo puro y duro, sin ambages y sin afeites. Y lo ha hecho con un discurso carente de complejos y a pecho descubierto.
Tanto PP como Ciudadanos tienen un límite electoral que no pueden traspasar. Ahí se instala Vox, recogiendo votos y adhesiones de un electorado variopinto y en muchos casos votante de izquierda. El cemento ideológico que ha permitido el nuevo ensamblaje lo constituyen las consignas del patriotismo castizo y veterofascista. Ahí la izquierda olvidó la lección porque lo ideológico fue preterido en aras de la modernidad, el mercado y el acceso a las instituciones.
El mejor análisis que la izquierda puede hacer sobre lo ocurrido en Andalucía es recomponerse con otros modos y maneras que primen la organización en torno a un programa y unos valores defendidos con firmeza. El horizonte está más allá de los procesos electorales. Olvidar eso es ir ya vencido. Claridad en los valores y principios, lucha de ideas, voluntad de sumar y discurso sin ambigüedades ni equívocos.