Opinión

Gana Vox; pierde la izquierda

  • Nos esperan semanas convulsas hasta el 27 de diciembre

Los dos grandes movimientos de la noche del domingo pasaron desapercibidos para la mayoría de las encuestas que ahondan así su paupérrimo prestigio: ni olieron que el PSOE perdía el Gobierno, ni menos aún la brutal irrupción de Vox.

La desmovilización del electorado ha perjudicado a los socialistas y la baja participación ha dejado noqueada a la izquierda. Ha sido el domingo negro para el socialismo. La presidenta, la gran derrotada, ha vivido una de sus noches más tristes, ha sido víctima de la aureola de las encuestas y ha perdido nada menos que catorce escaños que pueden significar abandonar después de 36 años la hegemonía del poder, que queda a merced de un Ciudadanos que ya ha anunciado que habrá cambios en el Gobierno. Mientras tanto, Susana Díaz sigue aferrada al poder y, en un intento vano, busca refugio en el constitucionalismo haciendo un llamamiento desesperado para evitar la llegada de la extrema derecha.

Adelante Andalucía ha sido el otro gran derrotado, incapaz de retener el voto de la izquierda, cae más de cinco puntos y tres escaños. La amalgama de marcas electorales no ha funcionado en este caso y se abren dudas de cara a su futuro, sobre todo si sus diversos grupos no confluyen juntos y dispersan el voto que les quede.

En la derecha, el gran beneficiado ha sido un Juanma Moreno que, con la campaña más "pintoresca" y a pesar de caer siete escaños, se salva él mismo y salva los muebles de Pablo Casado. De la mañana a la noche, el sorayista se ha convertido en presidenciable y acreedor de reconocimiento, cuando hace pocas horas se dudaba de su futuro en la política.

El socialismo se hunde en su bastión y hace desaparecer la posibilidad de adelantar elecciones

La victoria es un tanto amarga para el partido de Albert Rivera que, a pesar de un subidón de nueve a 21 escaños, queda a la sombra del PP. La presión sobre el partido naranja puede ser ahora asfixiante para que gobierne cualquiera que no sea el PSOE, máxime porque tiene la llave para que así sea y porque Marín no ha dejado de hacer guiños en campaña hacia Moreno pensando que sería él mismo quien acabaría por delante del popular. Los naranjas pueden estrenarse como miembros del primer gobierno de coalición de derechas.

Pero sin duda el gran triunfador de las elecciones ha sido el partido de Santi Abascal. A Vox le habrán hecho la campaña, puede ser, pero ha sido la amenaza de la aparición de la extrema derecha lo que ha conseguido el efecto contrario, como sucedió en su día con la irrupción de Podemos a nivel nacional. Su extraordinario resultado puede tener varias lecturas: puede ser el partido que se asemeja a los populismos de países del entorno europeo, puede ser una reacción frente a la extrema izquierda, puede ser consecuencia de la tibia política de Rajoy en Cataluña, tal vez una reacción contra la negociación continua de Pedro Sánchez con independentistas y nacionalistas periféricos. Sin embargo, lo que queda claro es que a partir de ahora un discurso extremista y puede que incluso peligroso, cuaja en parte del electorado.

Sería muy raro que alguno de los grupos llegase a provocar unos nuevos comicios

Nos esperan semanas convulsas hasta que el 27 de este mes se conforme el Parlamento andaluz, días que estarán marcados por la estrategia que decida adoptar Ciudadanos y por las condiciones que Vox pueda poner encima de la mesa, que pueden resultar interesantes e incluso llamativas.

Con todo  que a ninguno interesan.

En lectura nacional, el bipartidismo queda completa y definitivamente dinamitado con la aparición de nuevos partidos que, o se consolidan, o crecen de manera exponencial en muy breve espacio de tiempo.

La aparición de Vox tensa el eje de la derecha e izquierda aun más, si cabe. La preocupación dentro del PP y Cs debería ser grande; sin disponer de recursos institucionales los resultados de la formación de Abascal han sido extraordinarios y plantean una fuerte batalla dentro de la derecha en los próximos comicios nacionales. El alivio para el PP resulta momentáneo. Pablo Casado podrá seguir pidiendo elecciones anticipadas, mas aún ahora ante la debilidad de Pedro Sánchez tras este resultado, pero lo hará con la boca pequeña, mientras mantiene alta la guardia ante el ascenso de Vox en las encuestas a nivel nacional, que tendrá su segura reválida en las elecciones europeas, locales y autonómicas donde se verá de verdad si los de Abascal han venido para quedarse, como es muy posible.

Susana y el socialismo se hunden en su principal bastión y con ello desaparece toda posibilidad de que Sánchez adelante elecciones. La derrota de su principal enemiga interna le deja ante un único escenario posible: el de huida hacia delante. Si Andalucía nunca ha sido un referente en clave nacional porque siempre ganaban allí los socialistas, ahora ha quedado muy claro que sí lo puede ser.

Cuando salgan del atolondramiento electoral, Sánchez y el resto verán que se juegan el futuro en la lectura del fenómeno de Vox. Podrán conformarse con culpabilizar de su irrupción a otros partidos o, por el contrario, darse cuenta de que es un primer aviso de lo que podría suceder en el resto de España.

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