
La economía global es como una pincelada de Matisse, donde los colores claros se mezclan con los oscuros para ofrecer una panorama difuso. La aceptación del Gabinete de Theresa May del acuerdo alcanzado con el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, esta semana sobre el Brexit dibujó unos trazos de esperanza, que se cerraron al día si-guiente. El jueves, cuatro secretarios de Estado y dos ministros, encabezados por el principal negociador del Brexit, Dominic Raab, presentaron su dimisión.
El acuerdo no convence ni a los partidarios de irse de la Unión Europea, ni a los de quedarse. Otro de los dimisionarios es el se-cretario de Estado para Irlanda del Norte, Shailesh Vara, que había apoyado en el referéndum la permanencia en la Unión Europea.
La frontera entre las dos Irlandas sigue siendo la pieza de la discordia, ya que prevé algunos controles entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, lo que atentaría contra la integridad nacional. Y al contrario de lo que pasa con Cataluña, no es bien visto por ninguno de los dos bandos enfrentados en el referéndum del Brexit. Tanto la Unión Europea como la propia May reconocen que continúan con los preparativos para una ruptura desordenada el 29 de marzo de 2019.
Grandes firmas automovilísticas o bancarias han emprendido ya el camino del exilio. Los diputados tendrán que elegir entre el plan de May o el caos
Ahora, todo depende del Parlamento, donde May deberá sacar su compromiso adelante. Con su partido, los tories, roto en dos, son esenciales los apoyos entre las filas laboristas, que ya han adelantado sus dudas. La première británica va a tener que ganarse uno a uno a los diputados. La opinión más extendida es que, probablemente, saque la consulta adelante, si no prospera una moción de censura para derribarla del Gobierno.
El rechazo a su resolución causaría un perjuicio de 100.000 millones a ambos socios. El mayor damnificado sería el Reino Unido. Grandes firmas automovilísticas o bancarias han emprendido ya el camino del exilio. Los diputados tendrán que elegir entre el plan de May o el caos.
La siguiente pincelada sobre el panorama internacional es más tenebrosa. El Gobierno populista italiano descartó en un consejo de ministros, celebrado el martes por la noche, aplazar dos de sus medidas estrella: la implantación de una renta básica y la bajada de algunos impuestos, para cumplir el objetivo de déficit del 2 por ciento.
El ex primer ministro Silvio Berlusconi ya se enfrentó al brazo ejecutor de Bruselas con un presupuesto expansivo en gasto y tuvo que marcharse
La prima de riesgo se duplicó, superando los 300 puntos básicos, y sacudió los estados financieros de la banca y encareció los créditos. Sin embargo, la popularidad de los dos vicepresidentes y líderes populistas, Di Maio y Salvini, continúa al alza. Sobre todo, la del último, cuya intención de voto también se dobló por encima del 30 por ciento.
El ex primer ministro Silvio Berlusconi ya se enfrentó al brazo ejecutor de Bruselas con un presupuesto expansivo en gasto y tuvo que marcharse. En aquella ocasión, la prima se fue a 600 puntos, el doble que ahora. Pero en esta ocasión, las tres agencias de calificación, Moody's, Fitch y S&P, han mantenido el rating de su deuda por encima del bono basura y se limitaron a reducir su perspectiva.
El plan del Ejecutivo italiano supera en solo cuatro décimas el límite puesto por Bruselas y se compromete a corregirlo si la situación económica empeora. La famosa troika (FMI, BCE y UE) no le da credibilidad y receta más austeridad, como ya ocurrió en el caso de Grecia.
Lo peor es que la lucha se produce en vísperas de las elecciones de mayo al Parlamento Europeo. Si Bruselas cede, creará un mal precedente, que aprovecharán otros países. Si Roma gana el pulso, se abrirá un debate sobre las políticas restrictivas del gasto, que defienden a ultranza los nórdicos. No se prevé ningún arreglo hasta que pasen las elecciones de mayo, con una Comisión y un Parlamento renovados. Quedan meses de tiras y aflojas e incertidumbres.
Con este panorama, no es difícil augurar un futuro tormentoso en 2019, que dispare las tensiones sobre los costes de la deuda y deprima el crecimiento
Afortunadamente, ni Portugal ni España apoyan el desafío italiano, aunque es obvio que el peso de la economía transalpina puede desestabilizar el resto de Europa. Para España, existe riesgo de contagio de la subida de la prima. Por eso, el Gobierno de Sánchez se esmera en cada comparecencia en distanciarse de Salvini e insistir en su voluntad de respetar escrupulosamente los objetivos pactados, aunque todos sabemos que van a ser complicados de cumplir. Sin Presupuesto y con un Parlamento fragmentado, el Ejecutivo está maniatado para tomar medidas.
Con este panorama, no es difícil augurar un futuro tormentoso en 2019, que dispare las tensiones sobre los costes de la deuda y deprima el crecimiento. La sorpresa de esta semana fue comprobar cómo el ritmo de la locomotora europea, Alemania, se contrajo dos décimas en el tercer trimestre por primera vez desde la crisis. Los expertos consideran la desaceleración pasajera, propiciada por la adaptación del automóvil a las normas anticontaminantes y las tensiones comerciales.
La pincelada de optimismo y luminosidad en la paleta de colores de la economía mundial proviene de Estados Unidos, donde el crecimiento robusto parece no tener fin, después de una década ininterrumpida. En los últimos días, se abre otro punto de luz ante la posibilidad de que Pekín y Washington limen sus diferencias comerciales en la cumbre del G-20 a finales de mes en Argentina, donde sus líderes respectivos, Trump y Xi Jinping se reunirán.
Una noticia del Financial Times, de que Washington renuncia a imponer un 25 por ciento de aranceles adicionales a Pekín, animó las mercados, aunque luego se desmintió. Por lo menos, se reabrió el diálogo y Trump, después del revolcón de los demócratas en las últimas elecciones, dejó de anunciar más impuestos a China a golpe de tuits.
De todas maneras, el impulso de las rebajas de impuestos en EEUU se acabará a finales de 2019 o comienzos de 2020 y nadie es capaz de augurar qué pasará a partir de entonces. Las fuertes caídas del petróleo en las últimas semanas y las dudas de los mercados financieros apuntan a que un cambio de ciclo está cocinándose, aunque no sepamos cuándo estará listo.
Con este panorama, ¿qué predominaría en un lienzo sobre la economía mundial? ¿La luz y la exuberancia de Sorolla o Rubens o la tenebrosidad de Goya, El Greco o Caravaggio? Yo me quedaría con el surrealismo impresionista de Matisse, Monet, Degas o Picasso.
Dia mantiene una deuda superior a 1.500 millones con vencimientos a corto, los expertos rebajan su beneficio anual de 130 millones a 29 millones y aún desconocemos los resultados del último trimestre
PD.-En el ámbito empresarial, el derrumbe en bolsa de OHL después de la presentación de resultados sobresaltó a los inversores. El grupo constructor de la familia Villar Mir no está, sin embargo, en riesgo de quiebra , como se augura. Es cierto que unas pérdidas de 1.335 millones asustan a cualquiera, sobre todo porque sus gestores llevan varios años incumpliendo sus promesas de todo tipo. El nuevo equipo encabezado por Jose Antonio Fernández Gallar optó por levantar todas las alfombras, sanear a fondo los proyectos fallidos y ahora tiene que presentar un plan estratégico y cumplirlo a rajatabla. Si esta vez lo consigue, el mercado volverá a sonreírle. Cuenta con la ventaja de una posición de liquidez de más de mil millones y de una caja neta de 350 millones. Moody's rebajó el viernes el rating de su deuda al punto en el que estaba hace unos meses, pero con perspectiva estable.
Un caso muy diferente al de Dia, otro de las empresas en aprietos. El grupo de supermercados español mantiene una deuda superior a 1.500 millones con vencimientos a corto, los expertos rebajan su beneficio anual de 130 millones a 29 millones y aún desconocemos los resultados del último trimestre o su hoja de ruta para afrontar estos desafíos. Estoy convencido de que ambos saldrán adelante con paciencia y una mayor transparencia en la gestión.