
No existe veneno intelectual más potente que creerse las propias mentiras. En cuestiones presupuestarias, el Gobierno del doctor Sánchez comenzó perdiendo una votación decisiva: el pasado 27 de julio, el Congreso rechazó la senda de déficit, con 173 votos en contra y 88 a favor. A partir de aquí, el gobierno socialista, en lugar de cumplir la ley y presentar otra senda de déficit en el plazo de un mes, se dedicó a culpar a la oposición y al Senado de su derrota. Y empezó a creerse sus propias mentiras. Resulta ocioso decirlo pero, si no se admitía la senda propuesta por Sánchez, quedaba en vigor, para 2019 y 2020, la senda vigente, que establece un objetivo de déficit público para 2019 del 1,3% del PIB.
Sin embargo, en lo que Sánchez denomina "proyecto de presupuestos" que se remitió el lunes a Bruselas, se fundamenta en un déficit del 1,8 por ciento, aprobado por el Consejo de Ministros del 20 de julio, que es en la que el Gobierno "está trabajando". El problema es que esto es simplemente mentira, ya que el Congreso lo rechazó, dejando vigente la senda anterior.
El artículo 15.7 de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria es taxativo: "Aprobados los objetivos de estabilidad presupuestaria y de deuda pública por las Cortes Generales, la elaboración de los proyectos de Presupuesto de las Administraciones Públicas habrán de acomodarse a dichos objetivos."
Obviamente, el plan presupuestario de Sánchez no se acomoda a los objetivos aprobados por las Cortes Generales
Obviamente, el plan presupuestario de Sánchez no se acomoda a los objetivos aprobados por las Cortes Generales. Además, resulta evidente que Sánchez tampoco dispone de mayoría en el Congreso y en el Senado para que se aprueben unos objetivos, a los que se acomode su plan presupuestario, fruto del acuerdo con Podemos. En opinión de Ciudadanos, la Mesa del Congreso no podía tramitar unos presupuestos claramente ilegales, por infracción en su elaboración de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, lo que es tanto como decir unos presupuestos inconstitucionales por infringir el artículo 135, que consagra la estabilidad presupuestaria.
Ante esto, el propio Pedro Sánchez admitió el miércoles en el Pleno del Congreso, a pregunta de Albert Rivera, que el proyecto de presupuestos que presentaría se adecuaría a la senda que estuviese aprobada por las Cortes Generales, es de-cir, el 1,3 por ciento de déficit. Esto era tanto, como admitir públicamente que se habían enviado unas cuentas con 6.250 millones de euros de más gasto, o menos impuestos, que las que se iban a remitir al Congreso.
Para guinda de este pastel, las estimaciones de ingresos eran de ciencia ficción. Luis Garicano y yo, con la ayuda de nuestro equipo económico, comprobamos la previsión de ingresos por subidas de impuestos. Siendo muy optimistas, llegamos a la conclusión de que no se obtendrían más de 2.814 millones de euros, frente a los 7.178 millones de euros proyectados. Esto supone una desviación de 4.364 millones de euros adicionales, para un total de más de 10.000 millones de euros. Y eso que no tuvimos en cuenta que los nuevos impuestos, e incluso las subidas de impuestos como el diésel, no estarían vigentes el 1 de enero de 2019, sino muchos meses más tarde.
El grado de chapuza en la estimación de ingresos es difícil de superar. No se puede estimar que se van a obtener 800 millones por imponer un tipo mínimo del 15 por ciento sobre la base imponible a las grandes empresas para limitar el uso de deducciones. Hay dos razones, una es que las grandes empresas ya tributan de media un 19%. La otra, que la ley vigente del impuesto de sociedades limita el uso de las deducciones a un 30% de la cuota íntegra esto quiere decir que, a través de deducciones, una empresa puede pasar de pagar el 25% a pagar el 17,5%. Obviamente, cuando hay que pagar un mínimo del 17,5%, fijar un tipo mínimo del 15% no sirve para nada y no da recaudación.
Por supuesto, decir que se va a reducir el déficit estructural en 500 millones de euros por "adopción de las mejores prácticas internacionales en la lucha contra el fraude" es puro efecto L'Oréal: se ingresará más porque yo lo valgo. O por último, doblar las estimaciones de la Comisión Europea de la tasa Google, de 600 millones a 1.200 millones, es algo que la propia Comisión no se podría creer…
Ante esto, la Comisión Europea, en tres días, ha enviado una carta a España, no solo para pedir explicaciones, sino sobre todo instando a que se le presenten las Cuentas que de verdad se van a remitir al Congreso. Que esto le haya pasado a unas cuentas remitidas por la, hasta hace unos meses directora general de Presupuestos de la Comisión, Nadia Calviño, indica los graves problemas que ven los técnicos en Bruselas.
Y todo esto pese a que, políticamente, para la Comisión es un problema exigir explicaciones a la vez a Italia y a España.
Veremos qué nuevas cuentas presenta a Bruselas el Gobierno de Pedro Sánchez, que ahora está obligado a "actualizar" el plan que envió
Un desvío de más de 10.000 millones es muy grave, y todo ello antes de que el "vicepresidente y ministro de Hacienda in pectore" del Gobierno de Sánchez, Pablo Iglesias, empezase a negociar apoyos en la prisión de Lledoners. Del encuentro para pactar el presupuesto con un Junqueras en una cárcel no solo va a salir vergüenza y mucha, sino también más gasto y más déficit. Y después de ERC, quedan PdeCat y PNV, como mínimo.
Veremos qué nuevas cuentas presenta a Bruselas el Gobierno de Pedro Sánchez, que ahora está obligado a "actualizar" el plan que envió. En Ciudadanos no nos creímos sus cuentas, porque eran un cuento: una senda a ninguna parte. Si Sánchez quiere presentar un programa electoral de la mano de Podemos y los separatistas, lo que debería hacer no es elaborar un plan saltándose las leyes y al Congreso e intentando engañar a la Comisión Europea, sino llamar a las urnas.