
El Gobierno sorprendió a la opinión pública el martes por partida triple. Primero, por la dimisión de la hasta entonces ministra de Sanidad, Carmen Montón, tras recibir horas antes el firme apoyo del presidente del Gobierno.
Segundo, por la rápida elección (tan solo una hora después) de María Luisa Carcedo como sucesora. Y tercero, porque Carcedo aparecía en pocas de las quinielas para dirigir el Ministerio.
De hecho, se comenta en el Ejecutivo, que a Pedro Sánchez le habían recomendado con insistencia otros nombres para suplir a Montón. De ellos el que más sonaba era el del exconsejero vasco Rafael Bengoa.
Pues bien, Sánchez hizo oídos sordos y se decantó por Carcedo, en la que siempre ha confiado y que incluso estuvo de su parte tras su dimisión en el Comité Federal de 2016.Pero, desde Moncloa, se dice que la lealtad no ha sido el único motivo que propulsó a Carcedo.
"Con este nombramiento, Sánchez ha querido dar un puñetazo en la mesa y demostrar a todo el partido, líderes regionales incluidos, que el que manda y toma las decisiones es él", dicen fuentes socialistas."Es una demostración de fuerza que lanza un mensaje a los críticos", añaden desde Moncloa.