
El liderazgo es un elemento imprescindible en cualquier negocio. No importa que sea nuevo o viejo, siempre que el objetivo sea afianzarse en el mercado. Al fin y al cabo, estamos hablando de esa habilidad personal que debe concurrir en quienes orientan el trabajo de las personas en el seno de las organizaciones y asumen como rol influir en los demás para poder conseguir los objetivos y satisfacer las necesidades de la empresa.
El desembarco en el mundo del trabajo de la primera generación de profesionales formada prácticamente en su integridad en el manejo de la tecnología digital ha creado un fértil y prolífico terreno para el nacimiento de iniciativas emprendedoras que aspiran a abrirse un hueco en el mercado.
Algunas de ellas lo logran, pero desgraciadamente otras muchas sucumben por el camino. Se calcula que en España nacen alrededor de 700 nuevas startups cada año. Sin embargo, cuatro de cada diez desaparecen antes de cumplir los cuatro años. Se trata de un índice de mortalidad elevado cuya causa puede radicar en falta de financiación, errores en el diseño del modelo de negocio, fallos de concepción de la idea… Y muchas veces, también, en problemas de liderazgo.
Hablamos de una generación, la protagonista de esta corriente de emprendimiento digital, que quizás por primera vez en la Historia ha tenido la capacidad de satisfacer de forma instantánea multitud de necesidades a través de las tecnologías, pero que acumula, precisamente por esta razón, un alto riesgo de frustración cuando se presentan los obstáculos.
Y la carrera empresarial, precisamente, no es un camino pavimentado de rosas. Ni lo fue en la era analógica y quizás lo sea menos en esta era marcada por la hipercompetitividad y el ritmo acelerado de innovación.
Pues bien, estas circunstancias son las que han vuelto a poner en valor el liderazgo dentro de las empresas, y especialmente en las empresas de cuño digital. Liderazgo entendido como visión a largo plazo, vocación de esfuerzo y sacrifico, y buenas dosis de ese atributo que se conoce como resiliencia, y que no es otra cosa que levantarse, sacudirse el polvo y ponerse inmediatamente en el camino. Quizás podríamos resumir todas estas cualidades en dos o tres: sentido común, percepción de los límites y predicar con el buen ejemplo.
Las empresas digitales se caracterizan por la concurrencia de equipos multidisciplinares formados en la mayoría de los casos por profesionales muy bien formados en sus respectivas áreas de competencia. Sin embargo, el liderazgo exige algo más. Necesita de dosis de empatía o inteligencia emocional para saber escuchar a los clientes y adaptar la oferta a sus necesidades.
Lo mismo que para escuchar a los colaboradores y entender que la gestión del talento no tiene nada que ver con una apisonadora que uniforma la aportación de cada profesional al proyecto, sino más bien con la tarea de un director de orquesta que sabe orientar e inspirar a cada miembro del equipo para que alcance la mejor nota.
Esta recuperación del concepto de liderazgo se está produciendo en muchas de las empresas digitales que se han abierto camino en el mercado. Hablamos de liderazgos encarnados por profesionales lo suficientemente jóvenes para poder lanzarse al aire y planear, pero lo suficientemente maduros para haber conocido las bases en que se desarrollaron los negocios en la era analógica.
Esto es, los negocios de toda la vida. En aquel mundo, como en el de ahora, los milagros no eran la causa de nada, sino la consecuencia de muchas horas y desvelos. Y el haberse curtido en mil vicisitudes era lo que otorgaba esa pátina de autoridad que todos reconocían en el líder.
La proliferación de los negocios fintech, concretamente cuando alcanzan el punto de madurez (de hecho, estamos viendo cómo algunos de ellos acumulan ya una década de andadura) están captando talento sénior, muchas veces procedente de otros actores de las finanzas tradicionales, equipados con ese plus de experiencia y bagaje técnico que otorga el conocimiento de los fundamentos del negocio financiero y el desempeño bajo fuego real.
Hay, pues, un futuro prometedor dentro del entorno digital para esos profesionales que conocen lo mejor de los dos mundos y se disponen a extraer el máximo de oportunidades de unos modelos de negocio soportados por las nuevas tecnologías.