Opinión

Sobre los problemas del gran impacto social de la Revolución Industrial

Istock.

Para entender del modo más adecuado lo que nos sucede en España, desde el punto de vista económico, es preciso tener en cuenta que vivimos tras las consecuencias de un múltiple impacto. En primer lugar, España, a partir de 1959 y hasta ahora mismo, ha pasado a vivir dentro de un modelo económico que nada se parece al que existió desde 1874 a 1957.

Esta alteración ha originado que, al fin, España se ha internado en el conjunto de los países desarrollados. Ello generó un fuerte incremento de la renta individual, medida a través de la cifra media del PIB por habitante. De 1874 a 1957, o sea en 83 años, esta magnitud se había duplicado; de 1957 a 2018, o sea en 61 años, la multiplicación fue por 4,10; como vemos eso indica que España había pasado, en un período más breve a mejorar más rápidamente.

De alguna manera podemos decir que, como lo lógico es que este proceso continúe, nace la convicción de que las nuevas generaciones, y con rapidez, van a disponer de unas posibilidades económicas muy superiores a las actuales. Automáticamente esto nos lleva a tener que contemplar la etapa del futuro con las perspectivas que debemos a Keynes, en su famosa aportación Las posibilidades económicas de nuestros nietos, redactada en 1930, y con una de sus primeras exposiciones efectuada precisamente en Madrid.

Ahora podemos consultarla en el volumen Ensayos de persuasión. De él proceden estos párrafos -los transcribo de la página 331 de la edición de esta obra por la Fundación ICO, 2008: "Llego a la conclusión de que, suponiendo que no se produzcan futuras inquietudes ni grandes incrementos de la población, el problema económico puede resolverse o, por lo menos, tener perspectivas de solución dentro de cien años. Esto significa que el problema económico no es, si miramos hacia el futuro, el problema permanente del género humano… ¿Sería esto un beneficio? Si se creyera en los bienes reales de la vida, la perspectiva, por lo menos, nos abre la posibilidad de un beneficio. Sin embargo, pienso con temor en el reajuste de los…. Instintos del hombre corriente alimentados por la posibilidad de abandonar en unos pocos años los valores que previamente se habían mantenido".

Al incremento fuerte del PIB por habitante hay que añadir el fenómeno complementario de la distribución de la renta, objetivo logrado gracias a las políticas económicas derivadas, con mucha fuerza, tras la aparición del llamado "Estado del Bienestar", nacido en 1942 con los iniciales planteamientos de Beveridge. La igualdad, no solo en la renta monetaria percibida, sino en los servicios, desde los de la salud a los de la educación, se generalizó en todas las colectividades, en mayor o menor grado.

Diríamos que con eso el problema estaba resuelto. Hay mayor renta global, toda ella está aceptablemente redistribuida, pero, como profetizaba Keynes, surge un problema relacionado con los valores. Simultáneamente a las proposiciones de este economista, un español, Ortega y Gasset planteó, también en 1930, que en esa sociedad nacía un fenómeno muy peligroso: la masificación.

En su obra La Rebelión de las masas, Ortega y Gasset señala nada más iniciar su desarrollo fundamental para comprender conductas importantísimas que se observan en el panorama actual, que efectivamente los dos impactos señalados anteriormente como creadores de una sociedad nueva, acarrean para los habitantes de ésta, que su conjunto "cree que tiene solo apetitos, y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga -sine nobilitate, esnob-", y ello por un "retraso escandaloso de los valores morales". Y debido a eso surge, en capas cada vez más amplias de la población una convicción: la de que "el pecado más grave es ser diferente".

Y todo ese cambio tiene la repercusión que ha analizado el profesor Michael Sandel. Copio de la reseña que, con motivo de haber sido distinguido con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2018, ha escrito el profesor Juan Vázquez con el título de Sandel: lo que el dinero puede comprar, como consecuencia del título de su famoso libro Cosas que el dinero no puede comprar.

De él se desprende que, "cuando los valores de mercado lo compran todo y calan en los usos, las actitudes y las normas, entonces desplazan al esfuerzo, cambian el carácter y el significado de las relaciones y de las prácticas sociales." Por eso hay que preguntarse con Sandel si debemos estar satisfechos por las estadísticas que nos muestran que la sociedad está caminando hacia un mun-do "donde todo está en venta", o en cambio, si deberíamos habernos abierto hacia otro planteamiento colectivo donde los valores morales y cívicos no pueden, ni tampoco deben, ser comprados.

En España ha aparecido este fenómeno, inherente a la transformación derivada tanto de nuestro desarrollo como del ambiente general existente en estos momentos en el ámbito geográfico en el que nos movemos, lo que nos obliga a considerar si debemos tener en cuenta lo que exponen una serie de sociólogos franceses, que a mi juicio son sintetizados por Maud Navarre en el artículo sobre si existen o no las clases europeas aparecido en la revista Sciences Humaines, junio 2018, páginas 18-23. Y esa interrogación de si permanecen vivas aquellas clases sociales que subyacen como protagonistas de la historia, en el pensamiento de Europa -basta recordar a Marx-, y naturalmente, en España el tema de las clases sociales también ha regido de manera clara, generando todo la existencia de quienes "comprueban que las transformaciones socioeconómicas de Europa, superan ya las características específicas de cada país, a causa del giro liberal y empresarial de los Estados europeos, lo que impone un mundo original sobre todo para que en vez de clases, surjan grupos sociales".

Y todo eso, incluso la aparición de la necesidad de borrar la existencia de algo que parecía tan necesario, como era el concepto de clase social, más la unificación del conjunto que indica en estos artículos, como los de Fedric Hugué, Etienne Perissat y Alexis Spire en Les Classes Sociales en Europe (2017), que efectivamente el desarrollo económico existe, pero, ¿podemos estar tranquilos ante el futuro que por lo dicho ha creado la Revolución Industrial? Keynes, por cierto, en sus declaraciones en Madrid, consideraba que España tenía unas características especiales para soportar sin riesgo excesivo ese futuro, pero, ahora que nos hemos introducido en una realidad nueva desde el punto de vista de la economía, ¿podemos estar totalmente tranquilos? He ahí un tema de fondo ante nuestro desarrollo que conviene tener presente.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky