
El secretario general de UGT, Josep María Álvarez, se muestra, en su entrevista con elEconomista, tan combativo como cabe esperar de un líder sindical.
Sin embargo, hay aspectos en los que sobrepasa todos los límites a los que los titulares de cargos de esa importancia suelen atenerse.
Así, convierte su apoyo a la aplicación de una tasa bancaria en un ataque directo al sector financiero, al que acusa de "monopolio" y aboga por someterlo a las reglas de los "servicios públicos".
Su llamamiento a que el Gobierno haga más uso de los decretos-ley también causa sorpresa.
El sindicalismo europeo actual hace tiempo que dejó atrás mensajes como esos, que apuntan a soslayar al Parlamento o a defender la banca pública. Alvárez se equivoca si busca abandonar esa tendencia.