Otro año más, la temporada veraniega es conflictiva en una ciudad tan visitada como Barcelona. Muy comentada, incluso en medios internacionales, fue la agresión que sufrió un turista estadounidense a manos de unos manteros.
Pero el escándalo aún se complicó más por la desmesurada defensa de la alcaldesa Ada Colau que protagonizó uno de sus subordinados, el director del Plan Estratégico de Turismo de la Ciudad Condal, Albert Arias.
Como es sabido, Arias escribió un agresivo tuit en el que insultaba a las personas que pedían responsabilidades a Colau por la impunidad con la que los vendedores ambulantes ilegales actúan en Barcelona.
Arias se pasó tanto de frenada que tuvo que pedir perdón públicamente, lo que no implica que el enfado en el propio Ayuntamiento se haya disipado. "Nadie entiende por qué se lanzó de esta manera, sin consultar en ningún momento a sus superiores", comentan fuentes cercanas al Consistorio.
Se rumorea que la propia alcaldesa fue la primera sorprendida por esta ráfaga de fuego amigo que llega en el momento más inoportuno, cuando sus relaciones con el sector turístico y el pequeño comercio barcelonés son cada vez más tensas.
Por ello, dicen que Colau ha sido tajante con su equipo y ha prohibido que nadie actúe por libre ni intente "hacer méritos" saliendo en su defensa.
