
A nadie se le escapa que los sectores manufactureros en España han sido una de las áreas más castigadas por la crisis que surgió en 2007. La relación directa con el consumo final del usuario hizo que los modelos vigentes tuvieran que ser reconducidos hacia una nueva estrategia. Entre ellos se sitúa el sector del mueble. Una industria que históricamente había tenido una gran importancia, pero que se vio lastrada en unos años muy complicados.
No obstante, en la actualidad la recuperación del sector mobiliario es más que palpable y año a año se demuestra dados los resultados cosechados. Unas cifras que en el año 2016 ya superaban la tasa del 3,6% en el PIB interanual, según aseguraba el estudio La Industria del Mueble en España Edición 2017 del Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines, Aidimme.
Resultados cada vez más positivos, tal y como anuncia este mismo estudio y que señala que con este, ya son tres años consecutivos los que la industria del mobiliario ha crecido en nuestro país. Lejos todavía de los mejores años vividos a inicios de los años 2000, la recuperación del mercado inmobiliario y las exportaciones han sido dos aspectos clave en el nuevo auge del mueble. A inicios de año, se barajaba que la construcción crecerá durante este ejercicio en un 5,38% más que lo que lo hizo en 2017.
Por su parte, las exportaciones también están siendo un nuevo y potente horizonte por el que están apostando las marcas españolas. Ya en 2016, creció un 8,47% hasta los 1.847 millones de euros. Y lo que es más importante, empresas españolas que están manteniendo la producción en España. El 62% fabrica para otros países y el 94,7% produce de forma íntegra en territorio español. Situación de bonanza que también se replica en buenas noticias para el mercado laboral. En los últimos ejercicios ha crecido en un 3,6% la tasa de empleo del sector, casi 60.000 trabajadores más que en años anteriores.
Lejos quedan ya los números de los periodos más acuciantes de la crisis, como en 2013, en los que la facturación cayó aproximadamente en un 60%, en comparación con los ejercicios más dichosos previos al periodo de recesión. Así lo asegura un reciente estudio realizado por Crédito y Caución. Tiempos donde la situación económica obligó a cerca de 4.000 empresas a echar el cierre.
La tendencia ha cambiado y el entorno también. Muchas de las em-presas del sector vieron este complicado periodo como una oportunidad para innovar en sus procesos y apostar por la calidad y la originalidad po-niendo al cliente final en el verdadero centro de la ecuación, como hacen empresas de ámbitos como el del mobiliario de cocina.
La llegada de las nuevas tecnologías también supuso, y aún lo hace, un gran empujón que se ha traducido en la apertura de un infinito abanico de posibilidades, estilos y diseños, además de una inversión en nueva maquinaria que, a corto, medio y, sobre todo, a largo plazo, conseguirá ahorrar costes y mejorar los resultados. Un sector principal para la economía, gracias, por otro lado, a la industria auxiliar que genera.
El mobiliario es importante no solo por lo que genera por sí solo, también por el resto de servicios de los que se nutre y que a su vez también mueven la economía de un país. Servicios de instalación, talleres, barnizadores, pintores… Sin duda, un sector verdaderamente importante y que aporta de una manera muy significativa a la riqueza de España.
No obstante, la industria no se puede conformar con estos buenos datos. Ahora es tiempo de replantearse qué cosas se pueden mejorar para ser un auténtico referente en el panorama internacional. Para ello se hace esencial la inversión, aún mayor, en innovación y desarrollo, algo que conseguirá que la producción continúe aumentando exponencialmente y que hará que las pequeñas empresas crezcan.
El horizonte es esperanzador y lleno de retos para un área de la economía que, históricamente, se ha definido como un gran motor monetario y de satisfacción personal para el usuario final. La comparativa con tiempos pasados no tan lejanos muestra síntomas de optimismo; un optimismo que debe ser entendido como un aliciente para una continua evolución y reformulación del sistema.