Opinión

De 'Brexit' a 'Breferendum'

Imagen: Reuters

Si algo es imposible, no sucede. Si un país vota para que dos más dos sean igual a cinco, esta "decisión democrática" será eventualmente anulada por las reglas de la aritmética, no importa cuán grande sea la mayoría o cuán fuerte haya hablado el pueblo. Esta es la historia que ahora se está desarrollando en Gran Bretaña mientras el Gobierno de Theresa May tropieza hacia el acto final de la tragicomedia del Brexit.

En 2016, el pueblo británico votó a favor de abandonar la Unión Europea manteniendo "exactamente los mismos beneficios" de los que disfrutaban como miembros de la UE. David Davis, exministro de May responsable de la negociación del Brexit con la UE, utilizó esa frase en repetidas ocasiones en el Parlamento, y luego la retomó con entusiasmo la propia May. Las promesas del exsecretario de Relaciones Exteriores Boris Johnson, el jefe de la campaña del Brexit, fueron aún más cumplidas: Los británicos tendrían total libertad para vivir, trabajar y estudiar en toda Europa; acceso sin trabas al mercado único de la UE; y plena participación en cualquier institución política que un Gobierno post-Brexit pudiera sentir como si estuviera escogiendo de la huerta de la UE. En resumen, el referéndum de 2016 fue un voto por dos más dos igual a cinco.

Las consecuencias de este autoengaño son ahora evidentes, ya que el Gobierno británico se ve incapaz de obtener una mayoría parlamentaria para cualquier plan realista del Brexit. Si esta situación persiste, Gran Bretaña sólo tendrá una alternativa: otro referéndum para reconsiderar el imposible resultado de la votación de 2016.

The Times estima ahora que hay un 50 por ciento de probabilidad de que se celebre un referéndum de este tipo. Cuando Justine Greening, una de las ministras del gabinete despedidas recientemente en mayo, se convirtió en la primera conservadora de alto rango en proponer esta opción, las objeciones planteadas ya no se referían al principio de un segundo referéndum, sino a la dificultad de decidir la pregunta correcta y el método para emitir votos.

Un nuevo re-feréndum se está elevando a lo más alto de la agenda política británica debido al comportamiento contraproducente de los partidarios de la línea dura del Partido Conservador. Cuando Davis y Johnson dimitieron del gabinete de May, se produjeron rebeliones parlamentarias caóticas, tanto de las facciones euroescépticas como proeuropeas del partido. Como resultado, el principal partido laborista de la oposición ve ahora una posibilidad realista de derrocar al Gobierno de May y de desencadenar unas elecciones generales uniéndose a los partidarios de la línea dura o a los rebeldes conservadores proeuropeos para matar lo que sea que el plan de Brexit ponga en última instancia en manos del Parlamento. La oposición laborista hace que todas las opciones de Brexit estén casi seguras de ser bloqueadas.

Empezar con la amenaza de una ruptura de "no hay acuerdo", por la cual Gran Bretaña se estrellaría fuera de la UE sin ningún acuerdo sobre una nueva relación. Esto es ahora totalmente inverosímil, porque todos los partidos de la oposición británica, además de la clara mayoría de los diputados conservadores cuya lealtad principal es a los intereses empresariales, lo bloquearían.

Casi tan improbable es un Brexit duro, en el que Gran Bretaña y Europa acuerdan una separación ordenada, pero sin acuerdos preferenciales para el comercio futuro. Esto también sería rechazado por todos los partidos de la oposición, junto con docenas de conservadores centristas. Algunos de los partidarios de la línea dura de Brexit también se opondrían a una separación acordada de este tipo, porque obligaría a Gran Bretaña a pagar una elevada tasa de salida de la UE y a seguir las normas europeas para una frontera abierta con Irlanda, a cambio de ningún privilegio comercial.

El último plan de May para un Brexit suave más cooperativo ahora también se enfrenta a la oposición insuperable de Johnson y Davis, además de varias docenas de seguidores. Estos partidarios de la línea dura han denunciado el nuevo plan de May como "Brexit sólo de nombre" y un complot para convertir a Gran Bretaña en un "estado vasallo" de la UE. Los laboristas ahora están dispuestos a entrar en una alianza profana con ellos con la esperanza de precipitar el colapso del Gobierno.

Esto deja una última opción: una rebelión parlamentaria para detener el Brexit. "Exit Brexit" es la política oficial de los Liberales, los Verdes y el Partido Nacional Escocés. Pero todos los brexiteers serios, además de la gran mayoría de los diputados conservadores y la dirección laborista, que se sienten obligados a seguir las instrucciones del referéndum de 2016, obviamente no apoyarán esta opción.

Si May se ve incapaz de reunir una mayoría parlamentaria para cualquier versión de Brexit, la renuncia y una elección general no será su único recurso. Un objetivo une a todas las facciones conservadoras, independientemente de sus puntos de vista sobre Europa: evitar unas elecciones generales y el riesgo de que los laboristas ganen poder. Esto significa que May podría adjuntar una propuesta de referéndum a su versión preferida de Brexit, alegando justificadamente que la respuesta del Parlamento al referéndum de 2016 debería ser ratificada o rechazada por otro voto popular. Las investigaciones iniciadas recientemente sobre el gasto ilegal de la campaña oficial de Johnson Leave y las acusaciones de financiación rusa para la campaña paralela del ex líder del Partido por la Independencia del Reino Unido, Nigel Farage, justifican aún más un referéndum final.

Los dirigentes laboristas probablemente se opondrían a un nuevo referéndum, porque descarrilaría sus esfuerzos por forzar unas elecciones generales. Pero, sobre todo, los liberales y los nacionalistas escoceses apoyarían con entusiasmo un referéndum siempre que ofreciera a los votantes la opción de mantener a Gran Bretaña en la UE. Como resultado, May no tendría problemas en reunir una mayoría parlamentaria para un paquete legislativo que incluyera su plan Brexit con un referéndum para decidir entre éste y la alternativa de statu quo de permanecer en la UE.

La lógica sugiere que tal referéndum revertiría la decisión de 2016 de abandonar la UE, porque cualquier propuesta específica de Brexit presentada por el Gobierno sería mucho menos atractiva que las ilusiones utópicas que lograron asegurar sólo una estrecha mayoría hace dos años. Pero, para el año que viene, el pueblo británico podría estar tan enfadado con Europa que volvería a votar Leave again. Si es así, el Brexit podría seguir adelante en los términos que negocie May, y na-die podría quejarse de las consecuencias o los costes.

Cualquiera que fuera el resultado, los votantes habrían he-cho una elección honesta entre opciones genuina y adecuadamente articuladas. Eso sería la verdadera democracia, en lugar de la demagogia de que dos más dos es igual a cinco.

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