Opinión

Acorralado

Imagen: EFE

Pedro Sánchez, como en la película de Ted Kotcheff, está Acorralado (1982). Pero como si se tratase de Sylvester Stallone, en plan Rambo saldrá adelante milagrosamente y no convocará elecciones anticipadas como han dicho sus enemigos. En realidad, nunca se le ha pasado por la cabeza una cosa así. Está tan entusiasmado con su juguete que está dispuesto a decir, hacer y pagar lo que sea necesario para seguir en el poder. ¡Con lo que le ha costado llegar! Por tanto, disolverá el Parlamento única y exclusivamente cuando los sondeos de opinión le resulten favorables.

Alguien que no ha ganado las elecciones, que presentó una moción de censura "para convocar elecciones lo antes posible", y que se ha dedicado a repartir cargos públicos, no tiene la menor intención de abandonar La Moncloa por las buenas. Solo hay que echar un vistazo al BOE del último mes para comprobar la impostura que está haciendo el Gobierno socialista.

Como escribe el profesor del Instituto de Empresa y responsable de Economía de Ciudadanos Luis Garicano en El País, nada hace tanto daño a lo que es de todos como que los partidos lo usen para satisfacer intereses privados. Nombramientos de personas sin ninguna experiencia de gestión para dirigir Paradores Nacionales, el Instituto Cervantes, Aena, Red Eléctrica, Efe, TVE y un larguísimo etcétera no responde a alguien que está dispuesto a irse antes de ceder al chantaje de sus aliados parlamentarios.

Miente la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, cuando dice que "nadie resistirá más de lo razonable". Resistirán todo lo que sea necesario para asegurarse su permanencia en el poder a pesar de su exigua minoría parlamentaria de 84 diputados. Aquí no hay ni política de Estado, ni regeneración democrática, sino una impúdica ocupación del poder.

Probablemente no se aprobarán los PGE, pero lo que es seguro es que no va a salir adelante ninguna reforma estructural. Nada de nada. Se seguirá haciendo marketing político a costa de todos los contribuyentes y se seguirán pagando precios intolerables en términos de poder.

Pero lo peor está aún por venir, cuando se produzcan las próximas elecciones, porque Sánchez ha demostrado que está dispuesto a pagar lo que sea para seguir en el poder.

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