Opinión

¿Estamos a tiempo de interconectarnos?

  • "Necesitamos diversificar nuestras fuentes de energía"

Es un hecho que vivimos en la era de la híper conectividad. Un tiempo caracterizado por el poder de la globalización, en el que Internet y los avances tecnológicos están desdibujando las fronteras. Cualquiera, hoy, puede establecer una comunicación inmediata y en directo con casi cualquier parte del mundo. Todos estamos más que acostumbrados a conectarnos con personas, empresas o incluso con máquinas que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Sin embargo no ocurre lo mismo cuando hablamos de conectar la energía.

Aunque sea paradójico, podemos afirmar que, en plena era de la conectividad, España está casi desconectada o, incluso, aislada en este campo. Contamos con unas fronteras energéticas muy delimitadas, lo que nos lleva a tener uno de los niveles de dependencia más altos de la UE (más del 70%) y unas cuotas de intercambio eléctrico muy por debajo de los objetivos marcados por Bruselas (10%) para 2020. Y las consecuencias de esta situación son graves: aumento de precios de la electricidad -que todos hemos sufrido durante este largo invierno-, total dependencia de otros países para asegurar el suministro e ineficiencia en el uso de los recursos públicos. En concreto, 1.200 millones de euros al año es lo que a nuestro país le supone el sobrecoste de la falta de interconexiones energéticas, según el anterior Ministro de Energía.

Una situación que, si no remediamos pronto, se agravará aún más en unos años, si se producen aumentos de demanda de energía debido a los cambios demográficos o, también, si las emisiones contaminantes por la producción energética se ven incrementadas. La solución a este aislamiento, a que la Península sea una isla energética en el contexto de la Unión Europea, está vinculada fundamentalmente a nuestros países vecinos. Francia y Portugal nos acompañan en esta travesía para conectarnos a Europa. Y por eso ayer se celebraba la Cumbre de Lisboa.

El encuentro tuvo lugar con el fin de fomentar las interconexiones eléctricas necesarias para poder acabar con el aislamiento energético que sufre la Península. Se reunieron los principales representantes de los tres países, el presidente francés, Emmanuel Macron; el primer ministro portugués, António Costa; y el presidente español, Pedro Sánchez; con Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. Fue un momento crucial para reescribir nuestro futuro y el de Europa y caminar hacia un verdadero mercado interior de la energía.

El camino está marcado y el destino es asumible. Hace un par de años, la propia Comisión Europea fijó un mínimo del 10% de interconexión eléctrica para todos los Estados Miembros en 2020 (y 15% para 2030). ¿El objetivo? Presionar a la baja los precios de la energía, reducir la necesidad de construir nuevas centrales eléctricas, reducir el riesgo de fuga u otras formas de inestabilidad de la red, mejorar la fiabilidad del suministro de energías renovables y fomentar la integración del mercado. Sin embargo, ya estamos en 2018 y España no llega aún ni al 5%, Portugal sigue siendo una isla energética sin interconexiones (sólo conectada a España) y en Francia ha resurgido el debate sobre la necesidad de reducir la presencia de la energía nuclear en su mix energético. Todo ello hace que las interconexiones desempeñen un papel, ahora más clave que nunca, para garantizar el suministro de energía en el país vecino.

Una mayor interconectividad permite el aseguramiento de mayores niveles de seguridad y estabilidad en el suministro

¿Y por qué las interconexiones son la mejor vía? Por ejemplo, Inelfe, -la interconexión energética que conectó Francia y España en 2015-, en algo más de un año de funcionamiento ha conseguido doblar el nivel de intercambio entre ambos países (de 1,4MW a 2,8MW). Este hito, a pesar de su importancia, vino a poner fin a un periodo de más de 30 años sin interconexiones con Francia. Y esto es algo que no nos podemos permitir. Asimismo, una mayor interconectividad permite el aseguramiento de mayores niveles de seguridad y estabilidad en el suministro, que resultan fundamentales para cimentar la creciente y necesaria integración de energías renovables en el modelo energético.

En enero de este mismo año, los Estados Miembros de la UE acordaron invertir 873 millones de euros en infraestructuras de interconexiones energéticas. Concretamente, una de ellas se realizará en el Golfo de Vizcaya, de nuevo entre Francia y España, que aumentará la capacidad de interconexión entre ambos países de 2,8 GMW a 5 MW. Aunque estos son pasos en la buena dirección, siguen sin ser suficientes para alcanzar los objetivos marcados. Era más necesario que nunca que en Lisboa se analizasen cuáles son los pasos necesarios para seguir mejorando las interconexiones entre España, Portugal y Francia, porque Europa debe tener en cuenta la importancia de este triángulo del sur para conseguir sus objetivos energéticos a corto-medio plazo.

Todos queremos lo mismo. Necesitamos diversificar nuestras fuentes de energía y evitar situaciones de dependencia para garantizar el suministro energético en Europa y, al mismo tiempo, reducir las emisiones contaminantes. Sólo tenemos que estar dispuestos a dar los pasos necesarios. Contamos con la tecnología necesaria para ello y lo que no tenemos es tiempo que perder.

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