
El planeta ya se está volviendo contra nosotros. Es un terreno limitado que empieza a ser devorado por nuestros sistemas productivos, que implican un crecimiento incesante.
El trabajo para mitigar este impacto de los seres humanos sobre su entorno debe ir desde el uso de materiales y fuentes de energía renovables, hasta el reciclaje de las materias primas usadas, pasando por la reducción de nuestros consumos inútiles y el uso eficiente de aquello que tengamos que consumir inevitablemente.
De ahí la indudable trascendencia del concepto de sostenibilidad. Implica una nueva forma de desarrollo basado en cotas de bienestar económico, sanitario y cultural similares a las del promedio de los países europeos, y en reducir al máximo nuestros impactos sobre el medio ambiente.
La destrucción de los recursos naturales nos afecta a todos y debe abordarse pensando a nivel global, pero actuando localmente. Veamos un ejemplo concreto, el del impacto ambiental y el alcance económico del transporte y exportación de frutas y verduras desde España hacia otros países europeos, analizando los dos tipos de envases más utilizados, la caja de cartón ondulado y la caja de plástico reutilizable.
A la hora de intentar acercarnos a la deseable economía circular, esta comparativa invita a una reflexión en torno a lo que debe suponer la sostenibilidad, no solo en lo ecológico sino también en lo económico.
Cuando cuantificamos el impacto global del envase, su sostenibilidad, aparece como claro ganador el envase de cartón ondulado partiendo del origen de la materia prima. El plástico se obtiene a través de una materia no renovable, el petróleo, mientras que el cartón procede del papel reciclado y de la madera, que destacan por ser elementos biológicos, renovables, reciclables y biodegradables. Además, el plástico tarda mucho tiempo en degradarse, en la mayoría de las ocasiones formando microplásticos que contaminan los suelos y los mares.
Bastaría observar la legislación en España, en la que la Ley de Residuos define desde 2011 como envases sostenibles aquellos "fabricados con materias primas renovables, reciclables y biodegradables", citando expresamente los ejemplos del papel, el cartón ondulado y compacto, y la madera.
En este sentido, la legislación internacional ya ha comenzado a poner límites al uso desenfrenado del plástico en nuestra vida cotidiana. Esto no implica que algunos de estos materiales plásticos no sean necesarios para determinados usos, pero es a la hora de elegir, cuando debemos apelar a la responsabilidad y apostar por materiales alternativos más ecológicos.
Todo ello quedó de manifiesto en la presentación que el Instituto para la Producción Sostenible hizo del último estudio comparativo ambiental entre envases de cartón ondulado y de plástico reutilizable para el transporte internacional de frutas y verduras a los principales países europeos -Francia y Alemania-, un sector clave en el que, recordémoslo, España es líder europeo en exportación hortofrutícola. Pude asistir a la presentación de este extenso trabajo que identifica la Huella de Carbono de ambos para determinar su mayor o menor sostenibilidad, teniendo en cuenta su fabricación, todos los subprocesos asociados al transporte, y demás etapas de su ciclo de vida; la medida y el cálculo de las emisiones de CO2 equivalente en cada una de esas etapas, hasta la medida en que influyen factores como la distancia, o el ligado al tratamiento final del envase y al número de usos, con sus correspondientes análisis de sensibilidad.
Entre las conclusiones del trabajo, realizado por la Universidad Politécnica de Valencia, vemos que la utilización de cajas de cartón en lugar de cajas reutilizables de plástico en la exportación hortofrutícola supone un ahorro de CO2 en cifras que oscilan entre un mínimo de un 25% para el caso extremo de 50 rotaciones en el uso de cajas de plástico, y un máximo de ahorro cercano al 50% en el caso más frecuente de reutilización de la caja de plástico, 20 veces.
Puede quizá asombrar que, siendo reutilizable el envase de plástico, salga mal parado, pero es porque solemos ignorar que esa reutilización -en un número que difícilmente llega a las cincuenta veces- exige una higienización después del uso, y luego un transporte de vuelta en vacío, lo que reduce notablemente sus ventajas e incrementa la Huella de Carbono de una forma que podemos llamar inútil y generando un residuo indeseado al final de su ciclo de vida.
Sin embargo, su extendido uso se debe a la práctica de los pools de cajas de plástico que incentivan a la gran distribución europea para que prescriba esta tipología de envases, donde viene impuesto el precio del alquiler y hasta una fianza para cubrir casos de pérdidas y roturas. Una situación que al final acaba repercutiendo en el agricultor mismo, el primer eslabón de la cadena.
Adoptar las medidas correctoras en casos tan evidentes como éste es posible, cuando vemos que la sustitución del plástico por cartón ondulado supone una alternativa igual o más eficiente, más rentable para el conjunto de la cadena de valor y mucho más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.