
Todos conocemos a personas apocalípticas en cuanto a la tecnología se refiere; aquellas que siempre ven en el progreso y la innovación el inicio de todos los desastres, una forma de muerte de los trabajos convencionales. Sin embargo esto no es cierto.
Los trabajos, oficios o profesiones no van a desaparecer de manera voluntaria o por la acción de la tecnología, pero sí se van a transformar, y ya lo están haciendo, para adaptarse a un nuevo modo de ser y estar en el mundo.
El big data, las redes sociales, el entorno móvil y cloud y la inteligencia artificial están ya generando una verdadera transformación de nuestra forma de trabajar. Antes necesitábamos ir a la oficina para acceder a la información, no disponíamos de muchos datos de nuestros clientes, y mucho menos la capacidad para predecir su comportamiento de forma sistemática y en tiempo real.
El cambio en el que estamos inmersos no solo se ha producido en que ya contamos con una inmensa información, sino en la habilidad de saber cómo utilizarla. Ahora casi todo se puede realizar a través del móvil, de forma instantánea, las 24 horas del día y 365 días al año; por tanto, este comportamiento del consumidor impacta de forma directa en los hábitos de compra y por tanto en la manera de desarrollar el trabajo. En la Encuesta CCW Digital 2017, se señala que el 80% de las empresas utilizará chatbots en 2020 para comunicarse con sus clientes.
Nuestros jóvenes pertenecen a una generación con un modo de hacer las cosas diferente. Ahora es más importante el cómo hacemos las cosas que el qué hacemos. Muchas de las tareas que realizamos de forma automática, aquellas que no requieren creatividad, serán sin duda automatizadas en unos años. Los robots y la inteligencia artificial nos liberarán más tiempo al asumir aquellas funciones que no requieren ninguna innovación.
La tecnología, el impacto del cambio climático y el incremento de la expectativa de vida, abren para los jóvenes un horizonte de nuevos empleos que necesitarán un talento extremo basado en competencias diferentes y en un conocimiento que se renueva de forma constante. Se estima que el 85% de los trabajos que habrá en 2030 aún no se han inventado, y se me ocurren algunos que ahora seguramente nos resultarán inverosímiles: el Gammification Designer, que se dedicará a hacer del mundo un lugar más lúdico y desafiante a través del diseño de juegos que puedan motivar a la gente o incluso enfrentarse a serios problemas como enfermedades o depresión; el Virtual Reality Experience Designer, o sea el creador de emociones y experiencias inolvidables a través de aplicaciones o juegos con el fin de que el usuario pueda transportarse a un mundo virtual o a una realidad simulada generada por la tecnología; el Remote Drone Pilot, es decir el conductor remoto de drones, los cuales podrán ser empleados para el transporte de paquetería de forma rápida, en la agricultura, la producción cinematográfica, para la exploración en el campo científico o para inspeccionar torres de teléfono, etc; o el Nano Medic, que aparecerá como consecuencia de los avances en nanotecnología, los cuales transformarán el personal de atención médica, porque se requerirán especialistas en nanomedicina para administrar tratamientos subatómicos.
Tanto las empresas como los individuos tienen responsabilidad en adaptarse a semejantes cambios. Las empresas deben prever todo el impacto que la tecnología tendrá en la forma en que sus trabajadores desempeñan las actuales funciones, y a partir de ahí, transformar y ayudar a las personas a incrementar su empleabilidad en el actual entorno VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo). Los trabajadores por su parte, deben ser conscientes del impacto y aprender de forma continua, estar abiertos a las nuevas oportunidades que les ofrece un mundo en constante cambio y para el que necesitarán grandes dosis de creatividad, emprendimiento y flexibilidad.