
Los vientos políticos del cambio azotaron a México el domingo cuando Andrés Manuel López Obrador (más conocido por las siglas AMLO) ganó fácilmente las elecciones presidenciales de México.AMLO registró alrededor del 53% de los votos, muy por delante de los demás candidatos, con el exalcalde de Ciudad de México rompiendo el antiguo duopolio del PRI/PAN.
Los primeros resultados también sugieren que su partido Morena parece dispuesto a tomar mayorías simples en ambas cámaras del Congreso, lo que le dará al líder populista un mandato fuerte. Aunque su victoria fue anticipada por las encuestas y los mercados, la importancia histórica de este momento no puede ser ignorada con la elección de México de su primer presidente de izquierda desde la década de 1980.
Lo más importante es que la votación transcurrió sin problemas y sin signos de disputa por parte de los rivales de AMLO después de una campaña electoral divisiva marcada por la violencia extrema y la muerte de más de 130 candidatos y personal político. La campaña de AMLO aprovechó el amplio enojo anti-sistema entre la población mexicana que se ha desilusionado con años de escándalos de corrupción entre la élite política, la espiral de violencia en todo el país, el aumento de la pobreza y el lento crecimiento económico. La agenda fiscal de AMLO ha inquietado a los inversores durante el año pasado con sus políticas populistas establecidas para impulsar los beneficios de los programas sociales, aumentar las pensiones, expandir el gasto en infraestructuras, hacer retroceder la reforma del sector energético y detener la construcción del nuevo aeropuerto de Ciudad de México. Las intenciones de AMLO son financiar este aumento del gasto reduciendo la corrupción entre la clase política y recortando los salarios de los principales burócratas del Gobierno, pero hasta ahora los mercados de bonos no han sido convincentes.
En nuestra opinión, la agenda de AMLO a favor del crecimiento será en última instancia más benigna y amigable para los inversores que los peores temores del mercado. Los primeros comentarios conciliatorios después de su victoria aluden al pragmatismo de la política, la responsabilidad fiscal y la unidad nacional, al tiempo que prometen no reformar la independencia del Banco Central ni abandonar el TLCAN. Con la mayor parte de la incertidumbre política ya eliminada, y el resultado en gran medida como se preveía, esperamos cierto alivio a corto plazo en los mercados mexicanos, ya que las coberturas que los inversores tomaron en los meses anteriores se irán deshaciendo, la volatilidad cae y el mercado se centra en el camino hacia su toma de posesión el 1 de diciembre.
Nos sentimos optimistas con respecto a los bonos en moneda local, ya que el Banco Central de México (Banxico) ha hecho un trabajo estelar en la gestión de las expectativas de inflación durante los últimos 18 meses, ya que el peso se ha depreciado un 10% frente al dólar desde la victoria de Trump en las elecciones estadounidenses de noviembre de 2016. Las tasas de interés domésticas en México se han incrementado en 475 puntos básicos durante ese período, impulsando la credibilidad de la política de Banxico entre los inversionistas a niveles altísimos. Con la probabilidad de que la inflación doméstica continúe cayendo en el mediano plazo, la tasa de interés real es ahora una de las más ajustadas del mundo y las valoraciones de los bonos locales parecen atractivas en la actualidad. Dado que el crecimiento está constantemente por debajo de su tasa potencial, y que el IPC tiende a retroceder hacia su objetivo a medio plazo, creemos que incluso existe la posibilidad de que se produzcan recortes sin consenso en las tasas de interés en México durante los próximos 12 meses.
Dejando de lado la situación interna, es probable que el contexto exógeno siga siendo muy desafiante en los próximos meses. La economía de mercado se enfrenta a varios obstáculos, como el fortalecimiento del dólar estadounidense, la restricción de la liquidez mundial, el aumento de los costos de financiación de Estados Unidos, el aumento de las presiones inflacionarias, el enfriamiento del impulso del crecimiento mundial y el proteccionismo comercial. Con esto en mente, nuestro optimismo para los bonos mexicanos en moneda local es sobre una base de valor relativo en comparación con el resto de los mercados emergentes, más que en términos absolutos.