
El nuevo Gobierno del PSOE parece considerar que los españoles pagamos pocos impuestos. Efectivamente, el nivel de impuestos de un país siempre es demasiado bajo para el gasto sin control. El único compromiso que asumió Pedro Sánchez en el debate de investidura fue precisamente la estabilidad fiscal. Incluso, en una carta que entregó a sus ministros, pidió que las medidas que propusiesen "asumiesen el respeto a la estabilidad económica y presupuestaria derivada de nuestra condición de Estado miembro de la Unión Europea". Dicho en Román Paladino: que los ministros explicasen cómo iban a pagar sus medidas de gasto.
Como señala el refrán español: "dime de qué presumes y te diré de qué careces". En unos cuantos días, el nuevo Gobierno de Sánchez ha ido anunciando todo tipo de medidas de gasto, como eliminar peajes, eliminar copagos para pensionistas con independencia de su renta, etc.
Por otra parte, y respecto de algunos impuestos selectos se propone su reducción, como por ejemplo el IVA a los productos de higiene femenina. Incluso, los ministros de cultura y ¡Hacienda! ahora estudian la rebaja del IVA cultural. Respecto de los productos de higiene femenina, que ahora tributan a tipo reducido se propone que pasen al super reducido: hay un pequeño problema, está prohibido por normativa europea.
Además, los ministros de Sánchez, increíblemente, no se han enterado de que el IVA de los espectáculos culturales ya se redujo en 2017 gracias a Ciudadanos, y lo único que faltaba, el IVA del cine bajará la semana que viene: Entre las 44 enmiendas a la Ley de Presupuestos no está el IVA del cine, por lo que pese al voto en contra del PSOE a los presupuestos (ahora convertido en abstención), el nuevo Gobierno socialista no podrá impedir la rebaja del IVA del cine y no podrá bajar el de las compresas, salvo que nos salgamos de la Unión Europea. Es un tanto patético estudiar la rebaja de impuestos ya rebajados, o que es imposible rebajar, pero eso, por lo menos sólo cuesta tiempo y no dinero.
El nuevo Gobierno hereda una situación fiscal, que como siga así, va a ser cosa del pasado: España, gracias al acuerdo presupuestario PP-Ciudadanos cumplió en 2017, por primera vez en diez años, el objetivo de déficit: el 3,1 por ciento. Además, aunque todavía no hemos podido salir del procedimiento de déficit excesivo, hemos tenido la mejor cifra de déficit desde 2007. Además, los presupuestos de 2018 incluyen una rebaja de impuestos a 3,5 millones de contribuyentes, fundamentalmente los que ganan menos de 18.000 euros y las familias en situaciones especiales. Esta rebaja fue duramente criticada por el PSOE y sus socios de Unidos Podemos. A partir del 1 de julio, los contribuyentes que ganen hasta 14.000 euros dejarán de pagar el IRPF.
Todo esto, que se aprobará definitivamente en el Congreso la semana que viene, se hizo con crecimiento económico y creando empleo, no subiendo indiscriminadamente los impuestos y cotizaciones, que parece que es la solución para todo del Gobierno de Sánchez. De hecho, la primera idea anunciada por Sánchez ha sido "destopar las cotizaciones" y eliminar bonificaciones a la Seguridad Social. Esto quiere decir que las empresas y los trabajadores pagarán más por trabajar. A cambio, las pensiones máximas, que ahora están topadas, deberían en justa reciprocidad incrementarse en el futuro. Si esto no ocurre, Sánchez estaría introduciendo un simple impuesto sobre los salarios y el empleo. Ésta es la posición de los socios del PSOE, Unidos Podemos, en las negociaciones del Pacto de Toledo.
El paro y la precariedad laboral son los principales problemas de los españoles, según se refleja por ejemplo, en las encuestas del CIS. No sólo es que el PSOE, sus socios, y también el PP, no quieran abordar el problema, y rechacen simplemente admitir a trámite la proposición de ley de Ciudadanos, sino que la política de Sánchez empeora el problema. Por una parte, se pretenden eliminar bonificaciones por creación de empleo y por conversión en indefinidos de contratos temporales. Es decir, crear empleo supondrá pagar más cuotas de Seguridad Social, y si es de calidad y bien pagado, muchísimas más, por el destope de las cotizaciones. Esto no es una política laboral, sino un conjunto de ocurrencias que llevan a menos empleo y peor empleo.
Como todo esto no es suficiente, hay que incrementar impuestos. Ahora bien, lo que está en trámite, y el Gobierno debería traer en tres meses, porque así se estableció en los presupuestos a iniciativa de Ciudadanos, el impuesto a las multinacionales tecnológicas, que apenas pagan impuestos en España, ya no parece interesar a Sánchez, porque la "recaudación no es muy elevada". Siguiendo esa lógica, lo que veremos proponer a este Gobierno es lo que sí da una recaudación elevada: carburantes (gasolina y diésel), IRPF e IVA. Como se demostró en las subidas masivas de impuestos de 2012 del PP de Montoro y Rajoy, esto es negativo para el crecimiento económico y destruye empleo.
En todo este conjunto de ocurrencias, a Sánchez y a sus ministros no se les ha ocurrido hablar de eliminar gastos superfluos y duplicidades. Y tampoco les hemos escuchado hablar al autodenominado "Gobierno de la dignidad", de lucha contra la corrupción, la economía sumergida y el fraude fiscal. Eso sí, hemos oído a Ministros de Sánchez hablar de fraude para defender a un ex ministro que tuvo que dimitir (forzado como confesó ayer la Ministra de Hacienda dejando por mentiroso al interesado y a Pedro Sánchez) precisamente por defraudar a Hacienda.
Como el resto de los españoles, no sé cuál va a ser la política fiscal del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. De hecho, no sé si va a haber algo más que ocurrencias, pero de momento, las pocas ideas que Sánchez y sus ministros han hecho públicas no van precisamente en la buena dirección de una política fiscal moderada y sensata que mantenga el gasto bajo control, y haga pagar más a quiénes indebidamente pagan menos de lo debido, para poder así empezar a devolver a los españoles parte del sacrificio soportado durante la crisis, por ejemplo, bajando los impuestos. Es muy respetable, aunque sea profundamente erróneo, que el PSOE quiera hacer otra política completamente distinta y exigir más impuestos y olvidarse del control del gasto. Ahora bien, eso exige necesariamente que los españoles le den un mandato en las Urnas para cambiar toda la política económica y fiscal. Sin eso, estas ocurrencias son un atajo en un camino a ninguna parte.