Opinión

El disparo que Trump se da en el pie

Imagen: Reuters

La primera salva en la guerra comercial transatlántica ha sido disparada ahora por Estados Unidos, que está imponiendo aranceles perjudiciales a las importaciones de acero de la Unión Europea (así como de Canadá y México). Fue un ataque no provocado, contra el cual la Unión Europea ha prometido tomar represalias. Es más, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha anunciado una investigación sobre si las importaciones de automóviles amenazan la seguridad nacional. En consecuencia, cualquier respuesta en tono de venganza podría escalar rápidamente del acero a la industria auto- motriz, que es vital para Europa.

Desafortunadamente, parece que las emociones y una postura política cortoplacista, más que la lógica económica, está dictando la reacción de la UE. Para empezar, existe una inconsistencia fundamental en el discurso de la UE (y otros socios comerciales de Estados Unidos). La UE sostiene que los aranceles a las importaciones de acero afectan principalmente a Estados Unidos, y la mayoría de los economistas coinciden. Pero esto también implica que las contramedidas adoptadas por la UE afectarán principalmente a Europa.

Como los aranceles selectivos con los que amenazó la Comisión afectarán a los productos terminados, no a insumos como el acero, el daño infligido a los consumidores de la UE por las contramedidas europeas será menor que el daño infligido a la economía de Estados Unidos por los aranceles al acero de Trump. Pero aumentar los aranceles sigue siendo un acto de autolesión. A los economistas les gusta decir que el argumento de las contramedidas contra el proteccionismo en el exterior equivale a decir: "Si te disparas en el pie, yo haré lo mismo".

La respuesta apropiada a la postura de Trump de que una industria del acero estadounidense más grande responde al interés nacional debería ser: "Sr. presidente, si usted insiste en que la seguridad nacional exige que la industria de su país reciba menores volúmenes de acero europeo de alta calidad, podemos ayudar. Organizaremos un cartel de nuestros productores y les pediremos que incrementen el precio que cobran a los consumidores estadounidenses".

Técnicamente, esto representaría que la UE aceptara lo que eufemísticamente se llama una restricción voluntaria de exportación (RVE). Desde un punto de vista estrictamente económico, esto representa una alternativa atractiva a los aranceles para el país exportador. Con los aranceles a las importaciones de acero que se acaban de anunciar, Estados Unidos al menos obtendrá cierto beneficio. Para el acero, las sumas en cuestión serían moderadas. Por ejemplo, un arancel generalizado a las importaciones del 25 por ciento sobre productos de acero podría rendir casi 4.000 millones de dólares por año, inclusive si las importaciones se redujeran casi a la mitad (a 16.000 millones de dólares). Esto es insignificante en relación al déficit fiscal de Estados Unidos, que podría rozar el billón de dólares este año. Pero si la UE hubiera aceptado una RVE, los productores europeos habrían recibido esos 4.000 millones de dólares a partir de mayores ingresos por las ventas, y para ellos esta suma habría sido un estímulo muy importante, que les ha-bría permitido invertir en una mayor productividad y en una producción más sustentable.

En otras palabras, en la medida que Donald Trump solo quiera que los aliados reduzcan sus exportaciones a Estados Unidos, los productores de la UE pueden compensarlo aumentando los precios y embolsando los mayores ingresos -sin importar que los consumidores de acero en Estados Unidos estén así subsidiando a los productores de acero extranjeros.

En lugar de fanfarronear y exhibir largas listas de productos a los que la Unión Europea ahora impondrá aranceles, los líderes europeos deberían decirle a Estados Unidos que están dispuestos a organizar una RVE para sus productores de acero. Esta es una estrategia que ha perseguido con éxito Corea, cuyos productores de acero no enfrentan un arancel, porque están reduciendo sus exportaciones cobrando precios más caros, lo que les permite esperar ganancias mucho más altas.

Por supuesto, la objeción inmediata es: "Nosotros no somos Corea. La Unión Europea es demasiado grande como para que la zarandeen así". Pero la cruda realidad es que Europa depende del paraguas de seguridad de Estados Unidos, y no hay muchos indicios de que las contramedidas de la UE vayan a desviar a Trump de su curso errático. Una lógica económica calculada debería imponerse al orgullo político perdido.

El hecho de que una RVE podría satisfacer la de-manda de Estados Unidos también significa que el sentido común que sustenta las negociaciones comerciales no se aplica en este caso. Ese criterio, respaldado por los modelos de la teoría de los juegos que adoran los economistas, sugiere que la venganza es, en efecto, la mejor estrategia. Pero esto es válido únicamente en una negociación normal, donde ambos socios utilizan la amenaza de aranceles como su principal herramienta de negociación. Cuando un socio (Estados Unidos) ofrece eliminar su arancel a cambio de una restricción de las exportaciones, el juego se termina: ésta es una oferta demasiado buena como para rechazarla.

La UE acaba de rechazar una oferta de ese estilo, en parte debido a un sentimiento de orgullo herido, pero también porque las reglas de competencia podrían dificultar la organización de un cartel de productores de acero europeos. Es más, la UE hace un tiempo que libra una batalla en la Organización Mundial de Comercio para que las RVE sean ilegales. Pero estos detalles legales y diplomáticos pueden y deben superarse, para llegar a una solución que tenga sentido desde un punto de vista económico para la Unión Europea.

Hoy la cuestión es el acero, los automóviles podrían serlo en el futuro cercano y quién sabe qué otros sectores vendrán después. En lugar de adoptar una estrategia costosa de incremento de la confrontación con su principal socio comercial, los líderes de Europa deberían tragarse su orgullo y seguirle la corriente a Trump cuando insiste en llevar a la economía de Estados Unidos a la ruina.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky