
"Hoy ponemos el semen y dentro de nueve meses tendremos la criatura". Esta frase pronunciada por el expresidente de Gas Natural, Salvador Gabarró, para anunciar la opa sobre Endesa provocó una tormenta mediática hace ya 13 años. El también expresidente de Endesa, Manuel Pizarro, llegó a jurar sobre la Constitución que jamas sería empleado de La Caixa, tras calificar la oferta de hostil. La guerra empresarial desembocó en un acuerdo amistoso de la italiana Enel con la española Acciona, para hacerse con el control de Endesa.
Para evitar la impresión de que la eléctrica estatal había caído en manos extranjeras, se selló un pacto a cinco años entre Acciona y la eléctrica italiana, que dejaba la gestión en manos de la familia Entrecanales. Una foto para la historia similar a la que se hicieron esta semana el presidente de ACS, Florentino Pérez, y los consejeros delegados de Atlantia, Giovanni Castellucci, y de Hochtief, Marcelino Fernández Verdes.
La imagen, sin embargo, no resistió el paso del tiempo. Tan solo un año después, Entrecanales vendió su 25 por ciento a los italianos por 11.600 millones y se quedó con una parte de las renovables. Las alianzas políticas no rigen en el mundo del dinero.
El parecido con la situación de Abertis es bestial, pese a los buenos oficios del actual presidente de Endesa, Borja Prado, para evitar que se repita la historia. Atlantia tiene la mayoría (el 50,01 por ciento) en la sociedad holding y, además, entra en Hochtief, que es la propietaria del otro 49,99 por ciento juanto a ACS. No se trata de una sociedad paritaria, como aseguró Perez, sino de mayoría italiana. Esta es su primera mentira.
Lo contrario sería ridículo, porque Abertis es un negocio de autopistas como el de Atlantia y no de construcción como Hochtief y, por lo tanto, su futuro está en el seno de la multinacional italiana. La única duda que cabe es calcular el tamaño del pelotazo que dará Perez cuando se desprenda de la parte de Abertis que adquiera ahora.
La bolsa ya premió a ACS con una remontada del 22 por ciento en las últimas semanas, gracias a que abarata la operación con el intercambio de acciones con Hochtief y al no tener que plantear una opa frente a Atlantia, que hubiera encarecido la compra al menos otro diez por ciento adicional.
El valor de Abertis se multiplicará si el Gobierno relicita las concesiones de Aumar y Acesa, propietarias de las autopistas AP-7 y AP-4, que vencen de aquí a 2021. El ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, aseguró esta semana a elEconomista, que no habrá prórroga de la concesión (eso ya se había anunciado), pero no está garantizado que vuelvan a salir a concurso.
Según De la Serna, la decisión está en un proceso de "maduración" por parte del Go-bierno. El titular de Fomento se refiere a si políticamente interesa suprimir los peajes de las autopistas valencianas y catalanas, las principales afectadas.
La maduración que cita De la Serna está detrás de la opa de Atlantia, ya que las autopistas españolas aportan una cuarta parte del negocio de Abertis, y la falta de definición sobre su futuro debilitó a la concesionaria española frente a Atlantia, su principal competidora. "Nosotros no estamos en el Gobierno para mirar por intereses privados", remarcó el mi- nistro.
Vaya por delante que, en mi opinión, Rajoy se equivocó por completo al generar esta incertidumbre sobre el porvenir de Abertis. Pero puedo comprender que una decisión política prime sobre los intereses particulares de una empresa privada, como argumenta el ministro de Fomento, para satisfacer la reivindicación de millones de ciudadanos catalanes o valencianos, que piden desde hace años la supresión de los peajes porque se sienten discriminados con respecto a otros territorios.
Lo que nadie en-tendería jamás es que ahora se volvieran a relicitar las concesiones. No solo representaría una marcha atrás con respecto a las intenciones iniciales, sino que Rajoy contribuiría así a agigantar el pelotazo de Florentino Pérez.
La clave para solventar el puzle de la decisión que madura Rajoy está en la españolidad de las autopistas. Algunos ministros, como Álvaro Nadal, son partidarios de que el adjudicatario, si vuelven a salir a concurso, debe comprometerse a una serie de inversiones para evitar lo que ocurrió en Endesa, una vez que fue adquirida por la italiana Enel.
Otros, como De la Serna, no dan importancia a la españolidad de los propietarios. Legalmente, y sobre el papel es así, porque no se pueden poner condiciones extra a Atlantia por ser italiana, ya que se trata de un socio comunitario, que además acaba de apoyar a Luis de Guindos para la Vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE). Pero todos sabemos que los Estados ponen trabas a la entrada de actores no na-cionales en su territorio.
Una prueba de la melé política que aún queda por resolver es que La Caixa de Isidro Fainé prefiere hacer caja y no entrar en la nueva sociedad holding. A ver dónde mete los casi 4.000 millones que se va a llevar.
Para salvar el obstáculo de la españolidad, Atlantia y ACS han prometido que Abertis seguirá en Madrid y mantendrá su nacionalidad. Otra gran mentira, como Pinocho, porque el holding dueño de Abertis aún no sabe dónde pondrá su sede. Es decir, que puede acabar en un paraíso fiscal, pese a los esfuerzos oficiales por defender la españolidad de las autopistas.
Eso sí, el compromiso de Pérez y el favor que vendió a Rajoy fue quedarse con las autopistas. Una operación redonda: Atlantia se quita presión política y el astro de ACS logra una rentabilidad asegurada, a un precio de ganga. Además, en cuanto Rajoy despeje la incógnita de las licitaciones, se comenzará a formalizar la ruptura del matrimonio con Atlantia. ¡Un hacha para los negocios este Florentino!
La sagacidad de Rajoy, mostrada esta semana en el tema de las pensiones, debería aplicarla a impedir los enjuagues de esta especie de empresario salvapatrias. El presidente optó por una solución prudente: subir las pensiones mínimas y de viudedad de manera extraordinaria y en una sola ocasión, para no comprometer la viabilidad del sistema. Además, lo vinculó a la aprobación de los Presupuestos. Una arma de doble filo, porque si no logra sacarlos adelante podrá culpar de la ausencia de incremento de las pensiones tanto a Ciudadanos como al PSOE. Pero, sobre todo, a este último partido, ya que de él depende el Presupuesto, si el voto del PNV sigue supeditado el levantamiento del 155 en Cataluña.
El populismo de Pedro Sánchez vuelve a sorprender al mundo económico. No casa con un partido que gobernó España en varias ocasiones en las ultimas décadas, que haga propuestas disparatadas de manera permanente, inasumibles y dirigidas a tumbar el bienestar futuro de todos.
Rajoy mostró también reflejos al desmarcarse de la huelga a la japonesa declarada por miembros de su partido el Día de la Mujer. Incluso se puso su lazo morado en la solapa de su chaqueta. "Ya tengo bastantes líos, como para meterme en uno más", soltó a sus allegados para sorpresa de propios y extraños. Acertó. Es un error dejar siempre a la izquierda todas las iniciativas sociales. Espero que su inteligencia natural lo ilumine, porque si cambia de guión y saca a concurso las autopistas provocará un escándalo político por pactar bajo la mesa y contribuir al nuevo pelotazo de Florentino.
PD.-La decisión de Trump de imponer aranceles al acero se cobró su primera víctima en nuestro país, Tubos Reunidos. La empresa vasca dirigida por Guillermo Ulacia va hacia el concurso de acreedores por el error de concentrar toda su producción en el País Vasco, en lugar de diversificarse en varios mercados geográficos. Una lección que aprendimos en la gran crisis: no hay que poner todos los huevos en el mismo cesto, porque, si cae al suelo, se rompen todos.