Opinión

Escolano: perfil idóneo y continuidad

El nuevo ministro de Economía, Román Escolano, pasa por ser la apuesta del ministro saliente para el cargo y representa la continuidad en la cartera. La elección está muy en la línea de Rajoy, es decir, ningún aspaviento ni sobresalto y ninguna concesión a cuotas, como se venía especulando erróneamente hace unos días en los que se barajaba el nombre de una mujer.

Escolano ya ocupó cargos en los gobiernos de Aznar y es técnico Comercial y economista del Estado, como Guindos, todo un aval de conocimiento del funcionamiento de la Administración y sus requerimientos. Viene del BEI y tiene experiencia en BBVA, si bien en un cargo no ligado exactamente al negocio, como son las relaciones institucionales. Haber ocupado la Vicepresidencia del BEI refuerza el perfil internacional que se debe exigir hoy en día a un ministro de Economía, para el que los despachos en Europa no deben suponer una barrera. Por tanto, se le puede considerar que su perfil y trayectoria profesional son idóneos para el cargo y, desde ese punto de vista, un acierto.

¿Qué se puede esperar del nuevo ministro? Ante todo, y así titulamos, continuidad. En estos momentos de expansión económica parece que mantener el guion puede ser lo más conveniente, sobre todo si no se tienen los apoyos suficientes para emprender reformas de calado, para las que tampoco se aprecia voluntad política. El trabajo duro se hizo al comienzo de la primera legislatura de Rajoy y actualmente los datos son más favorables y la acción de Gobierno en Economía menos comprometida.

Aún así, hay diversos asuntos a los que prestar especial atención. De una parte, todo lo referente a las negociaciones con la Unión Europea y la participación de España en sus instituciones. El Ministro de Economía es quizá el cargo que más nos representa en el día a día de los asuntos de la Unión y el desempeño del nuevo ministro en estas lides será fundamental para nuestro país. En este aspecto, Guindos actuó con reconocida maestría, hasta el punto de conseguir la Vicepresidencia del BCE y exitosas negociaciones en el Eurogrupo que difícilmente le van a ser reconocidas, al margen del cargo obtenido.

Bajo la sombra de Guindos

En este aspecto, Escolano no será seguramente menos hábil, pues recoge el prestigio acumulado por Guindos por los evidentes éxitos económicos de España, tras una prolongada y profunda crisis de la que se está sabiendo salir con bastante éxito, por lo menos en cuanto al equilibrio macro, que es de lo que, en principio, debe responder un ministro de Economía.

Ya hubiéramos querido que el realismo y desempeño de Solbes y Salgado hubieran deparado al menos la mitad de frutos que la gestión que ahora termina, pues ambos convivieron y fomentaron desequilibrios macroeconómicos que hemos pagado caros, como un abultadísimo déficit de balanza de pagos, creciente deuda externa, burbuja crediticia, déficit públicos escandalosos y todos aquellos males que llevaron a la quiebra a muchos españoles y casi al país entero.

En este sentido, Escolano seguramente tiene mejores fundamentos y conoce algo mejor el sector privado, la banca, y, en suma, la economía real, que muchos de sus predecesores en el cargo. También dirigió en tiempos de Aznar la oficina económica del Gobierno y no era un momento fácil, pues España por entonces tenía que cumplir los requisitos de su incorporación al Euro, lo que representó un esfuerzo sin precedentes, pues previamente y, de nuevo, Solbes, había dejado España en una situación económica desastrosa.

Por todo lo dicho, no esperaremos grandes reformas, porque son imposibles, pero sí tendremos una política tranquila y sosegada en Economía que previsiblemente estará lo suficientemente bien representada en Europa como para que nuestra voz alcance, al menos, nuestro peso económico, algo que hasta ahora creo sinceramente se había empezado, aunque tímidamente, a conseguir.

El nuevo ministro va a tener que afrontar la privatización de Bankia, un tema de calado y en el que seguramente habrá que asumir ya definitivamente las pérdidas habidas por la inversión del Estado en la entidad. Quizá cualquier cosa sea mejor a que siga en manos del Estado, pero las opciones que se barajan y de las que se viene hablando estos días no parecen las más convenientes para el mercado financiero desde el punto de vista de la competencia bancaria y el cliente, aspecto éste que parece no preocupar en absoluto al Gobierno pues tiene asumido que el número de entidades seguirá reduciéndose.

Para terminar, el nuevo ministro tiene un bajo perfil político, pero potente desde el punto de vista técnico y de experiencia internacional. Más quisiéramos que todos los ministros que hemos tenido y tendremos tuvieran ese perfil tan idóneo.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky