Opinión

Desavenencias en la familia europea

Primero las buenas noticias. Se ha apoyado el pacto de 25 Estados miembros de la Unión Europea para establecer una cooperación estructurada permanente en materia de seguridad (Pesco). Primera vez en la historia del bloque que se acuerda una cooperación en este ámbito. La posibilidad de crearla se incluyó en el Tratado de Lisboa -de cuya firma se han cumplido esta semana 10 años. Sobre todo se oponía Reino Unido.

El objetivo de esta futura Unión Europea de defensa es una mayor emancipación de EEUU en asuntos militares. Arrancará con 17 proyectos concretos, algunos comprenden el establecimiento de un comando sanitario y plataformas logísticas, así como de un centro de entrenamiento para militares. Se quiere mejorar asimismo la vigilancia del espacio marítimo y desarrollar prototipos de vehículos de infantería. Otra meta es que la UE pueda enviar con mayor rapidez tropas a países en casos de crisis.

En cuanto al Brexit se ha dado luz verde a la segunda fase de las negociaciones. Los 27 consideraron que existían "suficientes progresos" para ello. El intento británico de dividir a los Estados miembros para forzar concesiones fracasó.

Un día antes del comienzo de la cumbre, la posición de Theresa May quedó muy debilitada. La Cámara Baja británica aprobó una enmienda a la ley que guiará la salida del Reino Unido que impide al Gobierno comenzar a implementar el pacto que firme con Bruselas sin el visto bueno del Parlamento. Ha supuesto la primera derrota parlamentaria de la primera ministra. Esto puede dificultar aun más el proceso del Brexit.

Con independencia de esto el compromiso en el último minuto entre la UE y Reino Unido no oculta que es ahora cuando empieza lo más difícil. No se alcanzará más que un esbozo de acuerdo comercial en torno a un par de principios básicos. El verdadero arreglo será tan técnico y complicado que habrá que seguir trabajando en él años después del Brexit. La UE ha dejado claro que la retirada de los británicos -aunque lamentable- no deja de ser un accidente. Es algo que no va a interferir en sus planes. El futuro pertenece a Europa. Así, es significativo que la Comisión, al tiempo que revelaba los detalles del divorcio con Londres, presentase su nuevo convenio comercial con Japón. En lo que se refiere al reto migratorio y las cuotas de refugiados -si bien han pasado dos años del momento álgido de la crisis- siguen la tensión y el disenso entre los líderes. Es complejo reconciliar las distintas opiniones para reformar las desfasadas leyes de asilo.

Las mayores diferencias enfrentan a los Estados del este contra gran parte de los demás. Las divisiones sobre cómo distribuir números relativamente pequeños de refugiados han envenenado las relaciones de la UE. Llegaron a complicar los esfuerzos para presentar un frente unido ante las negociaciones del Brexit y la hazaña de acordar los presupuestos de la UE hasta 2028. Los nuevos mandatarios de República Checa y Polonia se ciñeron a las posiciones compartidas con Hungría y Eslovaquia de que sus sociedades excomunistas no podían aceptar una cifra sustancial de inmigración, en especial musulmanes.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, estuvieron entre los que pedían que todos los países acogiesen una cantidad obligatoria de personas con derecho a asilo, que se han concentrado en la costa mediterránea, o, después de rutas caóticas por Europa, en el noroeste del bloque. Merkel se mostró crítica con el presidente del Consejo, Donald Tusk (en su día primer ministro de Polonia), quien en una carta enviada a los líderes dijo que el controvertido programa de la Comisión en el que se estipula reubicar a los refugiados por todo el bloque según las cuotas obligatorias había fallado. El lider de esta, Jean-Claude Juncker, defendió el firme europeísmo de Tusk, y achacó la tensión a un "malentendido". Por su parte, el primer ministro checo, Andrej Babis, calificó el debate de "tumultuoso" y dijo a los periodistas que el primer ministro griego, Alexis Tsipras, había sido "agresivo". Según Babis, los aliados del este no dejarán que la mayoría les imponga cuotas obligatorias de refugiados.

Por último la urgente prioridad de reformar la eurozona. Transformarla en una unión económica y monetaria efectiva y real. El problema es que Merkel sigue pendiente de resolver su interinidad. El presidente francés Emmanuel Macron, consciente de la necesidad de una Alemania estable y fuerte, sí ha anunciado que hay acuerdo francoalemán en cuanto a las reformas estructurales que serán elaboradas en los meses próximos.

En conclusión, algún que otro rifirrafe en Bruselas. Sin embargo, y por encima de las discrepancias en la reunión se impusieron los aspectos positivos.

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