Opinión

La revolución de las sonrisas congeladas

En el fragor de las discusiones el jueves pasado entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras para evitar la aplicación del 155, el aún vicepresidente de la Generalitat delegó la marcha de sus negociaciones en la número dos de ERC y portavoz de Junts pel Si, Marta Rovira. Esta imploró a Puigdemont con lágrimas en los ojos que no convocara elecciones autonómicas sin proclamar la independencia, porque ello supondría traicionar a miles y miles de ciudadanos que "con sus manifestaciones pacíficas en las calles protagonizaron la revolución de las sonrisas", según ella.

Rovira se equivoca, como lo hace Junqueras, uno de los mayores fiascos para el mundo empresarial, que había depositado en su carácter dialogante todas sus esperanzas de volver a la normalidad.

Al final, resultó que Junqueras es más radical que Puigdemont. Defendió hasta el último minuto la DUI. La puntilla para las inversiones empresariales, que supondrá acelerar la salida de empresas y frustrará la llegada de otras nuevas.

Puigdemont, presionado por su partido el PDeCat y el lobby empresarial, buscó una salida negociada, primero con el secretario general del PSC, Miquel Iceta, al que convenció para que el PSOE no apoyara el 155 si convocaba elecciones autonómicas, como ellos querían, y después con el lehendakari, Iñigo Urkullu. Pero todo se complicó porque sus socios de Gobierno de ERC exigían condiciones imposibles, como la puesta en libertad de los Jordis o la retirada de los efectivos policiales de Cataluña.

En el bando del PDeCat, la única esperanza proviene de la dimisión del conseller Santi Villa, que en las próximas elecciones pueda encabezar el cartel electoral de su partido o de una alternativa moderada a éste, dentro del nacionalismo.

Las negociaciones con el Gobierno se celebraron desde el martes hasta el jueves, en que Puigdemont tuvo que posponer su comparecencia ante la prensa, en espera del resultado de la mediación de Urkullu.

Rajoy dijo que no a todo tipo de propuestas de Puigdemont. Acosado por la corrupción y en caída en las encuestas frente a Ciudadanos, el 155 debería servir para devolver el apoyo de sus votantes y la ilusión a muchos españoles, hartos del dirigente catalán y de sus flagrantes violaciones, tanto de la Constitución como del Estatuto de autonomía.

Pero no será un cheque en blanco para Rajoy. Tendrá que moverse con mucha prudencia para que la aplicación de este artículo no se vuelva en su contra. El separatismo buscará provocarlo, como hizo con las Fuerzas de Seguridad del Estado el 1-O, para alimentar la hidra de las protestas callejeras y lograr mayoría absoluta en los próximos comicios.

Cataluña vivió este viernes una jornada histórica, que marcará su devenir durante las próximas décadas, al igual que ocurrió con la declaración de independencia de Companys en 1934 o la vuelta de Tarradellas desde el exilio en 1977.

Rajoy se la juega todo a una carta el próximo 21 de diciembre, fecha de los próximos comicios. El Gobierno optó por poner las urnas que no quiso Puigdemont para aprovechar su descrédito entre la población y no dar tiempo a los independentistas a rearmarse. Pero aún es pronto para cantar victoria o hablar de vencedores y de vencidos.

Sin duda, también contribuyó la precariedad en que quedaba el Gobierno español sin apoyo del PNV para aprobar los presupuestos del próximo año.

Desde el punto vista económico, marcar un plazo de solo dos meses reduce la incertidumbre, que amenazaba con hundir la tasa de crecimiento en alrededor de un punto en 2018, por debajo del 2 por ciento en el conjunto de España. La fuga de empresas, por contra, es probable que continúe o incluso se acelere en las próximas semanas.

La revolución de las sonrisas, en palabras de Rovira, puede acabar con muchas congeladas o con cara de pasmo. Pero también es cierto que el cementerio está lleno de valientes, como le ocurrió con el Brexit al ex- primer ministro, David Cameron. No quiero ni pensar el escenario que se abriría ante una mayoría absoluta del independentismo.

Y a río revuelto, ganancia de pescadores. Algunas empresas aprovecharon la confusión y el ruido del procès para consumar sus revoluciones in- ternas. Las hermanas Marta y Cristina Álvarez, hijas del fallecido presidente de El Corte Inglés, Isidoro, ejecutaron sus planes. Victor del Pozo y Jesús Nuño de la Rosa tomaron el poder ejecutivo de mano del presidente Dimas Gimeno.

El grupo está urgido por mejorar su cuenta de resultados para cumplir con lo pactado con el jeque Al-Thani de que el negocio de explotación crezca una media del 12 por ciento anual. Del Pozo tiene la misión de progresar en la estrategia online, que está dando excelentes resultados, así como ver qué hace con los centros deficitarios. De la Rosa será el encargado de la diversificación, al frente de áreas como las de viajes y seguros. Entre las hermanas Álvarez controlan cerca del 60 por ciento (22 por ciento a través de Iasa y otro 37,3 por ciento mediante la Fundación Ramón Areces).

Gimeno había descuidado la consulta de sus decisiones con ellas, así como la relación con estos dos directivos. Todo se recondujo de buenas maneras. Dimas seguirá ostentando la representación social y la imagen del grupo, dos facultades esenciales en una compañía que emplea a más de 100.000 personas y está tan enraizada en la vida cotidiana de los españoles.

Un movimiento semejante removió esta semana los cimientos de OHL. Juan Miguel Villar Mir colocó al frente de la constructora a Juan Osuna, el presidente de la filial de México, la más exitosa del grupo. La llegada de Osuna al máximo órgano de dirección de OHL es un premio por la brillante resolución del conflicto en el país azteca. Así como por el éxito de las conversaciones con el fondo IFM, al que primero incorporó como socio en la filial mexicana y después acordó la venta de toda su división de concesiones. Villar Mir en persona dirigió las negociaciones junto con Osuna.

El patrón del grupo quiere relanzarlo tras el profundo saneamiento realizado por Tomás García Madrid. Como se ve, es mentira que éste haya sido apartado por la venta de las concesiones a IFM, sino todo lo contrario, ya que apenas participó en las negociaciones.

Villar Mir está encantado con la venta de la concesionaria, que le permitirá pagar las deudas de OHL y sanear todo el grupo mediante el reparto de un dividendo, que la Junta de la sociedad decidirá a fines de diciembre.

Villar Mir ve en Osuna, exalumno y uno de sus directivos favoritos, la persona idónea para la nueva etapa, consistente en incrementar los pedidos de la constructora y ensanchar los márgenes de las adjudicaciones, dos de los hándicaps que aún quedaban por solventar a García Madrid.

La venta de la filial de construcción a la mayor empresa china del sector continúa en marcha, pero a menor intensidad, ante la ausencia de tensiones de liquidez y el encarecimiento en bolsa experimentado por los títulos de OHL.

El principal promotor de su venta, Juan Villar Mir hijo, se mantendrá en la presidencia de OHL y será, en última instancia, quien tome la decisión cuando llegue el momento oportuno.

Entretanto, el objetivo es crear una sociedad potente y con grado de inversión. En definitiva, la familia Villar Mir vuelve con fuerza al primer plano empresarial.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky