
España está superando la crisis económica más importante de su historia reciente y son ya bastantes las voces que hablan de revisar los salarios al alza. Ahora es la ministra de Trabajo Fátima Báñez quien, en recientes declaraciones, ha indicado que es el momento de subir salarios en nuestro país. Por su parte, la CEOE ya había indicado su propuesta de revisión salarial entre el 1 y el 2,5 por ciento.
Lo anterior parece razonable, si se piensa en el esfuerzo realizado por la población trabajadora y en la historia previa de nuestro país desde la transición. Eran tiempos donde los salarios se revisaban con gran frecuencia en línea con la inflación y de acuerdo con lo previsto en la negociación colectiva.
Sin embargo, en España arrastramos una tasa de paro que alcanza cotas muy elevadas y muy continuadas en el tiempo, en comparación con otras naciones de nuestro entorno. Ese asunto dista mucho de estar resuelto, a pesar de los datos parciales de los últimos meses, en los que vemos una clara tendencia a la reducción. Los números de cierre de junio arrojan una bajada de 98.000 desempleados, situándose el paro registrado en el nivel más bajo de los últimos ocho años, en la cifra de 3.363.000 personas.
La pregunta surge de inmediato: ¿es compatible el alza de salarios con el combate necesario que debemos seguir llevando a cabo contra las altas tasas de desempleo?
En opinión del premio nobel de economía Cristopher Prissarides, en declaraciones a El País el pasado 21 de enero, debemos ser cautos con nuestros deseos de incrementos salariales. En su opinión "para un país con tanto desempleo de largo plazo como España es mejor acelerar la creación de empleo, aunque sea con el salario mínimo, y una vez empleados aplicar políticas de mejora salarial".
En la misma línea se manifiesta el Banco de España, cuando indica que subir salarios para adecuarlos a las variaciones del IPC puede ir en contra de la recuperación económica de nuestro país, elevando la inflación y haciéndonos perder competitividad. Así lo indica en su informe de Proyecciones macroeconómicas de la economía española, 2017-2020.
En dicho informe se afirma que la situación macroeconómica ha mejorado en los últimos años. El número de empresas en beneficios es más alto que hace un año, pero sigue habiendo una importante cifra de las mismas en pérdidas, que aconseja que la evolución de los salarios vaya ligada a la evolución específica de las empresas y a la productividad de sus trabajadores y de las propias compañías. Así pues, el modelo de los tiempos previos a la crisis debe servirnos de lección. En aquélla situación el sueldo de un trabajador se reivindicaba en base a un acuerdo colectivo relacionado con un índice, el IPC, que nada tenía que ver con la marcha de la empresa ni con su cuenta de resultados.
Por tanto, parece razonable aconsejar que seamos prudentes y no echemos al vuelo las campanas de una, todavía no consolidada, recuperación económica que podría irse al traste si no tenemos la capacidad de entender nuestro modelo económico y la situación empresarial y productiva de nuestro país.
Y no pensemos que estamos ante lo que los economistas clásicos, de finales del siglo XVIII, definieron como la "ley de bronce de los salarios", según la cual las retribuciones de los trabajadores tienden a situarse en los mínimos de subsistencia necesarios para la persona. Estamos simplemente en la puerta de salida de una crisis que ha castigado, precisamente con mayor virulencia, a la clase trabajadora.