Opinión

Retrato del socialismo español con la debacle como telón de fondo

  • Tenso debate entre los candidatos a primarias del PSOE
Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez, en el debate de ayer. Foto: EFE

El debate se ensañó con el PSOE, la marca centenaria que ha agrupado los proyectos vitales, principios ideológicos y maneras de ver la vida de millones de personas desde hace décadas. Las siglas han sido lo más perjudicado del intercambio de golpes, reproches, acusaciones de mentir y ejemplos de rechazo mutuo que Susana Díaz y Pedro Sánchez se han dedicado durante casi dos horas, con la tercera vía de Patxi López como muralla de Jerichó impasible entre ellos, física y programáticamente.

Susana Díaz apeló a la izquierda útil. Y situando sus dardos en los bandazos de su antagonista, tanto como en sus sonrojantes e históricas derrotas electorales, vino a decir a los votantes que la utilidad de la marca PSOE está garantizada manteniendo un pulso firme en los principios y ganando elecciones. Por eso es lógica y coherente su decisión de marcharse ante un primer revés electoral, uno de los grandes errores de su rival.

Pedro Sánchez ha sido un constante derrotado en su trayectoria como secretario general del PSOE, si excluímos su victoria ante Eduardo Madina en julio de 2014 en aquellas otras primarias que nos parecen ya del Pleistoceno. El momento en que Patxi López le preguntó directamente, sin mirarle a los ojos pero con profundidad escenográfica, si sabe lo que es una nación, perseguirá a Sánchez mientras no aclare con hechos el concepto que defiende sobre las Comunidades Autónomas de Cataluña y el País Vasco y el peso que la unidad del Estado español pued llegar a en su proyecto político, si es un peso absoluto o relativo. El candidato empleó bien sus armas al tocar la fibra más izquierdista de los militantes, con una especie de termómetro que alguien llamó acertadamente 'izquierdómetro', que sirve para medir quien es más patanegra que el vecino de al lado.

Y el tercero en discordia sorprendió porque fue el que mejor argumentó su posición de fiel de la balanza. Y el que más mereció el aplauso en la búsqueda del entendimiento entre facciones aparentemente irreconciliables. Patxi López ha utilizado el debate de Ferraz para hacerse un hueco que ntenía en el desarrollo de la campaña, y ha sabido huir de los constantes abrazos del oso que sus dos adversarios le ha lanzado de forma constate (más ella que él).

Al fondo estaban, tras ese panel que ocultaba el escenario de la sala Ramón Rubial de la sede socialista madrileña, el Partido Laborista de Corbyn y sus encuestas, el socialdemócrata de Schultz y su derrota en Renania del Norte- Westfalia, el Partido Socialista francés de Hamon, advirtiendo a los socialistas españoles del camino a la debacle que les espera si no centran su mensaje y buscan su pasado histórico reciente.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky