Opinión

El difícil arte de sucederse a sí mismo

Los empresarios familiares lo conocen bien, la sucesión es uno de los momentos más complicados por los que atraviesa una empresa. Por eso aconsejan firmar un protocolo con los pasos a seguir para acometer sin sobresaltos el relevo generacional.

En el Ibex, la tendencia de alargar el mandato hasta el final de la vida está cambiando. Pero en el club de las grandes empresas españolas reina el desconcierto a la hora de abordar la sucesión de sus mandamases y los relevos son tan desordenados como variopintos.

Emilio Botín, el gran banquero español del último siglo, murió por sorpresa, sin un plan de sucesión trazado. Pero la familia reaccionó rápido, lo sustituyó en un pis pas por su hija Ana Botín, que tenía una larga trayectoria profesional, sin fricciones ni ruidos.

Un paradigma a seguir es el proceder de Amancio Ortega. El dueño de Inditex creó una fundación para traspasar la propiedad, y buscó el mejor directivo para regirla, Pablo Isla.

Isidro Fainé y Antonio Brufau obraron también con cordura. El primero asumió la presidencia de la Fundación propietaria de CaixaBank y su grupo industrial, mientras que el presidente de Repsol designó como primer ejecutivo a Josu Jon Imaz, mientras prepara su retiro. Tanto Imaz como el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, están mostrando una gran destreza en la dirección y en la obtención de resultados.

Una conducta parecida siguió César Alierta. Asumió la presidencia de la Fundación Telefónica y esta semana anunció su salida del consejo de administración del grupo de telecomunicaciones para dejar manos libres a su sucesor, José María Álvarez-Pallete.

Desde su llegada a la presidencia, Álvarez-Pallete suprimió el dividendo y se distanció de la gestión de Prisa, una adquisición hecha por recomendación oficial. Dos decisiones acertadas, en mi opinión, aunque alejadas de las pautas marcadas por su antecesor. Además, paralizó la venta de la británica 02 y la salida a bolsa de Telxius por las nuevas circunstancias del mercado.

Alierta hace bien en dejar el órgano de gobierno. No es de recibo pretender influir sobre la dirección de una empresa después de renunciar a su presidencia. Los nuevos gestores suelen tomar caminos diferentes y hay que dejarles la opción de equivocarse, para luego corregir y levantarse, aunque no es el caso de Álvarez-Pallete, que ha vuelto a colocar en el podio a Telefónica, a tenor de los comparables con otras telecos europeas.

Otro caso de diez es el del expresidente de Ibercaja, Amado Franco, que hace unas semanas traspasó su cargo a José Luis Aguirre y ratificó como consejero delegado y primer ejecutivo a Víctor Iglesias. "Cuando te vas, te vas", dijo Franco, en una emotiva despedida celebrada en el precioso Patio de la Infanta de la sede de Ibercaja, en Zaragoza.

Dos figuras desconcertantes son las de Florentino Perez y Francisco González.(FG). En la junta de ACS de marzo de 2014, Pérez anunció su marcha, tras apuntar a Marcelino Fernández Verdes como su sucesor. Pero unos meses más tarde rectificó y en la junta de accionistas celebrada esta semana, lo nombró consejero delegado.

La sorpresa vino cuando Pérez confesó su intención de continuar como presidente ejecutivo "hasta que quieran los accionistas". Es obvio que después de la práctica salida de los March y los Fluxá, el voto del resto de accionistas está muy diluido y sin ninguna capacidad de decisión. Es decir, que piensa quedarse hasta el final de sus días.

El presidente de BBVA ha ido retrasando su jubilación desde hace casi una década. La última fecha establecida es finales de 2019, cuando cumpla los 75. Hace un año obtuvo permiso del BCE para seguir hasta esa fecha, aunque hay quien asegura que lo intentó prorrogar aún más, sin ningún éxito.

Después del cese por sorpresa de Ángel Cano y el nombramiento de Carlos Torres como número dos, declaró en una entrevista con El Mundo sobre su sucesor: "Desde luego, Carlos Torres tiene una formación, una actitud y una visión muy buena, pero este tipo de decisiones las debe tomar el consejo de administración". ¿Y quien manda en el órgano de administración? González.

La resistencia a marcharse provoca una guerra larvada entre los hipotéticos candidatos. El que tiene más posibilidades es el exgobernador del Banco de España y actual presidente del Banco Internacional de Pagos (BIS), Jaime Caruana, pese a que ha negado con vehemencia su interés por el puesto en alguna ocasión.

Caruana salvó a FG de la operación hostil preparada por el expresidente de Sacyr, Luis del Rivero, con la connivencia del exministro de Industria socialista Miguel Sebastian. El ex vicepresidente segundo del Gobierno en aquellos momentos, Pedro Solbes, se puso de canto y tuvo que ser Caruana, con buen criterio, quien se pronunció en contra de la posible adquisición.

La fechas encajan como las piezas de un puzzle. Caruana deja el BIS en septiembre, justo dos años antes de la jubilación de FG, que es el periodo de carencia aconsejable para asumir un alto cargo en la banca.

El exconsejero del BCE, José Manuel González Páramo, uno de los fichajes estrella de González para el órgano de administración, es otro de los favoritos para heredar su sillón.

En los últimos meses, se especula incluso con otro aspirante de gran altura, el ministro de Economía, Luis de Guindos, quien atesoraría la ambición secreta de suceder a FG si este otoño es nombrado vicepresidente del BCE. Un cargo de postín, que podría utilizar como una catapulta idónea para ocupar el sillón de González, aunque las relaciones entre ambos son muy tirantes.

Las incertidumbres no son buenas para los negocios. González debería despejar cuanto antes el camino de su relevo, o confesar, como Florentino Pérez, que su intención es quedarse in aeternum. Un flaco favor para el banco.

P. D.- Por lo demás, Cristóbal Montoro dio esta semana un paso esencial para la aprobación del Presupuesto que asegura la prolongación de la legislatura hasta 2019. Sólo la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas puede poner en jaque la estabilidad, si Rajoy pierde el apoyo de Albert Rivera. El triunfo de Sánchez sobre Susana Díaz daría la puntilla al socialismo y ratificaría la tendencia ya vista en Europa. En Francia, este fin de semana el centrista Enmanuel Macron debería enterrar el tradicional bipartidismo entre el socialismo y la derecha, que se repartieron el poder durante décadas. Los mercados dan por hecho la victoria de Macron y celebran con alzas que las tesis europeístas y moderadas logren revertir la fuerza de los populismos, que provocaron el Brexit y el acceso de Trump a la Casa Blanca.

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