
Los últimos años no han dejado de sobresaltar a los padres a la hora de adquirir vacunas para sus hijos menores de edad. Los fármacos destinados a prevenir la tosferina, la varicela y la meningitis han presentado problemas de desabastecimiento en las farmacias españolas, hasta el punto de que muchos progenitores se vieron incluso forzados a viajar a otros países para lograr los medicamentos.
En el caso de la meningitis, no pueden darse por solucionadas las dificultades. A finales de 2016, las boticas de nueve provincias ya denunciaron que seguían sin recibir las dosis que necesitan de la vacuna Bexsero. Este mes, Sanidad ha tenido que reconocer la evidencia y el Bexsero ha vuelto a entrar en la lista del Ministerio que recoge los fármacos con problemas de escasez.
El desabastecimiento en cualquier territorio es preocupante cuando se trata de un producto que está incluido en el calendario de vacunación de todas las autonomías. Pero la falta es aún más grave si se considera que Sanidad dio por cerrada la incidencia en el pasado mes de julio. Fue una decisión precipitada, en la medida en que la realidad demuestra que el departamento ahora dirigido por Dolors Monserrat sigue incurriendo en el mismo error: la falta de una planificación realmente eficiente.
El Bexsero se basa en un principio activo cuya síntesis es compleja. De hecho, su fabricante, GlaxoSmithKline asegura que se enfrenta ahora a un problema de producción que puede prolongarse hasta abril. Sanidad debería prever esos riesgos potenciales y, ante la alta demanda que siempre presenta esta vacuna, contar con protocolos adecuados, capaces de impedir que los desabastecimientos surjan de forma recurrente cada año.