
Donald Trump tiene asustada a media humanidad y a todas las elites españolas, tanto si son de izquierdas como si son de derechas. Su discurso de toma de posesión es como estar escuchando al patriota Pablo Iglesias arremeter contra las elites o a Franco cuando exigía "consumir productos españoles". La recurrida frase de Samuel Johnson, "el patriotismo es el último refugio de los canallas", nunca cobró mayor sentido.
Es comprensible que este personaje de opereta, como en su día lo fueron Hitler, Mussolini, Stalin o Castro, provoque aprensión en los bien intencionados demócratas de "toda la vida", sobre todo si son de izquierdas y tienen una visión solidaria y progresista del mundo. Pero, como dijo el Papa Francisco en la entrevista a El País, hay que esperar y ver: "Asustarme o alegrarme por lo que pueda suceder, nos puede hacer caer en una gran imprudencia. A ver qué pasa". Tal vez sea un deseo más que una realidad, pero, cuando se anuncia una catástrofe, en la mayoría de las ocasiones no pasa nada. Las aguas vuelven a su cauce y se termina recuperando el equilibrio Es como cuando se estira de una cuerda hacia un lado, que provoca una fuerza de resistencia en sentido contrario.
En una sociedad tan conservadora como la norteamericana, los cambios se han producido muy rápidos. En menos de una década un presidente negro; el anuncio de una mujer en la Casa Blanca; la aceptación de China como primera potencia económica sin oponer resistencia; la deslocalización acelerada de la industria nacional; la llegada masiva de inmigantes; la apertura de relaciones con Cuba sin contrapartidas; y la resignación ante las amenazas del terrorismo islamista. Ante tal panorama, que atemoriza a una gran parte de los americanos: ¡zapatazo! Se necesitaba un puñetazo sobre la mesa frente a una globalización que provoca un crecimiento desigual y un reparto de la riqueza asimétrico. ¿Significa esto que nos vamos al otro extremo y que el mundo se dirige a un nuevo fascismo? No necesariamente. Como en el excelente documental de Guillermo García López, estamos ante un Frágil equilibrio (2016). Esperemos que las cosas no vayan a más y que los contrapoderes que tiene la sociedad norteamericana pongan a Trump en su sitio. Estamos a tiempo.