Opinión

Europeos entre hartazgo y esperanza

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, alertó el miércoles del hartazgo de los europeos. Están hastiados de disputas y controversias. Juncker lamentó la división y fragmentación que han llevado a un nivel bajísimo de convergencia. El populismo campa a sus anchas. Sus soluciones son falaces y tramposas. Solo traen consigo más problemas. El resultado son gobiernos debilitados y paralizados por el miedo a perder elecciones. El motor germano-francés está casi parado por las presidenciales galas de mayo y las legislativas alemanas en un año. En Italia, Matteo Renzi se juega su futuro político en el referéndum constitucional. En Holanda hay legislativas en febrero con la ultraderecha liderando los sondeos. Austria tiene presidenciales a finales de este año.

En su discurso sobre el estado de la UE ante el pleno del Parlamento Europeo, Juncker habló de "crisis existencial". No insistió esta vez en profundizar la integración. Suprimió el énfasis en la solidaridad. ¿Un guiño a la locuaz palabrería populista? Sería un mal paso. Nunca ha servido de nada intentar congraciarse con ellos.

En lugar de un gran proyecto político, Juncker ofreció planes a pequeña escala. Caramelos de diferentes sabores y colores. Internet gratuito, protección para los trabajadores del acero, dinero para productores de leche, proyectos contra el desempleo juvenil, lucha contra la evasión fiscal, un nuevo derecho de autor? cada uno escoja lo que más guste. Sin embargo, con esas medidas - aunque sean necesarias - no volverá nunca la ilusión perdida por el sueño europeo.

Juncker nos aseguró que "el brexit no nos destruirá". No; pero la Unión ha de recuperar la iniciativa para evitar que los nacionalismos nos lleven a recordar y a revivir el violento pasado del Viejo Continente.

La única gran decisión política de la UE se refirió a un sistema conjunto de control de las costas y fronteras exteriores. Respuesta fundamental tanto a la presión migratoria como a la amenaza terrorista. Seguridad y defensa son temas prioritarios que no pueden ser dejados a los populistas. Desde el 11-M de 2004 en Madrid, Europa ha sido escenario de 30 atentados. 14 de estos ataques se han llevado a cabo en el último año.

Se retoma además un viejo proyecto franco-alemán: comenzar a fraguar una unión defensiva conformando un Ejército europeo. Juncker ha recuperado la idea de una Unión de la Defensa y ha pedido una "sede única" para las operaciones de la UE, que en la última década ha participado en más de 30 misiones civiles y militares. Con el brexit desaparece la insistente resistencia británica.

Y tras el discurso de Juncker, en una semana decisiva, llegó la cumbre informal de Bratislava. Los líderes europeos llevaban semanas tratando de coordinar posiciones. Formar alianzas, limar asperezas. En un mes escaso la canciller, Angela Merkel, habló con la mayoría de los 27 líderes que integraron el encuentro en la capital eslovaca. Cerró su ronda de contactos reuniéndose con el presidente francés, François Hollande.

Bratislava se convirtió en una especie de talismán para sacar la Unión del pesimismo y la parálisis. No lo es. Mas sin ser la ansiada panacea puede constituir el revulsivo para que Bruselas recupere la confianza de los ciudadanos.

Las fracturas son profundas. La bronca es tal que por primera vez un país -Luxemburgo - pidió la expulsión de otro - Hungría -, al que acusa de "tratar a los refugiados peor que a animales salvajes".

Los países del Este - como Hungría y Polonia - insisten en limitar las competencias de la Comisión para impedirle velar por la libertad de prensa y la independencia judicial. Sobre todo, no quieren refugiados. Los del sur piden otra política económica ante el persistente desempleo y unas economías que apenas crecen. Quieren más inversiones y más flexibilidad para evitar los ajustes.

Los que desean más unión para salvar Europa contra los que apuestan por devolver competencias a los Estados. Entre estas dos posturas hay un abanico de países más o menos pragmáticos.

¿Hay que decidir necesariamente entre una de estas dos alternativas? No. Ambas pueden ser válidas. Con la formación de un núcleo dispuesto a una unión más estrecha. Este núcleo estaría rodeado de un grupo de países amigos con los que la cooperación se limitaría al ámbito comercial. Gran Bretaña sería uno de ellos siendo a la vez un test para comprobar la factibilidad de esta variante.

Continúa celebrándose la cumbre en el momento de escribir estas líneas . Aunque todavía falte para terminar, todo indica que los jefes de Estado y gobierno seguirán la actitud de Juncker y volverán a la política de los pequeños pasos. Es quizá lo más conveniente para enderezar el rumbo antes de enfilar nuevos horizontes.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky