
El voto de salida del Reino Unido revela un país marcadamente dividido. Por su parte la UE-27 está mostrándose propensa a una línea dura para desalentar a otros países, pero hay claramente riesgo de fragmentación. Ahora bien, es importante comprender cómo hemos llegado a esta crisis. Desde luego hay razones políticas, históricas e institucionales. Pero, además de una oposición a la inmigración incontrolada, un tema común es el aumento del populismo debido a la desigualdad.
Los economistas Thomas Piketty y Emmanuel Saez han calculado que el 1 por ciento más rico de la población de EEUU sumaba el 10 por ciento de las rentas al final de la década de 1970 y el 20 por ciento en 2013. Estas cifras indican, en el mejor de los casos, un estancamiento de la renta promedio en el país desde finales del siglo pasado. Así que no debe sorprender que las regiones de Inglaterra (aunque no Escocia) de rentas promedio más bajas hayan sido los que más claramente se han mostrado a favor del Brexit. Hay que tener en cuenta que durante la mayor parte del ciclo económico actual el aumento de la productividad ha sido muy bajo en EEUU, como en Europa, lo que explica el débil aumento de los salarios de los últimos años. Ello ha contribuido a la sensación que tiene mucha gente de que se está quedando atrás en la recuperación, lo que a su vez provoca que las soluciones fáciles propuestas por los populistas resulten más atractivas. Hay propuestas de gran alcance para hacer frente a la desigualdad como que el Estado pague una renta mínima universal. Pero hay espacio para formas más ?tradicionales? de abordar los problemas asociados con el bajo crecimiento y el estancamiento. Tras años de austeridad en el mundo occidental se puede hacer más para modernizar la educación, fomentar el emprendimiento y la innovación y aumentar la inversión en capital. De hecho, si Europa pretende lograr un cambio en la tendencia del populismo, hay que abordar la falta de crecimiento de las rentas más bajas. El elemento político sigue siendo una preocupación. Aunque las elecciones de España hayan indicado que el populismo no necesariamente ganará impulso, el próximo octubre habrá un referéndum constitucional en Italia y nuevas elecciones presidenciales en Austria. La visibilidad mejoraría con un calendario de salida del Reino Unido en un marco claro de futura relación con la UE. En este sentido un compromiso de los líderes europeos hacia la integración europea y posiblemente medidas fiscales pueden proporcionar soporte a los mercados. De momento las señales de acción concertada de los bancos centrales es una de las razones por las que el Brexit no es otro ?momento Lehman?. Aunque la inversión nacional y extranjera en Reino Unido sufrirá, al igual que el gasto de los consumidores, dada la debilidad de libra, no esperamos que las exportaciones sufran demasiado y existe la posibilidad de mayor gasto gubernamental para compensar la debilidad de su sector privado. Además el Banco de Inglaterra intervendrá ante el debilitamiento con más medidas de liquidez y probablemente reducción de tipos de interés. También puede optar por una nueva ronda de expansión cuantitativa. De momento la rentabilidad a vencimiento de la deuda a corto plazo de Reino Unido se ha vuelto negativa y se ha reducido la rentabilidad de sus vencimientos a largo plazo. De hecho las acciones de Reino Unido se han llegado a recuperar fuertemente y el índice FTSE puede beneficiarse de una libra más competitiva. A ello se añade que se ha retrasado una subida adicional de tipos de interés en EEUU.
El caso es que el principal impacto de la decisión del Reino Unido será en el propio país. En la eurozona el crecimiento del PIB en 2016 puede ser 1,5 por ciento en lugar de 1,8 por ciento y 1,3 por ciento en lugar de 1,7 por ciento en 2017.