
El ministro de Asuntos Exteriores ha dado la razón a los partidos y plataformas que han hecho una oposición durísima al Gobierno en la pasada legislatura por su política de aplicar las exigencias de la Unión Europea a la que pertenecemos.
Ha validado los argumentos antagónicos al camino emprendido por Mariano Rajoy en diciembre de 2011, cuando llegó al Palacio de la Moncloa y se percató del verdadero estado de las cuentas públicas y del panorama desolador de la economía española. Con su frase ya esculpida en mármol de "nos hemos pasado cuatro pueblos aplicando la austeridad", el jefe de la diplomacia española ha enmendado además la labor de los departamentos económicos del ejecutivo en el que él mismo habita.
García Margallo cree que reconducir el déficit es pasarse cuatro pueblos, lo mismo que recortar el gasto público o intentar que la maquinaria gigantesca del Estado no se gaste más de lo que ingresa o lo que tiene que pedir prestado. Los cuatro pueblos en los que ha entrado la frenada del país son los que desde la Comisión Europea, la Eurozona, el Banco Central Europeo e incluso el Parlamento de Estrasburgo se ha tratado de preservar con su marcaje férreo a nuestro país, que ha evitado consecuencias mucho peores de las que hemos padecido desde 2012. Sin los cuatro pueblos desbordados, habrían sido decenas de miles de aldeas las que habrían quedado yermas como consecuencia de la intervención de la economía española.
Pregunte, señor ministro, a los vecinos portugueses, a los irlandeses o a los griegos si de repetirse su nefasta historia económica reciente habrían optado por pasarse cuatro pueblos antes de evitar que los socios comunitarios, los que ponen el dinero de los rescates contante y sonante, tomaran las riendas de sus políticas. Habrían evitado que, como les ocurrió, las pensiones sufrieran recortes brutales, que el subsidio por desempleo se viera salvajemente reducido, que los presupuestos para educación, dependencia y sanidad públicas se quedaran limitados a lo más urgente e irrenunciable, que el sueldo de los funcionarios que quedaran si despedir se recortara a la mitad. Todo eso se evitó pasándonos los cuatro pueblos de rigor.
Ocurre que hay más pueblos además de los cuatro que dice Margallo que España ha rebasado. Y son los que no ha mencionado en sus populistas declaraciones, realizadas junto al humeante café de la mañana televisiva en la que es obligatorio ser políticamente correcto para tener un mínimo de credibilidad catódica.
El quinto pueblo del que no se ha acordado es aquél en el que está instalada Grecia, con las calles de nuevo incendiadas por lo que se avecina con un gobierno de extrema izquierda y extrema derecha populistas. El nuevo tijeretazo en las pensiones de jubilación de los griegos es un pueblo inexplorado por Margallo. Trescientas cincuenta mil pensiones complementarias son eliminadas, las pensiones superiores a mil euros se recortarán un 35%, los autónomos que no tienen un empleo estable deberán cotizar una tercera parte de sus ingresos por obligación... Un pueblo que nada tiene que ver con el idílico Brigadoon que insinúa el ministro tendríamos en España de no habernos pasado cuatro pueblos.
El Eurogrupo acaba de exigir al Gobierno de Atenas que apruebe una legislación nueva que garantice la continuidad de los recortes aplicados más allá del partido que gobierne en cada momento. Así se evitará que el rumbo económico que marca Bruselas se vea corregido desde un gobierno de turno en Grecia que pretenda saltarse las disposiciones que ordenan los socios comunitarios que ponen el dinero de los rescates.
Una lección que deben aprender los electores españoles ante la repetición de los comicios: ningún partido que gobierne en nuestro país podrá alterar el núcleo de las reformas realizadas ni evitar más recortes en el futuro, por mucho que se prometa lo contrario desde la nueva política o la oposición socialista. Es más: de haber gobernado cualquier otro partido desde aquél lejano 2011, las medidas habrían sido esencialmente las mismas que las emprendidas por el PP, los cuatro pueblos imaginarios habrían sido arrasados exactamente igual para evitar que la economía fuera intervenida y el Gobierno tuviera que actuar al dictado de las instituciones comunitarias.