
La toma de decisiones me apasiona. De hecho, me gusta tanto que busqué la manera de hacer un curso de Ron Howard , profesor en Stanford y padre de la teoría de toma de decisiones cómo la conocemos desde sus primeros estudios allá por los años 60. Saber tomar buenas decisiones y tener herramientas para enfrentarse a un entorno como el actual, lleno de incertidumbre y en cambio continuo, me parece vital para cualquier persona. Pero, ¿es posible aprender a tomar buenas decisiones? En general, la primera impresión es que solo podemos saber si una decisión es buena o mala por el resultado. ¿Quieres conseguir el cómic de Ligonomics?
Todo vale en la economía, el amor y la guerra. A fin de cuentas, la clave es alcanzar nuestros objetivos. Tradicionalmente, éste ha sido uno de los principales problemas que he encontrado en mis alumnos, fueran universitarios o directivos. Normalmente no tenemos claros nuestros objetivos. Vamos, que no sabemos lo que queremos. Esto es un serio problema porque sin objetivos claros no podemos determinar si las decisiones son buenas o malas porque no tenemos criterios para ello. En su obra maestra Alicia en el País de las Maravillas Lewis Carroll, amante de las matemáticas y los juegos de lógica por cierto, retrata a Alicia en una bifurcación de caminos preguntando al gato de Cheshire sobre el camino a seguir. El gato responde sabiamente: "Eso depende con mucho de dónde quieres llegar". Alicia responde que no le importa y el gato concluye con rotundidad "Entonces, no importa qué camino tomes".
Hace años, en una conferencia, escuché a Martha Williams decir que "en el mundo hay dos tipos de personas: las que tienen claro lo que quieren y las que no. Las primeras utilizan a las segundas para alcanzar sus objetivos". La experiencia me ha hecho ver que tenía razón.
La dificultad en la toma de decisiones va más allá; aunque tengamos claro el objetivo no hemos hecho nada más que empezar. El siguiente problema es saber si el objetivo es adecuado. Existen diferentes técnicas para resolver este problemilla pero al final todo se basa en ver el futuro: ¡casi nada! Cuando nos planteamos una decisión, lo que queremos es cambiar, movernos de la situación actual a otra en el futuro que consideramos mejor. Entonces se hace patente lo que comentábamos: no podemos ver el futuro. Bueno, no del todo. Nuestro cerebro, que es la herramienta que tenemos para tomar decisiones, está diseñado para intentar predecir el futuro. Otra cosa es lo bien o mal que consigamos hacerlo. Seguro que os suena Nate Silver. ¿No? Vaya. A ver, algo más fácil? ¿Brad Pitt? Esta vez seguro que sí. Hay una película de Brad Pitt titulada Moneyball que se basa en un libro de Michael Lewis y que cuenta la historia de cómo un pequeño equipo de beisbol consiguió resultados inesperados, cambiando con ello la historia del deporte moderno al usar teoría estadística para predecir el rendimiento de los jugadores. Nate Silver también creó una herramienta similar llamada PECOTA y esto de 'adivinar' el futuro lo hace bastante bien. En su blog, FiveThirtyEight.com, fue capaz de predecir correctamente los resultados electorales en 2012 en Estados Unidos. Mientras una mayoría decía que Obama y Romney estaban empatados, él explicaba con teoría estadística básica por qué Obama ganaría con más del 60% de los votos. Nate escribió un libro sobre el tema, La señal y el ruido, donde habla de predicciones en beisbol, meteorología o póquer.
De hecho el póquer me ha ayudado mucho en las clases. Es un juego que me encanta. Es más, llevo años escribiendo un libro llamado Póquer y Management? básicamente para ocultar el vicio. "Cariño, este fin de semana tengo que investigar para el libro". Me gusta tanto que conseguí hacer un curso de crupier en el Casino Gran Madrid de Torrelodones. Así que tengo el título por si algún día quiero dedicarme a un trabajo decente y dejar el turbio mundo de la formación. La cuestión es que mientras aprendía en el casino me di cuenta de algo preocupante: viendo jugar a fútbol, baloncesto o tenis podía distinguir si un jugador jugaba bien o mal, sin embargo no era capaz de hacer lo mismo con uno de póquer. Preguntando a los profesionales que allí conocí me revelaron el secreto, el santo grial, la enseñanza primordial: "el buen jugador de póquer cuando gana, gana mucho y cuando pierde, pierde poco". Normalmente en mis clases siempre encuentro algún jugador profesional, es decir, los que juegan con whisky, humo, etc. Así que pregunto, ¿cuál es la primera lección básica que aprende un buen jugador? No, no es a farolear, ni a saber retirarse, ni la cara de póquer? ni siquiera las normas. ¿Una pista? No me dijeron "y si pierde", la frase literal fue "cuando pierde". Un buen jugador sabe que va a perder porque es imposible ganar siempre. El póquer es un juego de toma de decisiones con información incompleta, como la vida, así que lo primero y más importante es aceptar que nos vamos a equivocar. Es primordial pero también complicado, sobre todo para los que hemos crecido en una cultura que penalizaba el error. Porque todo el mundo se equivoca. ¿Qué buscaba un jovenzuelo como yo en una escuela de negocios cuando decidió cursar un MBA? Pues ese conocimiento arcano y milenario que pasa de MBA a MBA y que le permite no equivocarse nunca y dominar el mundo. Desafortunadamente no todo el mundo descubre que no existe.
Por eso es tan importante usar herramientas para la toma de decisiones. ¿Cómo consigue el buen jugador de póquer ganar mucho cuando gana y perder poco cuando pierde? Controlando todo lo que se puede controlar y haciendo una buena gestión del riesgo con el resto. Riesgo (lo que sabemos que puede ocurrir) e incertidumbre (lo que no tenemos tan claro que pueda pasar) son siempre parte del proceso y de la vida. Usando herramientas de toma de decisiones cuando nos equivoquemos, y ya sabemos que nos vamos a equivocar porque es imposible acertar siempre, al menos podremos volver atrás y aprender de los errores. Si no tenemos objetivos claros y no usamos herramientas para tomar decisiones e intentar predecir el futuro, cuando nos equivoquemos o acertemos la probabilidad de aprender será muy pequeña. Por eso se suele decir que un economista es alguien que te explicará mañana por qué no ocurrió hoy lo que predijo ayer.
¿Y quién es el referente, el experto, el maestro en este proceso? Barney Stinson. Con un objetivo claro, sobre todo en las primeras temporadas de Cómo conocí a vuestra madre, es capaz de generar gran cantidad de alternativas para alcanzarlo. Aunque hay muchos otros referentes importantes, por ejemplo, Elinor Ostrom, ganadora del Nobel de Economía por sus análisis de sociedades económicas sin autoridades centrales; Rosa de Luxemburgo, de origen polaco y alemana de adopción, reconocida por sus teorías marxistas y estudios económicos; Millicent Garrett Fawcett, feminista e intelectual británica, además de sufragista y líder sindical; Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega y economista experta en desarrollo sostenible y salud, sobre todo en países desarrollados; Irma Adelamn, economista americana amante de los modelos? econométricos; o Anna Jacobson Schwartz, reconocida como referente en estudios monetarios, junto con muchas otras grandes mujeres de la economía que a menudo no aparecen en los libros y manuales clásicos pero a las que tanto debe el estudio de la materia.
https://profiles.stanford.edu/ronald-howard
"Alice: Would you tell me, please, which way I ought to go from here?
The Cheshire Cat: That depends a good deal on where you want to get to.
Alice: I don't much care where.
The Cheshire Cat: Then it doesn't much matter which way you go.
― Lewis Carroll, Alice in Wonderland
"Foundation of decisión analysis" (2015) Ron A. Howard, Prentice Hall.
"La señal y el ruido" (2014) Nate Silver, Península